El BCE y los bancos centrales
Cuando el Banco Central Europeo (BCE) anunci¨® el lanzamiento de un programa de compra de bonos p¨²blicos, al mismo tiempo hizo saber a los mercados financieros que la idea le desagradaba profundamente, que no se compromet¨ªa de lleno con el programa y que anular¨ªa esa pol¨ªtica tan pronto como pudiera. De hecho, el BCE declar¨® que no cre¨ªa que la estabilizaci¨®n de precios de los bonos que se obtendr¨ªa mediante dichas compras fuera duradera.
Es dif¨ªcil imaginar una forma peor de autosabotearse al implementar un programa de compra de bonos. Al dejar claro desde el comienzo que no confiaba en su propia pol¨ªtica, el BCE pr¨¢cticamente garantizaba su fracaso. Si es tan evidente que el BCE no cree en los bonos que compra, ?por qu¨¦ los inversores van a pensar distinto?
El BCE sigue convencido de que la estabilidad financiera no est¨¢ entre sus objetivos principales. Ya lo dijo su presidente saliente, Jean-Claude Trichet: el BCE tiene "una sola aguja en la br¨²jula, y es la inflaci¨®n". La negativa del BCE a actuar como prestamista de ¨²ltimo recurso oblig¨® a crear una instituci¨®n reemplazante, el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF); pero en los mercados financieros todo el mundo sabe que el FEEF no tiene suficiente munici¨®n para hacerse cargo de la tarea y que, adem¨¢s, su estructura de gobernanza es ineficaz.
Quiz¨¢ lo m¨¢s sorprendente del compromiso excluyente del BCE con la estabilidad de precios y su total desinter¨¦s por la estabilidad financiera (por no hablar del bienestar de los trabajadores y las empresas que integran la econom¨ªa) es que constituye un alejamiento radical de la tradici¨®n de los bancos centrales. Estas instituciones nacieron con el colapso posterior al auge de la construcci¨®n de canales en Gran Breta?a, a principios de la d¨¦cada de 1820. Durante la crisis financiera y la recesi¨®n de los a?os 1825 y 1826, un banco central (el Banco de Inglaterra) intervino para mantener la estabilidad financiera a medida que el entusiasmo irracional del auge se convert¨ªa en el pesimismo contrito de la ca¨ªda.
En su libro Lombard Street (Fondo de Cultura Econ¨®mica, 1968), Walter Bagehot cita a Jeremiah Harman, quien fue director del Banco de Inglaterra durante la crisis de 1825-1826: "(En ese momento) prestamos dinero (...) por todos los medios posibles y seg¨²n modalidades que nunca hab¨ªamos adoptado anteriormente; admitimos acciones como garant¨ªa, compramos letras de la Tesorer¨ªa, hicimos anticipos sobre letras de la Tesorer¨ªa; no solo descontamos sin l¨ªmites, sino que hicimos anticipos sobre dep¨®sitos de letras de cambio por una cantidad exorbitante; en resumen, empleamos todos los medios a nuestro alcance, congruentes con la seguridad del banco, aunque en muchas ocasiones no pecamos de extremada cautela. Al considerar la terrible situaci¨®n en que se encontraba el p¨²blico, rendimos toda la ayuda que estaba en nuestro poder (...)" .
Por estatuto, el Banco de Inglaterra no estaba legalmente autorizado a efectuar este tipo de operaciones como prestamista de ¨²ltima instancia para defender la estabilidad financiera. Pero aun as¨ª, lo hizo.
Media generaci¨®n despu¨¦s, el Parlamento brit¨¢nico debati¨® sobre la posibilidad de modificar el estatuto del banco para autorizarlo expresamente a operar como prestamista de ¨²ltima instancia. Se decidi¨® por la negativa: darle esa capacidad expl¨ªcita destruir¨ªa la confianza en la estabilidad de precios, porque ya hab¨ªa "dificultades para restringir el exceso de emisi¨®n, la depreciaci¨®n y el fraude". De hecho, otorgar al Banco de Inglaterra un poder expl¨ªcito para actuar como prestamista de ¨²ltima instancia ser¨ªa como decir que "la era de los comerciantes de papel estar¨ªa pr¨®xima a comenzar".
Pero los l¨ªderes del Parlamento tambi¨¦n cre¨ªan que aunque el Banco de Inglaterra no tuviera autorizaci¨®n legal para actuar como prestamista de ¨²ltima instancia, eso no le imped¨ªa hacerlo si la necesidad lo exig¨ªa. El Primer Lord del Tesoro de Inglaterra, Sir Robert, escribi¨®: "Si fuera necesario asumir una gran responsabilidad, me atrevo a decir que los hombres estar¨¢n dispuestos a asumirla".
Nuestras instituciones pol¨ªticas y econ¨®micas actuales se basan en una apuesta a que el mercado descentralizado ofrece un mecanismo de planificaci¨®n social, coordinaci¨®n y asignaci¨®n de capital mejor que cualquier otro que hayamos podido imaginar. Pero, desde los albores de la Revoluci¨®n Industrial, ese sistema incluye una autoridad financiera central encargada de preservar la confianza en que se respetar¨¢n los contratos y se cumplir¨¢n las promesas. Una y otra vez, el papel de prestamista de ¨²ltima instancia fue un componente indispensable de esa funci¨®n.
Es una tradici¨®n que el BCE pretende olvidar.
J. Bradford DeLong, ex secretario adjunto del Tesoro de Estados Unidos, es profesor de Econom¨ªa en la Universidad de California en Berkeley. (c) Project Syndicate, 2011. Traducci¨®n de: Esteban Flamini
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.