Necesitan su Bandr¨¦s
El macrosondeo del CIS para el 20-N pronostica que, en el Pa¨ªs Vasco, el PSOE (7 esca?os) y el PP (5) agrupar¨¢n el doble de esca?os que la suma entre PNV (3) y Amaiur (3). En Euskadi el dato ha sido acogido con escepticismo a la vista de los resultados de las municipales de mayo, las primeras tras la legalizaci¨®n de Bildu, en las que entre esa coalici¨®n y el PNV sumaron m¨¢s del 55% de los sufragios. Porcentaje que de repetirse el 20-N podr¨ªa suponer hasta 13 esca?os para esas dos listas.
Pero es posible que, m¨¢s que inveros¨ªmil, sea un pron¨®stico prematuro. El comportamiento electoral de los vascos es bastante diferente en las elecciones generales que en las locales y auton¨®micas. En las 10 generales celebradas hasta ahora, la media de voto nacionalista es del 45,89%, y la del no nacionalista del 47,59%, si bien en las tres ¨²ltimas no ha participado Batasuna (en 2000 por decisi¨®n propia y en las dos siguientes por su ilegalizaci¨®n). Pero en las cinco ¨²ltimas, desde 1993, se han elegido m¨¢s diputados constitucionalistas que nacionalistas. Mientras que en las auton¨®micas, la media del nacionalismo es del 57,81% y en las municipales del 56,27%.
A la izquierda 'abertzale' ya no le bastar¨¢ con invocar la autodeterminaci¨®n como soluci¨®n universal
Con el dato a?adido de que la participaci¨®n mayor se da en las generales: 70,09% de media, frente al 66,69% en las auton¨®micas y el 64,10% en las municipales. Lo que indicar¨ªa un mayor inter¨¦s por lo que se decide en las legislativas, el Gobierno de Espa?a, aunque una encuesta reciente del Gobierno vasco revelaba que el 30% consideraba que las elecciones m¨¢s importantes eran las municipales, frente al 24% que citaba a las generales y el 17% a las auton¨®micas. Pero en conjunto, estas cifras muestran ante todo la pluralidad de la sociedad vasca, que no es reducible a una opci¨®n binaria (independencia, s¨ª o no).
Est¨¢ por ver el resultado que sobre este cuadro pueda tener la participaci¨®n de una coalici¨®n soberanista potente y, sobre todo, la gran novedad del fin del terrorismo de ETA. Seguramente se prolongar¨¢ por alg¨²n tiempo el voto deferente de quienes agradecen a los terroristas que dejen de amenazarles; pero a medida que vaya consolid¨¢ndose el fin de la violencia, esa actitud se ir¨¢ desgastando en favor de una mayor libertad para defender posiciones diferentes a las avaladas por ETA, y otras consideraciones ser¨¢n m¨¢s determinantes a la hora de votar.
Por ejemplo, las relacionados con la crisis econ¨®mica, que ha sustituido al terrorismo como primera preocupaci¨®n. La izquierda abertzale ha vivido durante decadas atrincherada tras media docena de t¨®picos ideol¨®gicos y recetas caseras (como aquella, inolvidable, de colocar aduanas en el Ebro para combatir la deslocalizaci¨®n de empresas), que no dan respuesta a los problemas de gesti¨®n de las instituciones en las que van a tener responsabilidades. Ya no ser¨¢ suficiente invocar la autodeterminaci¨®n como soluci¨®n universal.
Un dilema similar se le present¨® a Euskadiko Ezkerra (EE), el partido nacido del desdoblamiento de ETA (pm), a comienzos de la Transici¨®n, tras las legislativas de 1977, en las que hab¨ªa obtenido dos parlamentarios. Uno de ellos era Juan Mar¨ªa Bandr¨¦s, el abogado y pol¨ªtico fallecido a finales de octubre. Durante a?os se ha dicho que Batasuna necesitaba su Onaind¨ªa: alguien que conociera las entra?as de ETA (fue condenado a muerte por Franco en el proceso de Burgos) y que fuera capaz de enfrentarse a los etarras polimilis de la nueva generaci¨®n, para hacerles deponer las armas que hab¨ªan vuelto contra la democracia y los dem¨®cratas. Pero hay un episodio que prueba que, a su vez, Onaind¨ªa necesit¨® su Bandr¨¦s, una persona sensata cerca, para conseguirlo.
El Gobierno de Su¨¢rez hab¨ªa propuesto la creaci¨®n de un organismo preauton¨®mico, el Consejo General Vasco, especie de Gobierno provisional de concentraci¨®n destinado a llenar el vac¨ªo hasta que se aprobase el Estatuto y se eligiese un Parlamento. Bandr¨¦s, gui¨¢ndose por un criterio de realismo y sentido com¨²n, acept¨® integrarse en ese organismo, lo que suscit¨® gran esc¨¢ndalo entre los miembros m¨¢s ortodoxos de la direcci¨®n, sobre todo por la ausencia en el texto de constituci¨®n del organismo de cualquier referencia a Navarra.
Pero entre desautorizar a Bandr¨¦s, principal figura p¨²blica del partido, y avalarle, decidieron lo segundo, difundiendo una declaraci¨®n titulada "No es el momento de todo o nada". Aquella decisi¨®n acab¨® siendo decisiva para la decantaci¨®n de EE por la v¨ªa institucional, reconoci¨® a?os despu¨¦s Onaind¨ªa. Y esa decantaci¨®n lo fue para forzar, a fines de 1982, la retirada de ETA (pm) con el argumento de que si ETA no existiera, nadie considerar¨ªa necesario crearla a esas alturas.
Para entonces, ETA hab¨ªa asesinado, en los cinco a?os anteriores a 318 personas, 16 de ellas en Navarra. Y el porcentaje de navarros partidarios de la integraci¨®n con Euskadi hab¨ªa pasado del 38% de 1977 al 11% de 1983.
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