Indignados, entre el poder y la legitimidad
Una alianza entre los movimientos globales de protesta y la pol¨ªtica de los Estados nacionales podr¨ªa conseguir que no fuera la econom¨ªa la que domine a la democracia, sino la democracia a la econom¨ªa
C¨®mo es posible que un oto?o caliente en EE UU, a imagen y semejanza de la primavera ¨¢rabe, eche por tierra la creencia m¨¢s arraigada de Occidente, la imagen econ¨®mica mundial del american way? ?C¨®mo es posible que la consigna Ocupa Wall Street no solo saque a la calle a j¨®venes de otras ciudades de EE UU, sino tambi¨¦n de Londres y Vancouver, Bruselas y Roma, Fr¨¢ncfort y Tokio? Y esos manifestantes no se han congregado para elevar su voz contra una mala ley, sino contra el propio "sistema". Se pone en tela de juicio aquello que antes se denominaba "econom¨ªa de libre mercado" y ahora se vuelve a llamar "capitalismo". ?Por qu¨¦ el mundo est¨¢ dispuesto a escuchar cuando Ocupa Wall Street se erige en portavoz del 99% de los oprimidos en contra del 1% de los beneficiados? En la p¨¢gina web WeAreThe99Percent pueden leerse las experiencias personales de ese 99%: las de quienes han perdido sus casas en la crisis inmobiliaria, son los nuevos precarios, no pueden permitirse un seguro m¨¦dico o tienen que endeudarse para poder estudiar. No son los "superfluos" (Zygmunt Bauman), no son los excluidos, no es el proletariado, sino la clase media la que protesta. Eso deslegitima y desestabiliza "el sistema".
El adversario de la econom¨ªa financiera global es la propia econom¨ªa financiera global
Sin duda, el riesgo financiero global no es (a¨²n) una cat¨¢strofe financiera global. Pero podr¨ªa llegar a serlo. Este condicional catastr¨®fico es el tif¨®n de los acontecimientos que han irrumpido en forma de crisis financiera en el seno de las instituciones sociales y de la vida cotidiana de las personas, barriendo las coordenadas que hasta el momento serv¨ªan para orientarse. Al mismo tiempo, todo esto hace palpable una especie de comunidad de destino de ese 99%. Si Grecia va a la quiebra, ?querr¨¢ eso decir que mi pensi¨®n en Alemania ya no est¨¢ garantizada? ?Qu¨¦ significa la "quiebra de un Estado"? ?Qui¨¦n podr¨ªa pensar que los arrogantes bancos acabar¨ªan pidiendo ayuda a los empobrecidos Estados, que pondr¨ªan a disposici¨®n de las catedrales del capitalismo sumas de dinero astron¨®micas, en un mundo al rev¨¦s? Hoy, eso es algo que pensamos todos. Lo que no quiere decir que alguien lo entienda.
Esta anticipaci¨®n del riesgo financiero global es una de las grandes formas de movilizaci¨®n del siglo XXI. Porque es un tipo de amenaza que se percibe en todas partes. Son acontecimientos que chocan con los marcos conceptuales e institucionales dentro de los que pens¨¢bamos hasta ahora la sociedad y la pol¨ªtica; cuestionan esos marcos desde dentro, aunque afectan a muy diversos contextos y situaciones culturales, econ¨®micas y pol¨ªticas; de ah¨ª que la protesta global exhiba diferencias locales.
Los flujos financieros de estas nuevas transacciones digitales financieras, que mantienen en perpetuo movimiento la totalidad del globo, que hacen subir y luego dejan caer a pa¨ªses enteros, remiten de forma ejemplar a la novedosa din¨¢mica de protesta en la sociedad del riesgo global. Pues los riesgos financieros globalizados podr¨ªan entenderse como si la situaci¨®n, objetivamente, se manifestara contra s¨ª misma. Bajo el imperativo de la necesidad, asistimos a una especie de curso rel¨¢mpago que versa sobre las contradicciones del capitalismo financiero. Los medios de comunicaci¨®n nos ponen al corriente de la escisi¨®n radical entre quienes generan los riesgos y se benefician de ellos y quienes tienen que apechugar con las consecuencias.
En EE UU, el pa¨ªs del capitalismo depredador, se ha formado un movimiento cr¨ªtico con el capitalismo: lo que tambi¨¦n era impensable. Cuando se vino abajo el muro de Berl¨ªn, dijimos que aquello era "una locura". Cuando el 9 de septiembre de 2001 las Torres Gemelas se disolvieron en el polvo, dijimos que tambi¨¦n eso era "una locura". Y volvimos a exclamar que aquello era "una locura" cuando, tras el colapso de Lehman Brothers, se desat¨® la crisis financiera global. ?Qu¨¦ quiere decir "una locura"? En primer lugar, asistimos a un acto de transformismo digno de un cabar¨¦: banqueros y ejecutivos, los fundamentalistas del mercado por antonomasia, claman por la ayuda del Estado. Pol¨ªticos que hasta hac¨ªa poco -como en Alemania la canciller Angela Merkel- elogiaban el capitalismo libre de trabas, ejecutan en medio de la noche y la niebla un cambio de opini¨®n y bandera, que les convierte a una suerte de socialismo de Estado para ricos. Y la ignorancia reina por doquier. Nadie sabe qu¨¦ es, ni qu¨¦ efectos va a tener, una terapia prescrita bajo los efectos de una borrachera de ceros. Todos nosotros -el 99%- formamos parte de un gigantesco experimento econ¨®mico que se mueve en el espacio vac¨ªo de una ignorancia m¨¢s o menos inconfesada, ignorancia que ata?e tanto a los medios empleados como a los objetivos que se persiguen, pero que tiene consecuencias devastadoras para todos.
Pueden distinguirse diversas formas de revoluci¨®n: golpe de Estado, lucha de clases, resistencia civil, etc¨¦tera. Los peligros financieros globales no son equiparables a nada de todo esto, pero encarnan, de una forma pol¨ªticamente explosiva, los errores del capitalismo financiero que hasta ayer a¨²n segu¨ªa vigente. Son una especie de retorno de lo reprimido en un nivel colectivo: a la arrogancia caracter¨ªstica del neoliberalismo se le echan en cara sus propios errores de origen.
Qu¨¦ duda cabe de que las crisis econ¨®micas son tan viejas como los propios mercados y pueden tener consecuencias catastr¨®ficas en el ¨¢mbito pol¨ªtico. Las instituciones de Breton Woods fundadas despu¨¦s de la II Guerra Mundial se concibieron como respuestas pol¨ªticas globales a problemas econ¨®micos globales, y el hecho de que funcionaran fue una de las claves importantes del surgimiento del Estado de bienestar en Europa. Pero a partir de los a?os setenta y, de forma recrudecida, desde el colapso del Este, estas instituciones reguladoras han sido en gran medida desmanteladas y sustituidas por soluciones ad hoc. Los riesgos financieros globales, que amenazan la situaci¨®n de la gente, engendran novedosas politizaciones "involuntarias". Eso es lo que los hace interesantes, tanto en el plano pol¨ªtico como en el intelectual. Globalidad quiere decir: son riesgos que a todos afectan y todos se consideran afectados. No se puede decir que de ah¨ª ya haya surgido una acci¨®n comunitaria; ser¨ªa apresurado concluir eso. Pero s¨ª hay algo as¨ª como una conciencia de crisis que se alimenta del riesgo y que representa precisamente ese tipo de amenaza com¨²n bajo la forma de una nueva especie de destino colectivo. La sociedad del riesgo global -seg¨²n muestra el clamor del "99%"- puede alcanzar en un momento cosmopolita un concepto reflexivo de s¨ª misma. Esto se hace posible cuando la manifestaci¨®n objetiva de la situaci¨®n se puede transformar en un compromiso pol¨ªtico, en un Movimiento Ocupa global, en el que todos salen a la calle, virtual o efectivamente.
?Pero de d¨®nde proviene el poder o la impotencia del Movimiento Ocupa? El peligro global de las finanzas, sus consecuencias pol¨ªticas y sociales, han privado de legitimidad al capitalismo neoliberal. La consecuencia es que se da una paradoja entre poder y legitimidad. Gran poder y escasa legitimidad del lado del capital y de los Estados; escaso poder y elevada legitimidad del lado de los manifestantes. Y es un desequilibrio que el Movimiento Ocupa podr¨ªa aprovechar para plantear demandas claves como, por ejemplo, un impuesto sobre las transacciones financieras. Para imponer esta tasa Robin Hood, podr¨ªa surgir de forma ejemplar una alianza leg¨ªtima y poderosa entre los movimientos globales de protesta y la pol¨ªtica de los Estados nacionales, una alianza capaz de dar el salto cu¨¢ntico pol¨ªtico. Cuando esta exigencia clave ha sido planteada, al menos de boquilla, por la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente franc¨¦s, Nicolas Sarkozy, muy bien puede pensarse que hay una posibilidad de llevar a la pr¨¢ctica semejante objetivo.
Generalizando: en la conciencia del riesgo global, ante la anticipaci¨®n de la cat¨¢strofe se abre un nuevo campo para la pol¨ªtica de poder. Ahora, en la alianza entre los movimientos globales de protesta y la pol¨ªtica de los Estados, a largo plazo podr¨ªa lograrse que no fuera la econom¨ªa la que domine a la democracia, sino la democracia a la econom¨ªa. Esa oportunidad de oro podr¨ªa hacerse m¨¢s tangible a trav¨¦s del Movimiento Ocupa, que se plantea, tanto hacia el interior como hacia el exterior, objetivos sobre los que puede alcanzarse un consenso. No estar¨ªamos hablando aqu¨ª ¨²nicamente de los controles al sector bancario, sino tambi¨¦n de una pol¨ªtica fiscal justa y de la seguridad social en un marco transnacional.
Contra el desaliento, quiz¨¢ ayude pensar que los principales adversarios de la econom¨ªa financiera global no son quienes levantan ahora en todo el mundo sus tiendas en las plazas p¨²blicas y ante las catedrales bancarias; el adversario m¨¢s convincente y tenaz de la econom¨ªa financiera global es... la propia econom¨ªa financiera global.
Traducci¨®n de Jes¨²s Albor¨¦s Rey.
Ulrich Beck es soci¨®logo, profesor em¨¦rito de la Universidad de M¨²nich y profesor de la London School of Economics.
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