Cambio de rumbo en el Gil Albert

En la vida cultural de Alicante, la presencia del Instituto Gil Albert tiene una importancia fuera de duda. El Instituto posee una larga tradici¨®n -pronto cumplir¨¢ los 60 a?os- y, sobre todo, tiene dinero, algo indispensable para la actividad cultural. A mi juicio, su importancia se incrementar¨¢ en un futuro inmediato. La desaparici¨®n del Aula de Cultura de la CAM, que todo el mundo da por inevitable, har¨¢ que muchos ojos se vuelvan hacia el Gil Albert. En estas circunstancias, es comprensible la curiosidad que hab¨ªa por conocer el nombre del nuevo director. Los ¨²ltimos directores del Instituto han sido personas voluntariosas, bien intencionadas, que han tratado de hacer su trabajo lo mejor posible. Sobre este punto no existe desacuerdo. Pero, si hemos de juzgarlos por sus obras, debemos admitir que su idea de la cultura era -por decirlo con una imagen gr¨¢fica- un tanto naif. La programaci¨®n del Gil Albert de la ¨²ltima d¨¦cada oscil¨® entre lo excesivamente local, por un lado, y la cultura como simple espect¨¢culo, por otro. En general, la falta de sustancia era muy perceptible.

Dirigir con solvencia un organismo cultural, en un mundo tan profesionalizado como el actual, es una tarea complicada. A las dotes habituales que exige la direcci¨®n de cualquier equipo humano -dotes que no todos poseemos- hay que a?adir un bagaje cultural que ofrezca alguna consistencia. Una instituci¨®n como el Gil Albert requiere, adem¨¢s, por su car¨¢cter provincial, un equilibrio entre lo general y lo local que resulta laborioso mantener. Si nos dejamos inclinar hacia uno de los extremos, el equilibrio se rompe y el fracaso, a corto o medio plazo, es inevitable. El nombramiento de Jos¨¦ Luis Ferris como nuevo director ha sido bien recibido precisamente porque es un hombre que cumpl¨ªa esas condiciones. Ferris -excelente poeta y, tambi¨¦n, un estimable novelista- posee un conocimiento cultural evidente y ha demostrado apertura de miras.

Que una persona con preparaci¨®n cultural dirija el Gil Albert es algo completamente normal, a lo que no deber¨ªamos dar mayor importancia. La experiencia demuestra, sin embargo, que el sentido com¨²n se da pocas veces en el ¨¢mbito de la pol¨ªtica, donde suelen predominar otros intereses. Yo me atrevo a pensar que en el nombramiento de Ferris ha tenido mucho que ver el buen sentido de Luisa Pastor. La presidenta de la Diputaci¨®n de Alicante se est¨¢ revelando como una pol¨ªtica poco usual. Alguien ha dicho que Pastor dirige la Diputaci¨®n como lo har¨ªa un ama de casa. La cr¨ªtica me parece un elogio extraordinario. Si nuestros manirrotos gobernantes hubieran administrado la Comunidad Valenciana del mismo modo, nuestra situaci¨®n seria hoy completamente diferente.

Tras su nombramiento como director, Ferris declar¨® a la prensa que consideraba b¨¢sico "no perder la pluralidad en la cultura". Ahora, al anunciar los nombres de quienes compondr¨¢n su equipo directivo en el Instituto Gil Albert, comprobamos que Ferris ha seguido esas palabras al pie de la letra. Los nuevos responsables del Gil Albert son personas de una innegable profesionalidad y de una pluralidad ideol¨®gica fuera de duda. M¨¢s all¨¢ de las preferencias que podamos tener por uno u otro nombre, se trata, en su conjunto, de una selecci¨®n a la que se le pueden poner pocas pegas. Parece evidente que la elecci¨®n se ha hecho atendiendo a la val¨ªa de las personas, sin sectarismos de ninguna clase. Es una excelente noticia que debemos celebrar.