El ruido y las nueces
La cobertura medi¨¢tica que se dedic¨® al debate televisado del pasado lunes entre Mariano Rajoy y Alfredo P¨¦rez Rubalcaba fue sin duda espectacular. Y este adjetivo creo que le conviene particularmente a lo que vimos y o¨ªmos esa noche, en todos los tramos del evento. Desde su llegada hasta su despedida a las puertas del Palacio de Congresos, los dos candidatos recibieron un aut¨¦ntico tratamiento de estrellas, como en una de esas realizaciones que habitualmente identificamos con las ceremonias de los premios de cine. El debate lo siguieron adem¨¢s 660 periodistas acreditados. Son, desde luego, muchos periodistas y parecen todav¨ªa m¨¢s cuando se piensa que ninguno pudo realmente ejercer como tal, porque el debate no admit¨ªa preguntas. Lo que creo que explica por qu¨¦ a todo ese "ruido" medi¨¢tico le correspondieran luego, lamentablemente, muy pocas nueces informativas.
Y las pocas nueces que se cosecharon, fuera de gui¨®n, hay que agradec¨¦rselas al se?or Rubalcaba por las preguntas que le plante¨® a su oponente, lo que probablemente desestabiliz¨® su propia posici¨®n en el debate, y, en cualquier caso, evidenci¨® la falta que estaban haciendo all¨ª unos cuantos periodistas, analistas o expertos capaces de revelar la sustancia y la viabilidad de los proyectos de los dos candidatos. Pero como no hab¨ªa nadie all¨ª para preguntarles, para exigirles m¨¢s, ellos presentaron s¨®lo en titulares sus posiciones y convicciones. Y en cuanto a sus programas, Rajoy aport¨® muy poca concreci¨®n. Rubalcaba m¨¢s (y fue por ello, a mi juicio, el ganador del debate; si el objetivo de esos cara a cara es incrementar el conocimiento ciudadano, gana quien m¨¢s da a conocer), pero incluso sus concreciones se quedaron sin las necesarias precisiones.
Y vuelvo a lamentar que no hubiera nadie all¨ª para sacarles todo el jugo, argumental y pr¨¢ctico, a cada una de las medidas propuestas. Nadie all¨ª para preguntarle a Rubalcaba, por ejemplo, frente a la reforma fiscal anunciada (impuesto a grandes fortunas y a bancos), qu¨¦ recaudaci¨®n permitir¨ªa, a qu¨¦ partidas se destinar¨ªan sus ingresos; qu¨¦ efectos negativos -como deslocalizaci¨®n de capitales- son imaginables y qu¨¦ mecanismos se han previsto para atajarlos. O para pedirle a Rajoy, por ejemplo, cuando anuncia una profunda reforma de la Formaci¨®n Profesional (seg¨²n el modelo alem¨¢n) precisiones sobre los recursos materiales, las adhesiones profesionales, las complicidades empresariales con las que cuenta para llevar a cabo esa reforma que considero, como a la anterior, de una pertinencia absoluta.
El d¨¦ficit de debate p¨²blico es una mala costumbre de nuestro pa¨ªs. Creo que los tiempos que estamos viviendo exigen, en su cara y en su cruz, rectificarla. Iniciar, tambi¨¦n en esto, un nuevo ciclo de intercambios pol¨ªticos, de an¨¢lisis expertos, de contrates de ideas, multiplicados en y por los medios de comunicaci¨®n, sin el menor ruido, con una dedicaci¨®n exclusiva a las nueces.
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