Telepoder
La dimisi¨®n de Berlusconi est¨¢ ba?ada en la misma atm¨®sfera gui?olesca que su largo mandato, asentado bajo la admiraci¨®n que provoca la riqueza econ¨®mica en nuestra sociedad adicta al ¨¦xito. Los muchos votantes de Berlusconi permanecieron en zona de sombra, sin expresar p¨²blicamente su apoyo. Pero entre pol¨ªticos cada vez m¨¢s alejados de la realidad y m¨¢s enfangados en su propio teatro est¨¦ril, Berlusconi garantiz¨® los Gobiernos m¨¢s estables de la historia reciente italiana. Ese m¨¦rito acab¨® por ganarle la defensa cerril de muchos ciudadanos, que se negaban a ver en sus pleitos y esc¨¢ndalos judiciales otra cosa que una persecuci¨®n siempre fallida de opositores incapaces de derrotarle en una elecci¨®n.
Como siempre sucede cuando alguien poderoso y temido es mirado con la perspectiva del tiempo, para las generaciones futuras ser¨¢ dif¨ªcil entender est¨¦tica y moralmente c¨®mo la representaci¨®n pol¨ªtica de un pa¨ªs tan maravilloso cay¨® en manos de un personaje tan grotesco. Sus retoques e implantes, incapaces de detener una decadencia evidente, le convirtieron en una especie de Frankenstein agalanado a dieta de viagras. Como buen alumno salesiano, Berlusconi ten¨ªa don de gentes, esp¨ªritu risue?o, afici¨®n al espect¨¢culo y ganas de fiesta. Sus reuniones de conejitas pagadas con bisuter¨ªa y prebendas ten¨ªan algo de jueguito de las prendas para una gerontocracia tan viciosa como envidiada.
Pero a Berlusconi no se le puede entender desvinculado de un negocio televisivo que le enriqueci¨® y le dio un poder popular asombroso. Desde el imperio Mediaset control¨® el Canal 5, Rete 4 e Italia 1 en su pa¨ªs, pero tambi¨¦n teles en China, Magreb o Serbia, adem¨¢s de Telecinco, Cuatro y un 22% de Digital + en Espa?a; due?o de un tercio del negocio editorial italiano, la productora de pel¨ªculas Medusa y filiales de contenido televisivo utilizadas como sat¨¦lites clientelares de sus propias cadenas. Con una sabia sustituci¨®n de la revista tan popular en teatros y del cine de comedia masiva, con el Milan de f¨²tbol de trampol¨ªn, a partir de finales de los setenta sus canales ganaron los salones del pueblo con una propuesta est¨¦tica que como corolario lo alz¨® a la cima pol¨ªtica. Porque la sociedad y sus pol¨ªticos terminan por ser siempre reflejo del entretenimiento popular y no viceversa.
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