El sexo de los ¨¢ngeles
Se podr¨¢n cuestionar sus intenciones, o poner en duda el verdadero alcance pol¨ªtico de sus invocaciones, pero ?ngela Merkel, cuando se dirige al Congreso federal de la CDU, habla de Europa y vincula el futuro de su pa¨ªs al futuro europeo. Su discurso contrasta con el que escuchamos estos d¨ªas entre nosotros a las puertas de una cita electoral en la que se decide nuestro futuro sin dilaciones. No se habla de Europa, y cuando se hace referencia a ella es para subrayar su papel de gendarme, como si se tratara de un elemento extra?o con el que s¨®lo tuvi¨¦ramos una relaci¨®n de sumisi¨®n y no fu¨¦ramos un agente activo involucrado en su devenir, que es tambi¨¦n el nuestro. Las elecciones adquieren as¨ª un tufo localista, agravado por esa peculiar visi¨®n de campanario de nuestra pertenencia europea, esa miop¨ªa que nos lleva a afrontar las medidas que tengamos que adoptar desde una perspectiva nacionalista y cortoplacista, en lugar de plantearlas desde esa otra, europea, sin la que nada de lo que vayamos a emprender tiene sentido.
Alguien, no recuerdo qui¨¦n, ha definido uno de estos d¨ªas a los candidatos de nuestros dos principales partidos como pol¨ªticos "retro", uno de ellos algo m¨¢s que el otro. No le faltaba raz¨®n desde la perspectiva que acabo de esbozar, aunque es muy posible que ambos pol¨ªticos hablen como hablan porque se est¨¢n dirigiendo a un pa¨ªs "retro". Y la sensaci¨®n es a¨²n m¨¢s penosa si cambiamos de escala y pasamos, vamos a decir, de los pol¨ªticos nacionales a nuestros pol¨ªticos regionales. Todo el discurso de los candidatos de Amaiur, ese machaqueo exclusivo con el soberanismo y la autodeterminaci¨®n, me suena a aquel reproche que se les sol¨ªa hacer a los escol¨¢sticos de que perd¨ªan el tiempo discutiendo sobre el sexo de los ¨¢ngeles. Al margen del ¨¦xito inmediato que pueda tener, se trata de un discurso rancio y abocado al desastre.
Que a estas alturas Maite Aristegi, candidata por Gipuzkoa al Congreso, diga cosas como que "quiere llevar la voz de este pueblo a Madrid", ungi¨¦ndose como profetisa de una entelequia, que ignora la realidad a la que representa y que parece provenir de unos tiempos no precisamente felices, resulta, m¨¢s que retro, ancestral. Dice Maite Aristegi -baserritarra, seg¨²n se define- que quieren abrir en el Congreso el mel¨®n de la independencia. ?El mel¨®n? Fue Woodrow Wilson quien formul¨® el derecho de autodeterminaci¨®n, y tomo de Steven Pinker la cita de lo que su secretario de estado, Robert Lansing, escribi¨® en su diario: "La frase est¨¢ simplemente cargada de dinamita. Suscitar¨¢ esperanzas que jam¨¢s podr¨¢n realizarse. ?Qu¨¦ calamidad que esa frase fuera pronunciada! ?Cu¨¢nta miseria va a provocar! Pienso en los sentimientos de su autor cuando cuente los muertos que morir¨¢n porque ¨¦l pronunci¨® esa frase!". Millones, puntualiza Pinker, y aqu¨ª entre nosotros m¨¢s de 800 ya, querida. No parece que sea precisamente el mel¨®n de los ¨¢ngeles.
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