Lo que sobra y lo que falta
Quiz¨¢ la crisis acabe llev¨¢ndose por delante definitivamente el espect¨¢culo pirot¨¦cnico del arte contempor¨¢neo. Tal vez la ¨¦poca de la bienalizaci¨®n del mundo toca a su fin. Es pronto para saberlo, pero de momento contemplamos absortos c¨®mo el globo se deshincha y c¨®mo proyectos acostumbrados a la precariedad se las arreglan mejor para atravesar la tormenta. En la periferia del sistema-arte resulta emblem¨¢tico a este respecto el caso de Fotonoviembre. La Bienal Internacional de Fotograf¨ªa de Tenerife celebra estos d¨ªas su und¨¦cima edici¨®n con la austeridad y la mirada abundante que la caracterizan, mientras en su mismo espacio geogr¨¢fico la Bienal de Arquitectura, Arte y Paisaje de Canarias, un car¨ªsimo spot autocelebratorio del Gobierno auton¨®mico, expira sin alcanzar a inaugurar siquiera una tercera edici¨®n. Fotonoviembre, dirigida por Antonio Vela, director tambi¨¦n del Centro de Fotograf¨ªa Isla de Tenerife (CFIT), la entidad que produce el certamen, presenta en esta ocasi¨®n 45 exposiciones, en su gran mayor¨ªa de peque?o formato, que nos invitan a recapitular sobre nuestras maneras de ver.
XI Bienal Internacional de Fotograf¨ªa Fotonoviembre 2011
Centro de Fotograf¨ªa Isla de Tenerife (TEA) y otros espacios. Tenerife
Hasta el 26 de febrero de 2012
www.fotonoviembre.org
La comisaria demuestra que es capaz de crear una atm¨®sfera no devocional en torno a obras de artistas indiscutibles
La exposici¨®n Algo falta. El significado fugado en la fotograf¨ªa, centro de gravitaci¨®n de esta bienal, se exhibe en Tenerife Espacio de las Artes (TEA), una instituci¨®n con una magn¨ªfica sede en Santa Cruz de Tenerife construida por el estudio suizo Herzog & De Meuron, pero cuyo saldo de actividades hasta el momento es, en l¨ªneas generales, lamentable. La muestra se ha montado a partir de la Colecci¨®n Ordo?ez-Falc¨®n de Fotograf¨ªa (COFF), conformada sin otro patr¨®n de adquisici¨®n que la compra de grandes nombres, y de la que TEA, en tiempos m¨¢s alegres, se hizo depositaria por un plazo de diez a?os. Si en ediciones precedentes, el puesto de mando de este espacio de las artes decidi¨® que dicho fondo deb¨ªa ser exhibido en la bienal en plan alarde chiripitifl¨¢utico de celebridades -y es que hay quien en la cabeza nada m¨¢s que tiene pelo-, en esta ocasi¨®n, y por primera vez, el comisariado basado en la colecci¨®n se le ha encargado a una curadora externa, Teresa Arozena, que ha realizado un trabajo sensible e inteligente. M¨¢s all¨¢ de su dimensi¨®n de monumentos de la modernidad, Arozena, fot¨®grafa ella misma, demuestra que es capaz de crear una atm¨®sfera no devocional en torno a obras de artistas indiscutibles como Walker Evans, Brassa?, Henri Cartier-Bresson, Paul Strand, Robert Frank, Allan Sekula, Paul Graham, Jean Marc Bustamante, Sophie Calle, Tacita Dean y otros. Una atm¨®sfera que resalta los desajustes entre el ver y el conocer, entre la mirada y el habla.
Walter Benjamin, como recuerda la comisaria, simboliza la especial relaci¨®n que la fotograf¨ªa tiene con el acontecimiento y el tiempo mediante la imagen del escenario del crimen, en el que nunca se pueden registrar todas las huellas. Y algo falta, efectivamente, en estas fotograf¨ªas, en las de los autores citados y en las de otros tambi¨¦n incluidos en la muestra como Matt Siber, Arnold Odermatt, Ken Lum, Vera Lutter o Roy Arden. Un algo al que la palabra no tiene acceso y que la imagen, y m¨¢s propiamente la imagen fotogr¨¢fica, no puede simbolizar. Un vac¨ªo, un agujero en lo real que moviliza el deseo y que activa la obra de arte.
Sin salir de TEA ni de la secci¨®n oficial cabe destacar tambi¨¦n la exposici¨®n Tropos surrealistas en la fotograf¨ªa polaca despu¨¦s de 1945, comisariada por Patrick Komorowski y Rafal Lewandowski, y producida por el CFIT con la colaboraci¨®n del Instituto Polaco de Cultura. El t¨ªtulo puede resultar disuasorio, pero no hay por qu¨¦ alarmarse: no se trata de otra exposici¨®n profesoral y acartonada de surrealismo, de esas que han programado hasta la extenuaci¨®n las instituciones de las islas, sino de una estupenda selecci¨®n del trabajo recientemente recuperado de artistas como Marek Piasecki, Zofia Rydet o Zdzislaw Beksinski que mantuvieron secretamente la llama de la vanguardia frente al canon del realismo socialista impuesto en Polonia por la feroz dictadura comunista que gobern¨® el pa¨ªs desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta poco antes de la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn.
Como se ha dicho, esta edici¨®n de Fotonoviembre est¨¢ integrada por 45 exposiciones de peque?o formato, de modo que es posible hacerse una idea cabal del alcance y la significaci¨®n de la bienal con las limitaciones de tiempo que suele tener un espectador contempor¨¢neo. Y para ello hay que contemplar la inclusi¨®n en el recorrido de muestras como Walking, de Simone Stoll, y Females under Tension, de Paula Muhr, ambas en la Sala de Arte Contempor¨¢neo (SAC, Santa Cruz de Tenerife); Paisajes del aire, de Isabel Flores, y Hetaira, de Alexis W., ambas en TEA, y Bienvenidos al Para¨ªso, de Nontsikelelo Veleko, en La Recova (Santa Cruz de Tenerife); as¨ª como tener presente que hay dos peque?as extensiones en territorio peninsular, Vestigios de la memoria, de Tarek Ode, en el Espacio GIC de Barcelona (Traginers, 3), y Rom¨¢nticos y realistas, de Juan Carlos Batista, en el Espacio Canarias. Creaci¨®n y cultura de Madrid (Alcal¨¢, 91).
No est¨¢ de m¨¢s incluir en ese peque?o recorrido una exposici¨®n que desconcierta y cautiva por su extra?eza: Au Roi du Bois, de Anne-Lise Broyer, que se inscribe en el apartado Autores en Selecci¨®n y se exhibe en la SAC. Poco conocida a¨²n en Espa?a, la artista francesa trabaja siempre a partir de referencias literarias, en este caso de los libros El rey del bosque, de Pierre Michon, y El culpable, de Georges Bataille, para construir un relato visual muy abierto, que sugiere m¨¢s que dice, donde predominan grandes im¨¢genes de paisajes en las que se intercalan peque?as fotograf¨ªas que evocan a los viejos maestros y textos en miniatura con pasajes evocadores.
En La Laguna aguardan dos exposiciones de orientaci¨®n etnogr¨¢fica que est¨¢n entre los puntos fuertes de la bienal: una de ellas es Familia y comida europea, que se exhibe en la Sala de Arte del Instituto de Canarias Cabrera Pinto. Comisariada por Pep Benlloch y producida por la Universidad Polit¨¦cnica de Valencia y siete entidades europeas m¨¢s, aborda, en el marco de la secci¨®n oficial, la po¨¦tica de lo diverso de la vida cotidiana de los europeos observados en el momento de sentarse a la mesa por fot¨®grafos como, entre otros, el franc¨¦s Alain Willaume, el griego Georgios Makkas o la espa?ola Vanessa Pastor que han trabajado todos fuera de sus pa¨ªses natales. La otra muestra de corte etnogr¨¢fico a la que se hace referencia es Gypsy Interiors, del fot¨®grafo italiano Carlos Gianferro, que acoge el Museo de Historia y Antropolog¨ªa de Tenerife, y que se muestra dentro del apartado Autores en Selecci¨®n. A trav¨¦s de ella el espectador es invitado a entrar en las subyugantes casas de gitanos rumanos y moldavos de posici¨®n acomodada y a desprenderse de los estereotipos visuales sobre esta etnia que, como bien se sabe en Espa?a, gobiernan a¨²n la percepci¨®n occidental.
Tambi¨¦n en La Laguna, en la galer¨ªa Artizar, otra cl¨¢sica de la fotograf¨ªa, Germaine Krull, es objeto de una discreta pero estupenda exposici¨®n de su portafolio ?tude de nu, editado en 1930 con 24 fotograbados de desnudos femeninos que muestran una imagen independiente y moderna de la mujer y que en su momento fueron tachados de "s¨¢tiras de pornograf¨ªa lesbiana".
Y, de regreso a Santa Cruz, el espectador hambriento de im¨¢genes que ayuden a pensar puede acercarse al C¨ªrculo de Bellas Artes para ver, de nuevo dentro de la secci¨®n oficial, la exposici¨®n ?lbum de familia, una selecci¨®n de fotos familiares realizadas antes de la Segunda Guerra Mundial por el fotoperiodista Emmanuel Sougez en el que, como dice el fil¨®sofo colombiano Armando Silva sobre los ¨¢lbumes familiares en general, se muestra algo y al mismo tiempo se deja de mostrar otra cosa, de modo que el Otro del inconsciente del fot¨®grafo, en este caso de Emmanuel Sougez, "se constituye en aquello que hace ser al ¨¢lbum el deseo de familia: un imaginario colectivo de un grupo, la familia, que as¨ª se representa, pero tambi¨¦n se borra" (?lbum de familia. La imagen de nosotros mismos, 1998). Y es que, como reza el t¨ªtulo de la muestra principal de esta bienal, siempre que se mira una fotograf¨ªa algo falta.

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