Marxalenes fabrica robots
Robotnik lo mismo fabrica aut¨®matas que vigilan tuber¨ªas o anclajes submarinos
La rob¨®tica y el glamour tienen poco que ver. Robotnik es una empresa valenciana que desarrolla tecnolog¨ªa casi escondida en el barrio de Marxalenes (Valencia) en un entorno que, salvando las distancias, encajar¨ªa m¨¢s con un taller de chapa y pintura que con una compa?¨ªa que fabrica soluciones capaces de trabajar bajo el agua o dentro de una central nuclear. Dos ingenieros valencianos, Roberto Guzm¨¢n y Rafael L¨®pez son los propietarios.
Uno de los aspectos especialmente interesantes de Robotnik (el origen es la palabra checa, que se traduce como "trabajo", y no el malvado villano de la saga de videojuegos de Sonic, el erizo de Sega) es que se trata de un buen negocio. Un negocio rentable que lleva creciendo, desde su fundaci¨®n en 2002 una media de un 54% anual, gracias a ventas al sector privado y a colaboraciones con l¨ªneas de investigaci¨®n de la UE y otras instituciones p¨²blicas. Las perspectivas, adem¨¢s, son brillantes, pero ellos no acaban de estar satisfechos: "Los proyectos europeos est¨¢n concebidos casi como investigaci¨®n b¨¢sica, y tienen tendencia a reflejar mucho m¨¢s los intereses de las universidades que los de las empresas", explica Roberto. "Actualmente ya condicionamos la participaci¨®n en estos proyectos al posible retorno", comentan ambos, "resulta demasiado trabajo para una empresa si despu¨¦s no puedes amortizar estos trabajos".
La empresa exporta a Finlandia, Reino Unido, Italia, India o Estonia
Los Robots que equipan un brazo suelen ser los m¨¢s vistosos
Los robots est¨¢n llamados a ser un campo de crecimiento. Y m¨¢s desde que el campo se ha estandarizado mucho gracias al ROS (Robot Operating System), un entorno de programaci¨®n que permite que se compartan muchos de los avances que las diferentes universidades y empresas est¨¢n llevando a cabo por todo el mundo. El sistema est¨¢ basado en Linux, y es comprensible: el hecho de emplear est¨¢ndares abiertos permite que todos y cada uno de los detalles de la programaci¨®n sean accesibles para los ingenieros de la empresa.
La querencia a Linux no es extra?a entre los profesionales de la inform¨¢tica. En el caso de Roberto Guzm¨¢n es comprensible. "Fui el creador del primer robot controlado por Linux en tiempo real", comenta. Roberto era profesor de rob¨®tica en la Universitat Polit¨¨cnica de Val¨¨ncia, y conoci¨® a Rafael, el actual responsable de I+D de la empresa, en otra ingenier¨ªa, donde ambos se dedicaban a maquinaria industrial. En esa ¨¦poca, y junto a un socio capitalista al que posteriormente compraron las participaciones, se lanzaron al mundo empresarial con dos proyectos: una automatizaci¨®n de una pulidora y un sistema de control de presurizaci¨®n para comunicaciones.
La mayor parte de la facturaci¨®n de la empresa est¨¢ constituida por sus ventas a universidades. Curiosamente el mejor ejemplo no es una universidad, sino el trabajo que realizan para las zonas de almacenamiento de hospitales, como el General de Valencia o m¨¢s recientemente la nueva La Fe, en el que hay robots que pueden cargar hasta 500 kilos.
Los robots que equipan un brazo suelen ser m¨¢s vistosos e incluso m¨¢s notables: el departamento de Protecci¨®n Civil de Bulgaria adquiri¨® unidades para desactivaci¨®n de armamento y brazos similares se emplear¨¢n en proyectos de tecnolog¨ªa m¨¦dica, como cirug¨ªa laparosc¨®pica, en la Universidad de M¨¢laga. Entre unas cosas y otras, y a pesar de que los principales clientes son espa?oles, Robotnik exporta a Finlandia, Reino Unido, Italia, India o Estonia y con representantes en Jap¨®n o Estados Unidos, entre otros. La entrada en Europa, mencionan, cuesta, pero se trata de una empresa que mira al mercado internacional tanto para ventas como para compras de manera permanente.
Robotnik ha desarrollado aut¨®matas que trabajan dentro de tuber¨ªas, que se mueven por terrenos abruptos, est¨¢ en un proyecto de un robot submarino que inspecciona el estado de los anclajes de diferentes plataformas, e incluso se puede ver alg¨²n proyecto volador en los talleres de su taller de Marxalenes. El lugar no es exactamente lo que se esperar¨ªa, pero demuestra que los robots est¨¢n mucho m¨¢s cerca de la vida diaria de lo que se sospecha.
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