La promesa
Hay datos interesantes en las declaraciones de Arnaldo Otegi a un medio vasco. Las leo y las releo mientras limpio una y otra vez la lupa, y no hago sino preguntarme en qu¨¦ condiciones se halla el hombre que las hace. Me explico: ?este hombre que habla desde la c¨¢rcel, por muy conectado que est¨¦, ser¨¢ el mismo hombre una vez liberado, cuando sienta la presi¨®n y la inmediatez de los suyos? Naturalmente, no pretendo dar a entender con esto que la c¨¢rcel sea una buena escuela, ni deseo tampoco que Arnaldo Otegi siga confinado en ella. No; deseo que toda esta historia finalice cuanto antes, aunque s¨¦ lo arduo y largo que puede resultar este final, sobre todo si es la pol¨ªtica la que ha de imponerse sobre lo que voy a denominar sensibilidad. Es la pol¨ªtica, sin embargo, la que se est¨¢ imponiendo en este final del proceso, el ansia de vencer, y de hacerlo queriendo imponer unos programas en cuyo nombre se ha causado un dolor inmenso. ?No convendr¨ªa establecer, llegue quien llegue al poder, una especie de tregua pol¨ªtica hasta que se instaure la concordia?
Ignoro el grado de sinceridad de las palabras de Otegi, o si en algunos casos no ser¨¢n sino circunloquios evasivos, pero en su entrevista hay una respuesta que me ha llamado la atenci¨®n y es en la que me centrar¨¦. Se le pregunta si ha servido para algo la lucha armada y esto es lo que dice Otegi: "La experiencia me ha demostrado que tambi¨¦n a veces los gestos y las palabras generan dolor, humillaci¨®n y sufrimiento. No espere de mis palabras que hieran la sensibilidad de ninguna de las partes. Mis palabras s¨®lo estar¨¢n destinadas a reconocer el sufrimiento de todos e intentar superarlo". Bien, es posible que sea una salida elusiva, una forma de evitar la respuesta, pero tambi¨¦n cabe que sea una forma de reconocer que cualquiera de las respuestas posibles -s¨ª, no, o depende- pueda resultar da?ina para alguien.
Si la respuesta de Otegi es sincera, tendr¨ªa que hacer extensivo ese car¨¢cter da?ino de las palabras a todo el alcance de los discursos pol¨ªticos al uso. A la izquierda abertzale, y tampoco a Otegi, no le gustan las "declaraciones en t¨¦rminos de vencedores o vencidos", pero no s¨¦ si son conscientes de que todo su discurso pol¨ªtico se articula precisamente en esos t¨¦rminos, los debidos al af¨¢n de utilizar el fin de la violencia como una oportunidad para vencer, para resolver el conflicto, que s¨®lo se resuelve con el triunfo de sus propuestas. Quiz¨¢ tendr¨ªamos que preguntarnos cu¨¢l es nuestro conflicto a superar, el prioritario. ?No es el del dolor causado, el de unos y otros, sean o no equiparables, que no lo son, pero que no dejan de ser reales? ?Nuestra tarea principal no es el restablecimiento de la concordia, asumir nuestra responsabilidad "para tratar de evitar ese tipo de sentimientos con nuestras palabras o actos", en palabras de Otegi? ?A qu¨¦ esperan entonces para aplicar esa sensibilidad a todo su discurso pol¨ªtico? ?O es s¨®lo hipocres¨ªa?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.