Provincianismo
Hace lustros que es bien conocido en Occidente el fen¨®meno social que los norteamericanos etiquetaron con las siglas NIMBY (not in my back yard, "no en mi patio trasero"); es decir, el rechazo de las comunidades locales a la instalaci¨®n cerca de sus casas de equipamientos o infraestructuras potencialmente peligrosas, o molestas, o con alguna connotaci¨®n negativa, desde una c¨¢rcel a un vertedero de residuos, desde una central nuclear hasta una l¨ªnea de alta tensi¨®n, desde un centro de asistencia a toxic¨®manos hasta unas antenas de telefon¨ªa m¨®vil.
Sin embargo, en esta Barcelona de los prodigios hemos dado un paso m¨¢s y ya hay gentes dispuestas a rechazar incluso la instalaci¨®n m¨¢s inocua, ef¨ªmera y festiva. Por ejemplo, la pista de hielo recientemente montada en el centro de la plaza de Catalunya por iniciativa de la Fundaci¨®n Barcelona Comer?, con la aquiescencia del Ayuntamiento. Un tipo de atracci¨®n al que -dicho sea de paso- numerosas ciudades europeas y espa?olas recurren en ¨¦poca navide?a desde hace un mont¨®n de a?os. Una pista que, durante algunas semanas, ocupar¨¢ un espacio p¨²blico emblem¨¢tico, s¨ª. Exactamente igual que hizo en su d¨ªa la Setmana del Llibre en Catal¨¤ y lo mismo que hacen anualmente la Fira de Santa Ll¨²cia en los alrededores de la catedral, la Fira de Reis en la Gran Via, la Fira del Llibre d'Ocasi¨® en el paseo de Gr¨¤cia, los tiovivos en las fiestas mayores de barrio, etc¨¦tera. Todas ellas -subray¨¦moslo- actividades lucrativas para quienes las regentan; ?o es que alguien ha exigido alguna vez a los feriantes de Santa Ll¨²cia que, a cambio de ocupar un espacio p¨²blico, regalen sus caganers?
La pista de hielo no nos sacar¨¢ de la crisis, pero menos lo har¨¢ el anticapitalismo de pacotilla con el que se intenta hacerle frente
Entonces, ?a qu¨¦ vienen la presunta pol¨¦mica y esas escu¨¢lidas protestas que han acompa?ado a la apertura de la pista? Para saberlo, fij¨¦monos en cu¨¢les son los colectivos hostiles a la instalaci¨®n; por mi parte, he identificado tres: vecinos, indignados e Iniciativa per Catalunya Verds.
En cuanto a los vecinos, y tras inspeccionar minuciosamente los cuatro puntos cardinales de la plaza de Catalunya, no alcanzo a descubrir otra cosa que oficinas, grandes almacenes, bancos y alg¨²n hotel. ?De qu¨¦ vecinos hablamos, pues? Porque si se trata de los directivos de la Federaci¨®n de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB), la representatividad de esos vecinos profesionales ya qued¨® acreditada en mayo de 2010, cuando apoyaron la reforma de la Diagonal promovida por el gobierno municipal de Jordi Hereu... y luego esta fue rechazada por casi el 80% de los votantes barceloneses.
Es comprensible que los sedicentes indignados hayan sentido la instalaci¨®n de la pista de hielo como una violaci¨®n intolerable de su espacio sagrado -siempre sat¨¦lite de la Puerta del Sol, eso s¨ª-, de esa hect¨¢rea urbana de la que se apoderaron la pasada primavera para convertirla en un h¨ªbrido entre asentamiento n¨®mada y poblado de Tarz¨¢n (lo digo por las chozas en las copas de los ¨¢rboles). Pero la plaza no es suya, es de todos. Y si ellos la ocuparon durante largas semanas hace medio a?o, ahora tienen por lo menos el mismo derecho a hacerlo los comerciantes preocupados por reactivar las ventas, las familias con ni?os deseosas de regalarse un rato de distracci¨®n.
En fin, ah¨ª ha estado Iniciativa. La misma formaci¨®n pol¨ªtica que se enternec¨ªa al ver a los perroflautas duch¨¢ndose en las fuentes ornamentales de la plaza (eso eran "usos ciudadanos", seg¨²n Ricard Gom¨¤) encuentra ahora inadmisible la presencia del pabell¨®n de hielo y apela como argumento adicional al consumo energ¨¦tico. S¨ª, claro que la pista consume energ¨ªa, igual que la iluminaci¨®n navide?a; incluso la consum¨ªan aquellos abetos presuntamente ecol¨®gicos y sostenibles de la se?ora Imma Mayol, que adem¨¢s costaron un congo, seguro que los recuerdan. ?Pues qu¨¦!, ?acaso Barcelona deber¨ªa parecerse en estas fechas a Varsovia en 1950, pongamos por caso?
Ciertamente, la pista de hielo no nos sacar¨¢ de la crisis, pero menos todav¨ªa lo har¨¢n el anticapitalismo de pacotilla y el provincianismo miope con que algunos tratan de hacerle frente.
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador.
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