Perdidos
No parece que haber perdido las ¨²ltimas elecciones sea el principal problema del socialismo espa?ol. A cualquiera en su lugar (se diga lo que se diga) le hubiera ocurrido lo mismo. Una crisis como esta, tan global y sist¨¦mica como depredadora, necesitaba algo m¨¢s que diligencia y grandes dosis de buena voluntad por parte de los gobernantes nacionales de turno. Al igual que ocurri¨® en 1929, lo que ahora se necesita de manera prioritaria es un enfoque del desastre verdaderamente alternativo. Un nuevo paradigma desde el que poder abordar, con algunas garant¨ªas de ¨¦xito, el enorme fiasco provocado por esa escandalosa y c¨®mplice inoperancia mostrada por las instituciones y ¨®rganos reguladores de los mercados financieros. El problema es que quienes deb¨ªan proponer este nuevo paradigma llevan m¨¢s de una d¨¦cada sin dedicar algo m¨¢s de una tarde reflexionar sobre el proceloso mundo que les rodea.
La pregunta es: qu¨¦ hac¨ªa la socialdemocracia europea mientras el pensamiento ¨²nico se adue?aba de todo, abrazando sin reservas la est¨²pida teor¨ªa del crecimiento ilimitado, y preso de la fascinaci¨®n por la enorme capacidad que mostraba el sector financiero para generar ganancias sin fin, muy por encima de las que pod¨ªan obtenerse en aquellas actividades inversoras ligadas a la "econom¨ªa real".
En un mundo en el que los mercados lideraban, libres de interferencias y con ¨¦xito m¨¢s que evidente la econom¨ªa mundial, probablemente se pens¨® que la pol¨ªtica podr¨ªa dedicarse a gestionar las cuestiones dom¨¦sticas, imprimir su particular sello ideol¨®gico, y practicar el agradecido arte de captar votos utilizando para ello el presupuesto p¨²blico. Aunque, eso s¨ª, reduciendo al mismo tiempo los impuestos para no cabrear al personal.
La enorme paradoja, sin embargo, de este desinter¨¦s de la socialdemocracia por la econom¨ªa global es que ¨¦sta le devuelve ahora el favor ignor¨¢ndola por completo. En el caso de Espa?a, adem¨¢s, este proceso ha discurrido en paralelo al creciente deterioro de la calidad del sistema democr¨¢tico en su conjunto. Con unos partidos pol¨ªticos encerrados en s¨ª mismos y con una muy escasa dotaci¨®n de capital humano en su seno, unas instituciones p¨²blicas inoperantes; en muchos casos, despilfarradoras, y siempre ineficientes; y una atm¨®sfera general que propicia la corrupci¨®n frente al m¨¦rito y el trabajo bien hecho, debiera esperarse de los socialistas espa?oles algo m¨¢s que un "rearme ideol¨®gico" que les devuelva las se?as de identidad perdidas.
Lo crean, o no, el desprestigio de la pol¨ªtica (del que no solo ellos son responsables, pero que solo a ellos afecta electoralmente) guarda una correlaci¨®n directa con la forma en que han funcionado las instituciones del Estado democr¨¢tico y con el modo en que se han gestionado los asuntos p¨²blicos (sea quien sea el partido responsable en cada momento).
Solo enfrent¨¢ndose abiertamente a ambos problemas (la gobernanza de la globalizaci¨®n y la p¨¦rdida de calidad democr¨¢tica) el PSOE podr¨¢ resurgir de sus cenizas. En cualquier otro caso seguir¨¢n perdidos y a la deriva. Como hasta ahora.
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