Un gitano en el malec¨®n
El decorado evoca unos soportales habaneros y media docena de m¨²sicos, nada m¨¢s levantarse el tel¨®n, hacen como si disputaran una partida callejera de dados. Un poquito de ambientaci¨®n bulliciosa para que Pitingo presentara anoche su nuevo trabajo, Malec¨®n Street, en la primera de las tres fechas consecutivas programadas en el Calder¨®n, su teatro talism¨¢n. Sigue siendo opinable que lo de Antonio Manuel ?lvarez constituya una buena noticia para el nuevo flamenco, pero no le podremos negar la capacidad de convocar a un p¨²blico abundante, entusiasta. Repeinado y elegant¨®n como ¨¦l, que altern¨® blanco y negro a la manera de un gal¨¢n.
Con su bien acreditada vocaci¨®n de transformar el flamenco en variet¨¦, ?lvarez march¨® este a?o a Cuba para descubrir que "cubano y gitano acaban en ano" (sic). Y, vaya, parece claro que no necesit¨¢bamos ni semejante hallazgo po¨¦tico ni que nos descubrieran unas sonoridades caribe-?as que ya ten¨ªamos bien referenciadas. Pero cuando se viene de, ejem, aflamencar a Donna Summer o Stevie Wonder, cualquier decisi¨®n resulta tranquilizadora. Felicit¨¦monos de que el bajista y productor Yadam haya conseguido que Pitingo suene menos afectado y manierista en Quiz¨¢s, quiz¨¢s o El manisero. Hasta es notable su lectura contenida, a media voz, de un bolerazo como Nosotros.
A Pitingo le acaba afeando su afici¨®n al pastiche, a que sus conciertos parezcan dise?ados por Jos¨¦ Luis Moreno. Alterna un aceptable Son de la loma con el momento Eurovisi¨®n de Contigo en la distancia, a d¨²o con una Merche embutida en lentejuela roja. Ofrece un interludio flamenco junto a la guitarra m¨¢gica de Juan Carmona, pero emerge entre humo, como si en vez de un cantaor esper¨¢semos a Houdini. Y lo termina abaratando todo, un flamenco de marca blanca. Buler¨ªa Alipende, rumba Hacendado: productos para consumo cotidiano y poco pretencioso.
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