Ornitorrinco
En el asunto que concierne a los negocios de I?aki Urdangar¨ªn, los medios espa?oles corren el riesgo de actuar, sin ser muy conscientes de ello, como ese ni?o del cuento de Manuel Rivas, La lengua de las mariposas. Abducido por la maldad gregaria, corre lanzando piedras e insultos a su viejo profesor sencillamente porque toca hacerlo. Al ver ahora a tantos volcados contra Urdangarin no ser¨¢ raro que alguno le llame ornitorrinco o espiritrompa, como hace el ni?o rebuscando insultos contra su profesor antes adorado, pero eso s¨ª, todo esto ocurre despu¨¦s de abierta la veda.
Un poco como le sucedi¨® a Jaime de Marichalar tras su divorcio, llega a la par la ca¨ªda de los consejos de administraci¨®n, la retirada de su mu?eco del museo de cera y el que los medios se tomen la licencia para disparar. Cay¨® la invisible barrera antimisiles y lleg¨® la hora del derribo. Es la investigaci¨®n judicial la que merece las alabanzas, no precisamente la period¨ªstica. Para el duque de Palma, y habr¨ªa que a?adir de Valencia, est¨¢ claro que ambos gobiernos, ojal¨¢ que no sean modelo para Mariano Rajoy en su andadura, fueron una atracci¨®n infecciosa. Corromp¨ªan todo lo que tocaban, ya fueran estudios de arquitectura, infraestructuras recreativas o aeroportuarias, visitas papales y, por supuesto, fundaciones. Estas ¨²ltimas son las instituciones perfectas para nuestra corrupci¨®n asumida. La prensa, en lugar de plantearse una cierta cr¨ªtica a los congresos y peripecias del instituto Noos, se limitaba a asistir, celebrar el catering y tomar notas hasta de la conferencia del futbolista Etoo.
Sucede as¨ª habitualmente. Los medios se quejan de ser meros voceadores de los comunicados de prensa, de las comparecencias que no admiten preguntas, pero tambi¨¦n ellos aceptan muchas veces ese papel¨®n sin la menor actitud period¨ªstica. Por eso resulta tan rid¨ªculo verlos ahora salir a tirar piedras al drag¨®n que ya no echa fuego por la boca y echar mano del hacha para hacerse medallas con la madera del ¨¢rbol ca¨ªdo. A los articulistas nos llega ahora la pieza como carro?a nutritiva, pero nadie nos la sirvi¨® desnuda cuando el traje del emperador todo lo cegaba. Es una cruel lecci¨®n de nuestro papel en la sociedad. Gritar ornitorrinco cuando llega la hora de sumar insultos.
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