Esperanzas racionales para un futuro mejor
La confianza ciega en el capitalismo puro disminuye en Estados Unidos. Los adultos j¨®venes ya no est¨¢n tan convencidos de que sea el modelo ideal para siempre jam¨¢s. Empiezan a surgir experiencias alternativas
Por naturaleza soy bastante optimista, pero la primera d¨¦cada del siglo XXI ha puesto enormemente a prueba esa tendencia natural. El secuestro en 2000 de las elecciones presidenciales estadounidenses por parte del Tribunal Supremo, supuesto garante del orden constitucional en Estados Unidos; el crimen contra la humanidad del 11 de septiembre de 2011, que cometieron unos terroristas islamistas; la invasi¨®n de Irak, amparada en ideas completamente equivocadas sobre la responsabilidad de ese pa¨ªs en los atentados y sobre su supuesto arsenal de "armas de destrucci¨®n masiva"; la negativa a tomar medidas de relevancia para minimizar el cambio clim¨¢tico o la decidida eliminaci¨®n por parte de Wall Street y de los funcionarios del Gobierno federal de los necesarios controles a la especulaci¨®n introducidos por el New Deal en la d¨¦cada de 1930, son solo algunos de los fen¨®menos que, por decirlo de forma suave, me han hecho dudar de las motivaciones y mecanismos mentales de nuestros dirigentes pol¨ªticos.
El cooperativismo progresa en Estados Unidos. Ya incluye a 30 millones de adultos
Unos 14 Estados barajan seguir el ejemplo de Dakota del Norte, que gestiona un banco p¨²blico
El 15 de diciembre pasado apareci¨® en The New York Times un art¨ªculo que me llev¨® a contemplar el futuro de la raza humana con un ligero optimismo. Se titulaba ?Trabajadores-propietarios de Estados Unidos, un¨ªos!, y su autor, Gar Alperovitz, es profesor de Econom¨ªa Pol¨ªtica en la Universidad de Maryland. No le conozco personalmente, pero hace tiempo que le admiro, por haber publicado en 1995 The decision to use the atomic bomb [La decisi¨®n de utilizar la bomba at¨®mica] un estudio muy documentado, que no solo demostraba el peso de los deseos de venganza por el ataque contra Pearl Harbor y la necesidad de salvar vidas de estadounidenses, haciendo innecesaria una invasi¨®n terrestre de Jap¨®n, sino que tambi¨¦n explicitaba las motivaciones y consejos de los muchos cient¨ªficos, militares y pol¨ªticos que estaban a favor de lanzar la bomba en una zona poco poblada para demostrar a los japoneses el incre¨ªble poder de destrucci¨®n de la nueva arma sin necesidad de acabar con la vida de decenas de miles de personas inocentes.
El art¨ªculo del profesor Alperovitz en The New York Times eval¨²a la importancia de varias tendencias pol¨ªticas de los ¨²ltimos a?os que pr¨¢cticamente nadie ha mencionado mientras el debate p¨²blico se centraba en los planes de austeridad, la recapitalizaci¨®n bancaria, las ventajas y desventajas de recuperar las leyes reguladoras que mantuvieron las t¨¢cticas de Wall Street en niveles relativamente honrados entre 1940 y 1980, las considerables reducciones de las pol¨ªticas de bienestar aplicadas despu¨¦s de la II Guerra Mundial en los pa¨ªses m¨¢s desarrollados, y las pol¨ªticas financieras de las grandes potencias y de la Uni¨®n Europea.
A continuaci¨®n figuran algunos de los datos econ¨®micos e ideol¨®gicos que el profesor Alperovitz eval¨²a. En torno a 30 millones de adultos estadounidenses (de un total de 311 millones de habitantes) son copropietarios de empresas del tercer sector o de cooperativas de cr¨¦dito. "M¨¢s de 13 millones de estadounidenses se han convertido en trabajadores-propietarios de m¨¢s de 11.000 empresas pertenecientes a sus empleados, seis millones m¨¢s del total de afiliados a sindicatos del sector privado". En la Cleveland actual, una ciudad muy afectada por la decadencia de la industria metal¨²rgica de EE UU a finales del siglo XX, existe "un grupo integrado de empresas cooperativas, que en parte se mantiene por la capacidad de compra de grandes hospitales y universidades, lleva la voz cantante en la instalaci¨®n local de paneles de energ¨ªa solar, as¨ª como en la organizaci¨®n de servicios de lavander¨ªa verde y de un invernadero hidrop¨®nico de uso comercial, capaz de producir m¨¢s de 13 millones de lechugas al a?o".
Muchos Gobiernos municipales y estatales est¨¢n invirtiendo en nuevos negocios locales y adquiriendo parte de los mismos. En la actualidad, unos 14 Estados est¨¢n barajando seguir el ejemplo de Dakota del Norte, que gestiona eficazmente un banco p¨²blico, lo cual permite a los empresarios solicitar cr¨¦ditos en su entorno, sin tener que recurrir a entidades lejanas y controladas por Wall Street. El autor a?ade tambi¨¦n que unos 15 Estados est¨¢n pensando organizar "alg¨²n tipo de sistema sanitario centralizado o de sanidad p¨²blica".
A la luz de los ejemplos concretos que da el art¨ªculo, queda claro que en realidad solo una parte muy peque?a de la econom¨ªa estadounidense utiliza las t¨¦cnicas de gesti¨®n cooperativa, alabadas por el autor, que se basan en que el trabajador tambi¨¦n sea propietario de su empresa. Por otra parte, creo que aplicar diversos planes de asistencia sanitaria centralizada en varios de los 50 Estados norteamericanos ser¨ªa una pesadilla para los ciudadanos que se trasladaran de uno a otro. Sin embargo, desde el punto de vista pr¨¢ctico, la introducci¨®n de planes estatales independientes s¨ª podr¨ªa ser ¨²til para proporcionar unos pocos a?os de experiencia con normas diferentes, lo cual podr¨ªa ayudarnos a decidir qu¨¦ caracter¨ªsticas son preferibles para un plan sanitario federal o nacional. Adem¨¢s, un plan de atenci¨®n sanitaria centralizado para todo el pa¨ªs solo ser¨¢ viable cuando los estadounidenses superen, tanto los rid¨ªculos prejuicios que dictan que la gesti¨®n privada siempre es mejor que la p¨²blica como la disposici¨®n a preguntarse siquiera por qu¨¦ en las ¨²ltimas d¨¦cadas las estad¨ªsticas sanitarias de muchos pa¨ªses con sistemas de salud nacionales son mejores que las estadounidenses.
En sus conclusiones provisionales, el profesor Alperovitz escribe que "aunque hace tiempo que la poblaci¨®n estadounidense es partidaria del modelo capitalista, puede que eso tambi¨¦n est¨¦ cambiando. En 2009, una encuesta Rasmussen indic¨® que los estadounidenses menores de 30 a?os estaban "divididos en dos mitades equiparables" en lo tocante a si prefer¨ªan el capitalismo o el socialismo". Esta referencia me parece desconcertante, porque la encuesta Rasmussen, que donde m¨¢s se cita es en los noticiarios de la conservadora cadena Fox, ha sido criticada por muchas otras empresas demosc¨®picas, que la acusan de exagerar los porcentajes de sentimiento partidista republicano entre la poblaci¨®n de EE UU.
Sin embargo, es bastante posible que desde el punto de vista de Rasmussen sea importante advertir a los amos capitalistas de que, en proporci¨®n, los adultos j¨®venes no son tan antisocialistas como sus padres. Cuando el imperio sovi¨¦tico se derrumb¨® entre 1989 y 1990, afortunadamente sin mucha violencia, los intelectuales conservadores de Estados Unidos celebraron "el fin de la historia", queriendo decir que la derrota sovi¨¦tica en la guerra fr¨ªa demostraba que el capitalismo era el ¨²nico modelo de desarrollo pol¨ªtico-econ¨®mico exitoso y que, con ligeras modificaciones, servir¨ªa de patr¨®n principal para el conjunto del futuro humano.
No obstante, por desgracia, quienes dominaban la pol¨ªtica estadounidense y brit¨¢nica en la d¨¦cada de 1990 no incluyeron entre sus ejemplos de modelos de futuro exitosos los de los pa¨ªses escandinavos. En su opini¨®n, el Estado de bienestar hab¨ªa sido necesario para combatir los supuestos atractivos del modelo sovi¨¦tico. Cuando este fracas¨® de forma espectacular y total, pensaron que hab¨ªa llegado el momento de reducir los servicios sociales introducidos en sus pa¨ªses despu¨¦s de la II Guerra Mundial.
Yo creo que lo que el mundo necesita es una combinaci¨®n flexible, que conjugue el capitalismo regulado que ejemplifica el New Deal estadounidense con los servicios sociales de los que curiosamente fue pionera la Alemania imperial de finales del siglo XIX y que los Gobiernos escandinavos del siglo XX desarrollaron, convirti¨¦ndolos en norma. Hoy en d¨ªa, y todav¨ªa m¨¢s en el futuro pr¨®ximo, el hecho de que la poblaci¨®n mundial crezca con rapidez hace absolutamente necesario alg¨²n tipo de planificaci¨®n a escala mundial para la utilizaci¨®n de unos recursos naturales limitados y para controlar de alg¨²n modo el cambio clim¨¢tico. Tambi¨¦n necesitamos desarrollar a escala internacional la econom¨ªa cooperativa que el profesor Alperovitz nos dice que est¨¢ aumentando en Estados Unidos con la intenci¨®n de superar el desastre econ¨®mico de 2008. Es una conjunci¨®n de elementos en modo alguno f¨¢cil, pero s¨ª necesaria.
Gabriel Jackson es historiador. Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo.
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