'Cambio, change, wechsel, valuta'
El turismo dentro de las fronteras de Europa se ha convertido casi en turismo de proximidad. Los kil¨®metros siguen ah¨ª, pero, una d¨¦cada m¨¢s tarde y miles de vuelos de bajo coste despu¨¦s, el ritual del viajero preeuro, que deb¨ªa cambiar moneda antes de tostarse en las playas de Torremolinos o Benidorm, es historia para millones de turistas. Ya no rastrean en busca del cartel que dice cambio, change, exchange, wechsel, valuta.
"Hoy d¨ªa, el 80% de los extranjeros que visitan Espa?a tienen euros tambi¨¦n en su pa¨ªs. Eso da confianza al viajero, evita engorros y, sobre todo, proporciona estabilidad al mercado", resume ?scar Perelli, director del ¨¢rea de estudios e investigaci¨®n de Exceltur, lobby de las grandes empresas tur¨ªsticas espa?olas. Al margen del turista brit¨¢nico, aferrado todav¨ªa a la libra, para el resto de comunitarios, clientes habituales del sol y la playa espa?oles, todo es m¨¢s f¨¢cil. Los franceses cruzan la frontera en coche a Catalu?a o el Pa¨ªs Vasco para escapadas de fin de semana y de paso ponen gasolina para ahorrarse unos c¨¦ntimos. Y no solo facilita el ocio. "El euro ha permitido simplificar el complejo panorama que representaba tener que operar con las distintas monedas de los pa¨ªses y sus diferencias de precio. Evita el riesgo del tipo de cambio y permite que sea mucho m¨¢s sencilla la composici¨®n de la oferta de tarifas, lo que ha contribuido claramente a reducir costes internos de gesti¨®n", valora Alberto de la Torre, director financiero de la Instituci¨®n Ferial de Madrid (Ifema). Durante su primera d¨¦cada de vida dentro de los bolsillos de los europeos, la moneda ha disfrutado de fortaleza, lo que ha facilitado la internacionalizaci¨®n de las empresas y en parte ha amortiguado los repuntes del precio del petr¨®leo. M¨¢s estable que la peseta, ha coexistido con tipos de inter¨¦s bajos que facilitaron la expansi¨®n a las empresas tur¨ªsticas a costa de endeudamientos baratos.
No todo son ventajas: Espa?a en los noventa ya no era el para¨ªso econ¨®mico que percib¨ªan en los setenta muchos extranjeros. Con el euro y un aumento del nivel de vida, las diferencias de precio entre capitales como Roma, Par¨ªs o Barcelona se han ido encogiendo todav¨ªa m¨¢s. "Ahora el reto ya no es atraer a turistas en masa por ser un pa¨ªs con una oferta tur¨ªstica barata, sino porque ofrezcamos valor a?adido. Y eso pasa, sobre todo en ciertas zonas del litoral muy anticuadas, por una puesta al d¨ªa de la oferta", apunta Perelli. -
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