Dinamarca
Celebramos diez a?os de la implantaci¨®n del euro. Para conmemorarlo, las televisiones recurren al mismo plano ilustrativo. Resmas de billetes antes de ser guillotinados para su circulaci¨®n y m¨¢quinas expendedoras de monedas que escupen euros como una boca rota escupe dientes. El dinero es adorado, a nada nos sometemos con mayor sumisi¨®n. El dinero justifica ya hasta la traici¨®n a los valores que construimos laboriosamente durante siglos. El azar ha querido que la presidencia de turno de la UE, en plena labor de salvamento de la moneda com¨²n, recaiga en Dinamarca. Precisamente en uno de esos pa¨ªses de la UE que no comparte nuestra moneda y del que se rumorea que pueda acompa?ar a la Gran Breta?a en su ruptura.
En meses pasados corri¨® el rumor de que Sarkozy se enfrent¨® con la presidenta danesa, Helle Thorning-Schmidt, hasta hacerla llorar en una reuni¨®n en Bruselas. Suena a leyenda urbana, pero si se invent¨® fue para dar idea de hasta qu¨¦ punto el presidente franc¨¦s ha convertido esta batalla en algo personal. Su p¨¦sima relaci¨®n con Cameron engorda ya las hemerotecas. La presidenta danesa, apodada Gucci-Helle por sus camaradas de partido socialdem¨®crata, tiene pedigr¨ª conservador aunque est¨¢ casada con el hijo de Neil Kinnock, l¨ªder laborista brit¨¢nico en tiempos de hegemon¨ªa de Thatcher. La dama de hierro, o de whisky con hielo seg¨²n sus biograf¨ªas, disfruta un rescate edulcorado y puntual, no en vano es la santa patrona de las pol¨ªticas actuales, reina de la desigualdad social y la laminaci¨®n de los servicios p¨²blicos.
Dinamarca, con su monarqu¨ªa constitucional, su biling¨¹ismo y hasta directores de cine de moda como Nicolas Winding Refn y su pel¨ªcula Drive, no huele tan mal como se dice. Expende receta de pa¨ªs peque?o, con los impuestos m¨¢s altos de Europa, pero tambi¨¦n los sueldos m¨¢s elevados. ?Por qu¨¦ solo imitamos lo primero? Entre los lugares menos corruptos del planeta, es cabeza de lista para Reporteros sin Fronteras en su baremo sobre libertad de expresi¨®n y prensa. Presume de servicios sociales, por no hablar de una s¨®lida radio y televisi¨®n p¨²blica que se costea con un canon por usuario y que, he aqu¨ª a¨²n otro detalle inc¨®modo, depende directamente del Ministerio de Cultura.
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