Una diputada nada conservadora
En segundo plano con Cameron, Louise Mensch busca la fama lejos de la pol¨ªtica
La diputada conservadora Louise Mensch (1971) sabe muy bien c¨®mo sacar partido a los medios. Partidaria quiz¨¢s de la vieja cita cervantina "que hablen de m¨ª, aunque sea mal", le ha bastado posar con aires vampirescos en la revista GQ, vestida con falda de cuero de Dolce & Gabbana (590 euros) y blusa de L'Agence (330 euros) para provocar una catarata de comentarios de prensa. ?Bingo!
Hace unos a?os, cuando a¨²n era muy joven y trabajaba para la discogr¨¢fica EMI, habr¨ªa dejado de lado el bingo y se habr¨ªa ido a por la l¨ªnea. O, mejor dicho, la raya. Un pecadillo de juventud que ella pens¨® que al trascender acabar¨ªa con su carrera pol¨ªtica pero no hizo m¨¢s que afianzarla. Y es que, con la ayuda de su segundo marido, el veterano promotor musical Peter Mensch (promotor de grupos de heavy metal como Metallica, Jimmy Page y Red Hot Chili Peppers con el que se cas¨® el a?o pasado), esta mujer de 40 a?os es capaz de darle la vuelta a todo y hacerse amiga de sus enemigos.
Nacida en una familia acomodada, cat¨®lica y art¨ªstica, mantuvo su nombre de soltera, Louise Bagshawe, para firmar las novelas que le dieron la fama suficiente para arropar el inicio de su carrera pol¨ªtica. Thrillers rom¨¢nticos con t¨ªtulos como Desir¨¦, Glitz, Glamour, Venus Envy. Entr¨® en los Comunes en 2010, al ganar el esca?o por la circunscripci¨®n de Corby, hasta entonces laborista. La solidez de su carrera pol¨ªtica suscita debate. En parte por su trayectoria: se hizo tory a los 14 a?os, pero le bast¨® autodefinirse como "liberal en lo social y conservadora en lo econ¨®mico" para justificar su brev¨ªsima fuga al laborismo de Tony Blair en 1996.
En julio del a?o pasado derrot¨® al anonimato que esconde a tantos diputados conservadores de a pie: fue una de las estrellas en la Comisi¨®n de Cultura de los Comunes que interrog¨® al magnate australiano Rupert Murdoch por las escuchas del News of the World. No solo por su buena actuaci¨®n parlamentaria: la criticaron por ausentarse de una sesi¨®n para recoger a sus tres hijos en la escuela.
Unos d¨ªas despu¨¦s recibi¨® una misteriosa comunicaci¨®n de un periodista con nombre aparentemente ficticio pregunt¨¢ndole si era cierto que en los a?os noventa consumi¨® coca¨ªna con el violinista Nigel Kennedy en un club de Birmingham. Ella pens¨® que su carrera estaba acabada, pero su marido la anim¨® a hacer frente al problema. "Todos hacemos idioteces de j¨®venes", acept¨®. La gente, los medios y sus colegas hicieron la vista gorda aplicando la doctrina Cameron: en drogas, lo que se hizo antes de llegar al Parlamento no cuenta...
Luego empezaron a llegar las entrevistas glamurosas. Primero en The Guardian, que se interes¨® por sus idilios con la cirug¨ªa est¨¦tica. Se queja de que el primer ministro David Cameron no le ha dado ni el m¨¢s humilde de los cargos y prefiere ser ministra a ganar el premio Booker de novela. "Pero si me dan a elegir entre hacer una pel¨ªcula
o estar en el Gabinete, elijo la pel¨ªcula...", confiesa sin que siquiera se lo hayan preguntado.
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