Maldad
El hombre est¨¢ dotado de un enorme poder de maldad, de sa?a; es capaz de lo sublime y due?o de la mazmorra, donde encierra un coraz¨®n perverso. Y el periodismo es veh¨ªculo de esos horrores. La televisi¨®n determina la densidad del mal a trav¨¦s de im¨¢genes que se trufan con los ruidos dom¨¦sticos, con el propio brillo de la pantalla. Es la caja de la maravilla y del horror, y uno transita por ella como un zombi.
Vi en el telediario de Pepa Bueno (La Uno) una s¨ªntesis eficaz, pormenorizada, de esa maldad del hombre; en alg¨²n momento, la periodista avis¨® de que la cadena iba a extremar las costuras de su libro de estilo (el nuestro dice: "Las fotograf¨ªas con im¨¢genes desagradables solo se publicar¨¢n cuando a?adan informaci¨®n") para ofrecer algunas de estas esquinas del horror. Un grupo de hombres armados orinaban sobre otros hombres muertos, cad¨¢veres desarmados sobre los que ca¨ªa la ignominia soez de la que es capaz la prepotencia. Soldados norteamericanos que se re¨ªan de sus v¨ªctimas como si estas fueran postes de la luz. M¨¢s all¨¢, en Tailandia, el descubrimiento de que un desalmado hab¨ªa almacenado cientos de perros a la espera de su sacrificio para no s¨¦ qu¨¦ fiesta que armaban los tailandeses; Pepa Bueno avis¨®: esto es terrible, cuidado al mirar.
Los trenes italianos avisan de que es peligroso asomarse a la ventana; en la televisi¨®n esto lo dicen de vez en cuando, puede causar horror asomarse. Y a fe que esas im¨¢genes, aquella en Afganist¨¢n, esta en Tailandia, muestran distintas gradaciones del horror que resultar¨ªa insoportable en la ficci¨®n y que en la realidad llama a la verg¨¹enza propia. ?Qu¨¦ hacer, no mirar?
La televisi¨®n tiene que mirar, como tiene que mirar en Hait¨ª, que fue el tercer horror de las im¨¢genes. En este caso, fue la naturaleza la que a?adi¨®, con su catastr¨®fico temblor de tierra, herida y muerte al horror haitiano; pues all¨ª se sufre hambre y miseria, y esas ya exist¨ªan, y son consecuencia de la culpa del hombre, la naturaleza ha venido a hurgar de manera despiadada en el desastre. Pero es el hombre, siempre est¨¢ ah¨ª, con su hacha feroz poblando de ignominia la memoria de los telediarios.
En La Sexta, El intermedio hizo antolog¨ªa de Camps y Costa. Pero estos ya son otros horrores, tachaduras perversas del mundo de los humanos.
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