El vicio
Por lo mucho que se practica, robar debe de ser una actividad ¨ªntimamente ligada a la naturaleza humana. Por lo mucho que se incurre en eso de hacer propio lo ajeno este popular vicio aparece en el ranking de los mandamientos de todas las iglesias. Por ser una tendencia poderosa en el ser humano siempre hay un momento en la educaci¨®n de una criatura en la que los padres deben ense?ar al hijo a devolver lo sustra¨ªdo y pedir perd¨®n. Pero hay padres, madres o adultos con edad de serlo que, por lo visto, no aprendieron la lecci¨®n. En realidad, se roba mucho m¨¢s de lo que se admite. Hay gente que razona con mucho salero que incluso hay objetos que est¨¢n puestos ah¨ª, como pidi¨¦ndote que te los metas en el bolso, y que el hotel, el restaurante o el centro de trabajo ya cuentan con ello, es m¨¢s, que tienen una partida destinada a lo que los usuarios afanan. Hay honrados espa?oles que esquilmaron las excavaciones arqueol¨®gicas de su pueblo. Y qu¨¦. Hay mucho patriota que defrauda a Hacienda. Y, por supuesto, ha habido en estos a?os muchos que despilfarraron el dinero p¨²blico y se metieron un porcentaje en el bolsillo. Por una simple raz¨®n, porque era f¨¢cil y lo hac¨ªa todo el mundo, como dicen que dijo el c¨¦lebre duque en su descargo.
Hay momentos hist¨®ricos que animan esa codicia. En cuanto a lo que ha sido la cultura reinante, la del pelotazo intoxic¨® todas las artes humanas. Pero alguna ense?anza se podr¨¢ extraer de todo esto. Me niego a que el desastre sea est¨¦ril. Sabemos ya, por ejemplo, que los pol¨ªticos no pueden actuar sin un severo control de los t¨¦cnicos de la Administraci¨®n. Nos convencieron de que lo democr¨¢tico era que la clase pol¨ªtica ejerciera todo el poder econ¨®mico, sin impertinentes funcionarios metiendo las narices en sus cuentas. Pero el autocontrol no funcion¨®. Y est¨¢ claro que no se les puede dejar solos.
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