"Es una prioridad defender el Estado de Derecho"
Ollanta Humala quiere que la Administraci¨®n llegue a todos los rincones de su pa¨ªs. Y se muestra contrario a la legalizaci¨®n de las drogas
Sin disciplina no funciona nada".
Le bautizaron como Ollanta, "el guerrero que todo lo ve", y ya en su juventud anid¨® en ¨¦l la vocaci¨®n militar. "Yo aconsejar¨ªa a los j¨®venes, hombres y mujeres, que vivan esa experiencia. El Ej¨¦rcito me ayud¨® a conocer mejor el Per¨², a valorar su diversidad: es un pa¨ªs informal, a muchos de cuyos territorios el Estado simplemente no llega. Tambi¨¦n me ense?¨® el tema del orden, aprend¨ª a trabajar en el seno de una instituci¨®n. Se ha hecho una lectura equivocada de mi condici¨®n de militar. Parte de mi vida la he pasado ah¨ª y por eso lo que quiero es institucionalizar. En mi caso, que procedo de una familia de clase media acomodada, me ha permitido adem¨¢s interactuar con otros niveles socioecon¨®micos de la poblaci¨®n. Es otra forma de escuchar al pueblo".
"En el Per¨² hay seguridad jur¨ªdica. Respetamos lo que firmamos"
"No soy de izquierdas. Soy un nacionalista que ha recogido las banderas de la justicia social"
"Quedan grupos violentos en algunas zonas, pero su derrota es solo cuesti¨®n de tiempo"
"En el Per¨² y en otros pa¨ªses de Am¨¦rica, el problema es la falta de institucionalidad"
"Espa?a es nuestro socio m¨¢s importante en la UE. Creo que acierta al fomentar las cumbres iberoamericanas"
"El Per¨² es un pa¨ªs de oportunidades, la puerta de Am¨¦rica. S¨¦ que hay otras, pero la nuestra es la principal"
En el primer encuentro que sostuvimos, antes de celebrar esta entrevista, me sorprendi¨® su timidez, que le hac¨ªa parecer huidizo. Tambi¨¦n el hecho de que, contra lo que suelen hacer los pol¨ªticos, estuviera dispuesto a escuchar, sin sentir la necesidad imperiosa de colocarme un discurso, de demostrar que todo lo sabe. Yo ten¨ªa de ¨¦l la imagen estereotipada que la mayor¨ªa de los medios occidentales y la casi totalidad de los de su pa¨ªs hab¨ªan difundido: un militar golpista, un Ch¨¢vez a la peruana que hab¨ªa cambiado la exuberancia caribe?a por la severidad del inca, pero que en el fondo constitu¨ªa la misma amenaza para la democracia que la representada por cualquiera otro de los caudillos latinoamericanos de nuevo cu?o. Cuando, contra muchos pron¨®sticos, se situ¨® como el candidato capaz de disputarle a la hija de Fujimori la banda presidencial, la derecha de su pa¨ªs aline¨® todas las fuerzas frente a este hombre menudo, cuya sobriedad impresiona. Se acumularon contra ¨¦l procesos judiciales, historias macabras y acusaciones, algunas tan peregrinas como la de ser propietario de un buen reloj que su esposa le hab¨ªa regalado en su aniversario de boda. Pero incluso los m¨¢s ecl¨¦cticos analistas europeos no tuvieron empacho en se?alar que la elecci¨®n entre Keiko y Ollanta era algo muy parecido a optar entre la peste y el c¨®lera. Seg¨²n ellos, la primera respond¨ªa al modelo de capitalismo corrupto y sanguinario que el padre hab¨ªa encarnado mientras el comandante era una versi¨®n local del castrismo del siglo XXI que acabar¨ªa hundiendo al pa¨ªs en la miseria y la represi¨®n. Quien primero me ayud¨® a escapar de este diagn¨®stico tan sectario y simplista fue Lula, poco tiempo despu¨¦s de abandonar el sill¨®n presidencial brasile?o. As¨ª se lo coment¨¦, por cierto, a Mario Vargas Llosa durante el descanso de un partido Madrid-Barcelona en el Bernab¨¦u. Poco despu¨¦s, un art¨ªculo del premio Nobel en EL PA?S contribu¨ªa a disipar los temores y la confusi¨®n de muchos votantes que, detestando lo que significaba Keiko, no se decid¨ªan a apoyar con su sufragio la llegada al poder de un militar de tintes progresistas. La actitud de Mario result¨® probablemente decisiva para el resultado final de los comicios. La derechona no se lo ha perdonado, porque Per¨² se sumaba as¨ª a la lista de las rep¨²blicas de Am¨¦rica Latina encabezadas por un gobernante de izquierdas.
-?De izquierdas? Yo no soy de izquierdas -protesta Humala con rotundidad-. Yo soy un nacionalista que ha recogido las banderas de la justicia social. En realidad, esa divisi¨®n entre izquierda y derecha es algo del pasado. Termin¨® con la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn.
Le comento una frase suya, le¨ªda en el ¨²nico libro en el que ha explicado de alguna manera su ideario, una larga entrevista con el todav¨ªa candidato a presidente, realizada por el periodista canario Ram¨®n P¨¦rez Almod¨®var.
-Usted dijo que Sendero Luminoso, en su violencia, hizo imposible el proyecto de izquierda en el Per¨² por muchos a?os.
-Y as¨ª es, por eso a?ado que yo soy de abajo, y ahora soy de todos, el presidente de todos los peruanos, no solo de quienes me votaron.
-Tambi¨¦n asegura que lo m¨¢s trabajoso y dif¨ªcil es construir una alternativa pol¨ªtica dentro del sistema democr¨¢tico y contar con una buena base ideol¨®gica. La alternativa la logr¨®, ha llegado al poder. ?Cu¨¢l es su ideolog¨ªa?
-Me he comprometido a respetar el Estado de derecho. Como digo, esas divisiones entre izquierda, derecha y centro est¨¢n obsoletas, pero sigue siendo dif¨ªcil construir un movimiento pol¨ªtico nuevo.
Esboza una sonrisa p¨ªcara cuando le digo que en todo caso vendr¨¢ de abajo, pero ahora est¨¢ arriba, oteando el horizonte como el antiguo jefe inca. "Hay que gobernar para todos", insiste, "y muchas veces es preciso tomar decisiones que sorprenden a algunos de los que nos apoyaron, pero por lo dem¨¢s est¨¢ claro que yo no me identifico con la derecha".
Se le nota a gusto hablando de estas cuestiones. Todav¨ªa en el Ej¨¦rcito, y despu¨¦s de su alzamiento en armas contra Fujimori, del que fue amnistiado durante la transici¨®n a la democracia, Humala obtuvo un t¨ªtulo en Ciencias Pol¨ªticas por la Universidad Cat¨®lica de Lima y m¨¢s tarde prosigui¨® estudios de la misma especialidad en Par¨ªs, donde ocup¨® el cargo de agregado militar en la embajada, igual que en Corea del Sur.
-A m¨ª me interesa que me juzguen por mis hechos, m¨¢s que por mis palabras. No doy muchas entrevistas, pr¨¢cticamente ninguna, quiz¨¢ porque sufr¨ª durante mucho tiempo la animadversi¨®n casi general de los medios. La idea que yo tengo del nacionalismo no tiene nada que ver con lo que sugieren los movimientos nacionalistas europeos. Nos encontramos ante realidades muy diferentes. Mientras en Europa es de d¨ªa, en Sudam¨¦rica es de noche; mientras all¨ª es invierno, aqu¨ª es verano. En Europa, el nacionalismo contribuy¨® a la divisi¨®n y el enfrentamiento, gener¨® incluso dos guerras mundiales. En el caso de los llamados Estados emergentes, nuestro nacionalismo trata de integrar la realidad del Estado, y tambi¨¦n las relaciones con el resto de los pa¨ªses de la zona.
En mi opini¨®n, le comento, Am¨¦rica Latina ha retrocedido en ese proceso de integraci¨®n. Hay varias l¨ªneas de fractura en el continente, algunas tan obvias como la que separa las naciones del Pac¨ªfico de las del Atl¨¢ntico, otras encarnadas por experimentos pol¨ªticos que amenazan la institucionalidad democr¨¢tica si no han acabado ya con ella. "Ustedes en el Per¨² tienen suerte", a?ado, "est¨¢n en la orilla de moda, en la que mira hacia Asia". ?l discrepa de mi an¨¢lisis. "Han mejorado las perspectivas de integraci¨®n en la regi¨®n", asegura. "No soy partidario de distinguir entre pa¨ªses pro y antidemocr¨¢ticos. Fortalezcamos lo que nos une. Hemos logrado que Am¨¦rica Latina no tenga tropas extranjeras en su territorio. Unasur es una realidad pujante, ayudar¨¢ a que las decisiones que se tomen en la OEA sean m¨¢s eficientes, o, en todo caso, puede convertirse en una alternativa...". ?Hay forma de solucionar los problemas latinoamericanos en una instituci¨®n en la que no est¨¢n los Estados Unidos? Existen all¨ª cincuenta millones de hispanohablantes y el producto interior bruto que generan es superior incluso al de Espa?a. En mi opini¨®n -abundo- los Estados Unidos tambi¨¦n pertenecen a Latinoam¨¦rica. "Pero Am¨¦rica Latina no pertenece a los Estados Unidos", replica. "Unasur responde a una realidad, a un mercado de m¨¢s de setecientos millones de habitantes en el que hay dos grandes polos, Brasil y M¨¦xico, pero del que se benefician mucho los pa¨ªses medianos y peque?os. Los conflictos entre Ecuador y Colombia, por ejemplo, se han podido resolver gracias a esa organizaci¨®n, que en este punto ha sido mucho m¨¢s eficaz que la propia OEA. Y tenemos proyectos muy interesantes, como la creaci¨®n de un cuerpo de observadores electorales latinoamericanos que garantice la limpieza democr¨¢tica de los comicios. Si vienen observadores de fuera, ?por qu¨¦ no podemos nosotros tambi¨¦n tenerlos?".
Cuando pasamos, sin embargo, de las generalidades a los casos concretos, aprecio una leve inseguridad en sus respuestas, quiz¨¢ fruto de un discurso elaborado con posterioridad al triunfo electoral. Pero suena sincero y parece decidido a poner en pr¨¢ctica lo que dice. Ollanta Humala salt¨® a la fama, en su pa¨ªs y fuera de ¨¦l, el 29 de octubre del a?o 2000. Ese d¨ªa se levant¨® en armas en la ciudad de Locumba al frente de una tropa de 72 soldados y dirigi¨® un Manifiesto a la Naci¨®n, documento que dio carta de naturaleza a sus aspiraciones y visi¨®n pol¨ªtica. ?l ha explicado hasta la saciedad que su pronunciamiento fue en defensa del orden constitucional vulnerado por Fujimori, y tambi¨¦n como protesta por la aplicaci¨®n del Manual de Contrainsurgencia ME 41-7, que ordenaba a los militares la liquidaci¨®n f¨ªsica de los l¨ªderes y colaboradores de los movimientos terroristas, aun cuando no estuvieran armados.
-Aquel documento vulneraba todas las convenciones internacionales sobre trato al enemigo y derecho humanitario. Hubo muchos oficiales que se negaron a aplicarlo, yo entre ellos. El levantamiento de Locumba fue contra Fujimori porque ¨¦l hab¨ªa violado la Constituci¨®n, con el apoyo del alto mando de las Fuerzas Armadas. Como oficial tuve que plantearme si deb¨ªa ser leal a los vladigenerales (1) o a mi Ej¨¦rcito, la Constituci¨®n y las leyes. Decid¨ª esto ¨²ltimo.
-Como consecuencia de aquel manual antiterrorista se cometieron muchos delitos de lesa humanidad. Usted protest¨® durante la campa?a por el hecho de que se haya perseguido a militares, la mayor¨ªa de baja o media graduaci¨®n, por la comisi¨®n de dichos cr¨ªmenes, mientras ning¨²n pol¨ªtico o autoridad civil, ninguno de los que podr¨ªamos llamar autores intelectuales del genocidio, ha sido sancionado. ?Abrir¨¢ ahora desde el poder un proceso de responsabilidades al respecto?
-Lo que yo he expresado es mi pensamiento, pero no est¨¢ en nuestras pol¨ªticas inmediatas exigir una rendici¨®n de cuentas. Y no creo que eso deba hacerse desde la Presidencia de la Rep¨²blica. En todo caso, le corresponder¨ªa al Poder Judicial, o al Congreso de la Naci¨®n. Nuestra prioridad es pacificar el pa¨ªs. A partir de que eso se logre, podr¨¢n asumirse las responsabilidades de los Gobiernos que cometieron delitos.
Humala estuvo destinado en 1992 como capit¨¢n de un batall¨®n en el pueblo de Madre M¨ªa, en el Alto Huallaga. Particip¨® en varias acciones armadas contra Sendero Luminoso y fue testigo de la forma de actuar y de relacionarse con la poblaci¨®n de aquel movimiento subversivo que tuvo en jaque al Per¨² durante quince a?os. En las zonas remotas del pa¨ªs, donde el Estado brillaba por su ausencia, Sendero se comportaba como la verdadera autoridad local, dirig¨ªa las actividades educativas y sanitarias, incluso las comerciales, sometiendo a los lugare?os mediante la amenaza de enfrentarles a "juicios populares" que les llevaban al fusilamiento si no cumpl¨ªan con lo establecido. Le pregunto si podr¨ªa considerarse que lo que vivi¨® Per¨² aquellos a?os tuvo las caracter¨ªsticas de una guerra civil.
-?De ninguna manera! -enf¨¢tico-. Sendero, en su desesperaci¨®n porque no lograba los objetivos que persegu¨ªa, decidi¨® concentrarse en el terrorismo y el sabotaje. Ni siquiera practicaba la lucha de guerrillas. ?Qu¨¦ proyecto pol¨ªtico se puede construir en base a ese pasado? El Per¨² no puede perder la memoria, las heridas no est¨¢n cerradas y a¨²n quedan grupos violentos que contin¨²an operando en algunas zonas. Todav¨ªa no podemos voltear la p¨¢gina, pero lo que est¨¢ claro es que estos movimientos no tienen ninguna chance, su derrota total es solo cuesti¨®n de tiempo.
Institucionalizar, institucionalizar, institucionalizar, esa parece ser la obsesi¨®n de este militar metido a pol¨ªtico que durante dos horas de entrevista hizo no menos de una decena de referencias a la necesidad de reforzar y respetar el Estado de derecho. ?C¨®mo concretar este programa, cu¨¢les son los objetivos a plazo inmediato? "Llevar el Estado al interior del pa¨ªs. Un Estado que garantice la diversidad, la multiculturalidad, pero funcione como una unidad. Fortalecer el mercado interno tambi¨¦n, porque no hay una demanda nacional fuerte. Y diversificar la econom¨ªa".
-No me negar¨¢ que por mucho que la diversifique, la miner¨ªa es un factor esencial en el desarrollo peruano que est¨¢ generando mucha controversia. Usted enfrenta ahora un contencioso con las autoridades locales de Cajamarca que ha provocado incluso un cambio de gabinete y la ca¨ªda del primer ministro.
-El cambio de gabinete se debi¨® a la necesidad de mejorar el ensamble del mismo, estableciendo una sola l¨ªnea pol¨ªtica que sea seguida por todos los ministros. Es el presidente el que tiene la responsabilidad de marcar esa l¨ªnea, porque lo ha elegido el pueblo. En cuanto a lo de Cajamarca, se inscribe en una serie de conflictos que son herencia del pasado. Hay una mala relaci¨®n hist¨®rica entre la miner¨ªa y las actividades renovables. Per¨² era una sociedad agraria hasta la llegada de los espa?oles, que fueron quienes comenzaron las explotaciones mineras. Desde entonces se ha vivido esta tensi¨®n, agudizada ahora porque los pueblos altoandinos padecen un estr¨¦s h¨ªdrico. Simplemente no tienen agua. Mejor dicho, la tienen, pero no se ha construido la infraestructura que permita su represamiento. La poblaci¨®n ha perdido adem¨¢s la confianza, tanto en las empresas mineras como en el Estado. Ahora se pretende decir que hay que elegir entre el oro y el agua, pero han coincidido siempre, y pueden seguir haci¨¦ndolo. Como nacionalista, pienso que ambos son regalos de Dios, aunque para nosotros lo fundamental es el agua, para el consumo de la poblaci¨®n primero y para las actividades agr¨ªcolas o industriales despu¨¦s. Se da la circunstancia de que Cajamarca es una zona que aporta mucho al desarrollo minero y sin embargo es de las regiones m¨¢s pobres del pa¨ªs. Por eso las dudas que exhiben las comunidades son leg¨ªtimas, y el Estado debe resolverlas, pero tambi¨¦n es una prioridad defender el Estado de derecho.
Me permito argumentar nuevamente sobre la importancia de las inversiones en miner¨ªa para el desarrollo y crecimiento del pa¨ªs y me comenta que solo se explotan ahora entre el 12% y el 14% de los recursos potenciales, al tiempo que insiste en su concepto del necesario orden de las cosas ("me gustan que funcionen dentro de una instituci¨®n") y en la prioridad de las atenciones sociales, que deben prestarse incluso antes que la propia actividad de las empresas. "Los proyectos mineros han de ir acompa?ados de otros de car¨¢cter agr¨ªcola o ganadero. Miner¨ªa y agricultura pueden convivir". Restablecer la confianza sigue siendo algo clave y reitera su deseo de hacerlo mediante el di¨¢logo, sin que nadie "se d¨¦ a las trompadas", de modo que si hay ocupaciones, cortes de carreteras o acciones similares, avisa estar dispuesto a aplicar la ley sin titubeos.
En medio de esa pol¨ªtica de impulso a la agricultura, ?qu¨¦ hacer con los cultivos masivos de hoja de coca? ?Qu¨¦ le parecen los reclamos de expresidentes de varios pa¨ªses como Zedillo (M¨¦xico), Gaviria (Colombia), Lagos (Chile) o Cardoso (Brasil) para legalizarla o despenalizarla?
-Hay que distinguir entre la hoja de coca y la droga.
-De acuerdo, pero la hoja sigue siendo la materia prima indispensable para la fabricaci¨®n de coca¨ªna.
-Yo estoy en contra de la legalizaci¨®n de las drogas. A las drogas hay que combatirlas mediante la interdicci¨®n y la investigaci¨®n en el lavado de activos y dinero. El agricultor que cultiva coca no es el primer eslab¨®n en la cadena de la droga, sino su primera v¨ªctima. Se puede crear una pol¨ªtica de cultivos alternativos de modo que, por ejemplo, la Empresa Nacional de Hoja de Coca se plantee comprar tambi¨¦n caf¨¦ o cacao, que aun siendo menos rentables empiezan a alcanzar precios competitivos.
-?Est¨¢ dispuesto a utilizar al Ej¨¦rcito en la represi¨®n de las mafias del narcotr¨¢fico, como se ha hecho en M¨¦xico?
-No es una tarea que corresponda a las Fuerzas Armadas, sino a la Polic¨ªa. Y es algo que no podemos hacer solos, se trata de una tarea, ?c¨®mo dir¨ªa?... transnacional. Por supuesto, no es imaginable un Plan Colombia para Per¨².
-Habl¨¢bamos antes de falta de confianza en la cuesti¨®n minera. A partir de la actual crisis internacional, esa ausencia de fe en los que gobiernan por parte de numerosos sectores de la poblaci¨®n se da en muchos pa¨ªses. Hay una tendencia en Europa a denigrar a la clase pol¨ªtica, a todos los pol¨ªticos, a los que se les califica de ineptos y corruptos de forma generalizada. ?Siente como propias estas acusaciones?
-El pol¨ªtico es un hombre p¨²blico, y todos tienen derecho a opinar sobre ¨¦l y emitir un juicio particular. Yo creo que en el Per¨² y en otros pa¨ªses de Am¨¦rica Latina el problema fundamental es la falta de institucionalidad, que afecta a muchos sectores, pero primordialmente a la existencia y funcionamiento de los partidos. Tambi¨¦n es verdad que el pol¨ªtico cuando llega al poder tiende a distanciarse de la gente, le rodea una parafernalia de honores y seguridad que le atrapa por completo y no le deja moverse libremente. Yo trato de evitar esta soledad, este distanciamiento, me gusta hacer deporte, correr por las calles vecinas a palacio y manejar mi auto. Cuando lo hago, me detengo en los sem¨¢foros en rojo y dejo cruzar a los peatones, que se sorprenden al verme al volante. En la pol¨ªtica hago tambi¨¦n de ch¨®fer. Conduzco una combi (2) que me han dado con muchos pasajeros. No todos quieren que yo sea el que gu¨ªe y discuten sobre ad¨®nde hay que ir. Adem¨¢s la combi y la carretera no est¨¢n en muy buen estado y tengo que tener cuidado en las curvas, no agarrarlas a mucha velocidad, no vayan a marearse algunos o tengamos un accidente. Pero yo te aseguro que soy un hombre de palabra y al final de mi periodo les habr¨¦ conducido hacia donde he prometido hacerlo.
-?Y a una futura reelecci¨®n? Usted es muy joven...
-No es un tema en la agenda.
De momento, el autob¨²s se dirige a Europa, a dos destinos muy precisos: Espa?a y Davos.
-Usted sabe que Davos est¨¢ considerado como la feria mundial del capitalismo. ?Qu¨¦ les va a decir a los ricos del mundo all¨ª reunidos?
-Les voy a explicar la realidad del Per¨² y a animarles a que inviertan en el pa¨ªs. Tenemos un manejo serio y estable de la pol¨ªtica macroecon¨®mica, perfectamente compatible con nuestra lucha por la inclusi¨®n social y en favor de la igualdad. Per¨² es un pa¨ªs muy atractivo para hacer negocios y las proyecciones apuntan que la econom¨ªa crecer¨¢ en un rango de 5.5% este a?o, lo que la ubica como una de las de mayor desarrollo de la regi¨®n, a pesar de la crisis internacional. Pero no todo es crecimiento. Hay que dar la batalla contra la pobreza, promoviendo pol¨ªticas de inclusi¨®n social. Tenemos metas muy claras: eliminar la desnutrici¨®n cr¨®nica y la mortalidad infantil, por ejemplo. Estamos tambi¨¦n garantizando que cada vez haya m¨¢s hogares que cuenten con servicios b¨¢sicos como agua potable, electricidad, saneamiento y tecnolog¨ªa. Hemos puesto varios planes en marcha que potencian la educaci¨®n, a trav¨¦s de la concesi¨®n de becas, y mejoran la dieta alimentaria de la poblaci¨®n, pues las escuelas proporcionan desayuno diario a todos los alumnos. En el Per¨² hay mucho potencial para hacer empresa. Lo que queremos es que las inversiones se hagan teniendo en cuenta que el progreso debe ser para todos. En Davos voy a explicar tambi¨¦n que en el Per¨² hay seguridad jur¨ªdica para sus inversiones, que respetamos lo que firmamos. Algunos no entienden que yo pueda tener mis sentimientos y convicciones particulares, pero que en ning¨²n caso van a primar respecto a lo que se tiene que hacer. Dicen que soy un pragm¨¢tico, pero yo considero que m¨¢s bien soy objetivo, o trato de serlo, as¨ª como trato de ser justo. Ser bueno no es muy dif¨ªcil, lo dif¨ªcil es ser justo, y a eso me aplico.
-?En cuanto a Espa?a?
-Es nuestro socio m¨¢s relevante en la Uni¨®n Europea y nos une a ella un pasado centenario, una lengua, una cultura, una tradici¨®n. Nuestras relaciones pol¨ªticas y empresariales tienen una larga data y son muy importantes para mi pa¨ªs. Espa?a acierta en su pol¨ªtica de seguir fomentando las cumbres iberoamericanas y es de admirar el esfuerzo que hace el Rey por no estar ausente de ninguna, incluso cuando ha sufrido alguna enfermedad o impedimento f¨ªsico.
-?C¨®mo se comportan los inversores espa?oles en Per¨²?
-Son muchos, y algunos tan considerables como Telef¨®nica o Repsol, pero hay cada vez m¨¢s peque?as y medianas empresas que se est¨¢n instalando aqu¨ª, e incluso jubilados que han decidido cobrar la pensi¨®n en Espa?a y residir en nuestro pa¨ªs. (3) Yo enfatizar¨ªa a los dirigentes de esas empresas la importancia de lo social, la necesidad de que establezcan buenas relaciones con las comunidades y contribuyan a las pol¨ªticas de inclusi¨®n. Por lo dem¨¢s, el Per¨² es un pa¨ªs de oportunidades, la puerta de Am¨¦rica; bueno, ya s¨¦ que hay otras puertas, o ventanas, por donde ingresar, pero la nuestra es la principal -sonr¨ªe.
-?Y han hecho los espa?oles algo mal, de lo que arrepentirse?
-Se llevaron dos cuartos de plata y uno de oro -estalla en carcajadas, rememorando el rescate que los incas pagaron por su jefe Atahualpa, secuestrado por Pizarro. Una vez los espa?oles hubieron cobrado, asesinaron al inca.
Todav¨ªa en Espa?a cuando queremos ponderar el alto precio o exaltar la calidad de algo decimos que "vale un Per¨²". El antiguo virreinato, en donde los conquistadores persiguieron ¨¢vidamente el descubrimiento de El Dorado, se emancip¨® de la metr¨®poli en 1821. No mejoraron con ello las condiciones de los ind¨ªgenas y desde entonces queda pendiente la resoluci¨®n de eso que Humala llama la inclusi¨®n social. Sigue siendo en muchos aspectos un pa¨ªs en busca de su propia identidad, aquella que le permita construir un Estado presente en todo el territorio y asumir una movilidad social que ensanche su clase media y fortalezca el mercado interno, en la estela de las experiencias que Brasil ha protagonizado en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Este guerrero que todo lo ve y que hoy gobierna el Per¨² es un hombre correoso y amable. Posee mayores inquietudes intelectuales que la generalidad de los de su profesi¨®n y, desde luego, transmite sinceridad y convicci¨®n en lo que dice. Proyecta adem¨¢s una imagen de decencia muy necesaria en los tiempos que corren. Humala pertenece a una nueva generaci¨®n de pol¨ªticos latinoamericanos que ha emergido de lo que ¨¦l conceptualiza como golpes de Estado de masas (aunque no se refiere directamente a ello, pienso yo que tambi¨¦n en esa categor¨ªa encajar¨ªan los cambios pol¨ªticos del norte de ?frica).
-En cierta medida, algo tienen que ver con los indignados. En apenas unos a?os, las movilizaciones populares tumbaron tres presidentes en Ecuador, dos en Bolivia, uno en Argentina y uno en el Per¨² (Fujimori). Eso propici¨® el nacimiento de nuevos l¨ªderes, pero la clase pol¨ªtica peruana tradicional cre¨® una transici¨®n que les permitir¨ªa seguir en el poder. En otros pa¨ªses, esa clase pol¨ªtica fue borrada del mapa. En el Per¨² no, y hasta seis meses antes de las elecciones no me daban ninguna chance. Y ya usted ve.
Lo que mucha gente quiere saber es si el triunfador del torneo cambiar¨¢ las reglas del juego. Todo indica que no lo har¨¢. -Pasa a la p¨¢gina siguiente
(1) Los generales corruptos y fieles a Vladimiro Montesinos, hombre fuerte del Fujimorato, actualmente en la c¨¢rcel. / (2). Autob¨²s. / (3). Residentes espa?oles me comentaron que conocen los casos de varios perceptores del seguro de desempleo que est¨¢n sin embargo trabajando en Lima al tiempo que cobran el subsidio de paro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.