Desmontando al expresidente
Fabra intenta distanciarse de Camps sin levantar ampollas en el PP
El presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, asumi¨® el cargo hace seis meses tras la repentina dimisi¨®n de su antecesor Francisco Camps, implicado en los esc¨¢ndalos del caso G¨¹rtel. En estos seis meses, en los que han pasado por el Palau de la Generalitat dos presidentes y tres Gobiernos distintos, Alberto Fabra ha buscado desmarcarse cuanto ha podido de su antecesor, cuya imagen se ha asociado a la mala gesti¨®n, el despilfarro y la corrupci¨®n.
De hecho, desde la cena anual del PP regional celebrada a finales de agosto en Castell¨®n ambos pol¨ªticos no han coincidido en acto p¨²blico alguno. Durante las largas sesiones del juicio por el caso de los trajes, ni Fabra ni ninguno de sus consejeros desfilaron por el Tribunal Superior de Justicia para dar ¨¢nimos al procesado, como s¨ª hicieron Rita Barber¨¢, Juan Cotino, Alfonso Rus y Rafael Blasco junto a varias decenas de cargos de segunda l¨ªnea.
El presidente ha removido las vigas del Gobierno que recibi¨® en herencia
En el medio a?o que ha transcurrido desde que Fabra tom¨® posesi¨®n del cargo, la din¨¢mica del Consell ha cambiado de manera sustancial. Con cuidado de romper el menor n¨²mero de platos posible, el jefe del Consell ha removido buena parte de la herencia que le dej¨® Camps en el gabinete.
Y lo ha hecho en dos fases. Primero le pidi¨® a la vicepresidenta del Consell Paula S¨¢nchez de Le¨®n que le comunicase al portavoz parlamentario, Rafael Blasco, que sus servicios ya no eran apreciados en el Consell. Especialmente despu¨¦s de varios incidentes de descoordinaci¨®n entre el grupo parlamentario y el Gobierno y la direcci¨®n regional del PP. La consecuencia ha sido que Blasco, que convenci¨® a Camps para cambiar la ley de Gobierno y poder estar presente en las reuniones sin ser consejero -confiado en que su situaci¨®n ser¨ªa transitoria-, ha dejado de acudir a los plenos semanales del Ejecutivo.
La segunda fase la acometi¨® Fabra estas Navidades con la llegada al Gobierno de Mariano Rajoy, Primero cambi¨® la imagen del Consell. Fabra aprovech¨® el nombramiento de S¨¢nchez de Le¨®n como delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana para aupar a su hombre de confianza, Jos¨¦ Ciscar, a la vicepresidencia y convertirlo en la nueva imagen del Consell al retirar la portavoc¨ªa a la consejera de Turismo, Lola Johnson. Un movimiento que le ha permitido incluir en su equipo a otra persona de su confianza, la exalcaldesa de Torrent Mar¨ªa Jos¨¦ Catal¨¢ como nueva consejera de Educaci¨®n y Empleo.
D¨ªas m¨¢s tarde, el nombramiento como presidente de Adif de Enrique Verdeguer, le permiti¨® a Fabra demostrar que piensa ejercer su presidencia sin ninguna tutela. El presidente opt¨® por nombrar al empresario M¨¢ximo Buch, sin ninguna vinculaci¨®n con el partido, como nuevo consejero de Econom¨ªa.
Alberto Fabra tambi¨¦n ha buscado desmarcarse de Camps en las formas. Ha abierto las puertas de su despacho a colectivos a los que nunca recibi¨® su antecesor, en un intento de recuperar la normalidad institucional, aunque ello no se haya traducido en un cambio de pol¨ªtica en el PP.
Pero, probablemente, el mayor de los cambios haya sido el forzado por la grave crisis econ¨®mica. Dando una de cal y otra de arena, Alberto Fabra intenta poner orden en la gesti¨®n de un Gobierno en el que Camps no quer¨ªa saber nada de las malas noticias.
Y la consecuencia ha sido la decisi¨®n de mirar hacia adelante, sin reivindicar m¨¢s de lo necesario la herencia recibida de Camps, dando carpetazo a una manera de funcionar que ha provocado algunos de los esc¨¢ndalos m¨¢s sonoros de la ¨²ltima d¨¦cada.
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