Leer y escribir
Cuenta un viejo libro de psicolog¨ªa que, en 1894, un fiscal de Valencia informaba al fiscal del Tribunal Supremo que en un juicio, cuando se requiri¨® al presidente del jurado que leyera el veredicto, aquel argument¨® que no pod¨ªa hacerlo pues apenas sab¨ªa deletrear; cuando el presidente de Sala opt¨® por solucionar el problema nombrando a otro presidente del jurado, nadie acept¨® por la misma raz¨®n que el primero; al final uno de ellos accedi¨® a leer el veredicto con la condici¨®n de que nadie se riera por su forma de leer. Seg¨²n parece, por entonces eran frecuentes las anulaciones del jurado por este tipo de razones y por su incoherencia en la contestaci¨®n a las preguntas del veredicto, todo lo cual no s¨®lo retrasaba la acci¨®n judicial sino que adem¨¢s creaba un clima social de desprestigio y desconfianza en la propia instituci¨®n del jurado. Un siglo y pico despu¨¦s las cosas han cambiado poco, salvo que ahora parece que leemos pero seguimos sin saber escribir, al menos seg¨²n ese famoso veredicto sobre el caso Camps, abarrotado de faltas de ortograf¨ªa.
Sin embargo, leer y escribir deber¨ªan ser otra cosa en los tiempos actuales. Leer es interpretar y entender correctamente las cosas que ocurren a nuestro alrededor, y escribir es actuar en consecuencia. En este sentido, nos estamos comportando como aut¨¦nticos analfabetos. Europa, sea lo que sea eso, gobierna los pa¨ªses, Rajoy interviene las autonom¨ªas, ¨¦stas fiscalizan las instituciones locales y nosotros, los ciudadanos, le arreamos un sopapo al compa?ero de pupitre, ya sea un jurado, un pol¨ªtico o un funcionario cualquiera. Y no digo que alguno no se lo merezca, por supuesto, pero culpar de todo al que est¨¢ cerca por lo que est¨¢n haciendo otros en la lejan¨ªa es una estupidez, casi dir¨ªa una falta de ortograf¨ªa.
Es curioso que cuanto m¨¢s se acerca la administraci¨®n al ciudadano, m¨¢s se alejan los centros de poder. Y, cuanto m¨¢s se alejan, m¨¢s sumisos somos con ellos. Antiguamente llamaban a esto sadomasoquismo, s¨¢dicos con los que nos rodean y dependen de nosotros, y masoquistas al aceptar las maldades de los que consideramos autoridad. Agresi¨®n autoritaria con unos y sumisi¨®n autoritaria con los otros, dicho de distinta manera. Sin duda, una manera perversa de leer y escribir en tiempos revueltos.
Sin embargo, las letras est¨¢n clar¨ªsimas. M¨¢s de cuatro a?os con recortes y penurias crecientes, millones de parados y desaparici¨®n de derechos adquiridos con mucho esfuerzo, junto con la propuesta de solucionar el problema con m¨¢s recortes, m¨¢s paro y menos derechos. No resulta muy dif¨ªcil leer estos signos y habr¨¢ que ponerse a escribir entre todos que esto no se hace ni estamos dispuestos a consentirlo.
Malas son las faltas de ortograf¨ªa, pero es peor que otros escriban tu vida y aceptar la lectura con sumisi¨®n y en silencio.
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