Contrastes
Velada de contrastes. Comenz¨® con cuatro preludios de Debussy, orquestados por Colin Matthews, donde se les hel¨® el alma a todos aquellos (y son muchos) que conoc¨ªan la versi¨®n original para piano. No se comprende c¨®mo tanta belleza puede reducirse a la vulgaridad m¨¢s vacua e inconsistente. Y menos a¨²n que tal vacuidad la firme un colaborador de Deryck Cooke en la importante reconstrucci¨®n de la inacabada D¨¦cima Sinfon¨ªa de Mahler. Los preludios se tocaron en un orden distinto al se?alado en el programa, pero no radic¨® ah¨ª el problema. La evocaci¨®n de las arpas en Voiles tiene, en la versi¨®n pian¨ªstica, una poes¨ªa y una consistencia que desaparecieron con esa inmensa orquesta (dotada, para m¨¢s ensa?amiento, con dos arpas aut¨¦nticas). Le vent dans la plaine y Ce qu'a vu le Vent d'Ouest vieron escamoteados el v¨¦rtigo que produce la rapid¨ªsima figuraci¨®n dispuesta para ambas manos del pianista, convirti¨¦ndose en una hueca c¨¢scara de sonidos diseminados por todo el escenario. Y la famos¨ªsima Cath¨¦drale engloutie perdi¨® esa vibraci¨®n submarina de las viejas campanas para quedarse en una hortera y lamentable exhibici¨®n de instrumentos varios. Hubo m¨¢s Debussy despu¨¦s, la Fantas¨ªa para piano y orquesta, esta vez, menos mal, sin transcripciones. L¨¢stima que se tratara de una p¨¢gina juvenil, todav¨ªa inmadura y de rumbo incierto, aunque tiene inter¨¦s para calibrar la evoluci¨®n del compositor. Nelson Freire actu¨® en ella como pianista delicado y de limpia sonoridad.
LONDON SYMPHONY ORCHESTRA
Michael Tilson Thomas, director. Nelson Freire, piano. Obras de Debussy y Berlioz. Palau de la M¨²sica. Valencia, 29 de enero de 2012.
Tras esa primera parte, bastante prescindible, lleg¨® la Sinfon¨ªa fant¨¢stica de Berlioz, obra maestra servida, adem¨¢s, con gracia y entusiasmo. Michael Tilson Thomas enunci¨® la idea fija -ese hallazgo del compositor franc¨¦s que tanto juego dar¨ªa a los m¨²sicos del XIX- de forma et¨¦rea, como una m¨²sica so?ada. De un sue?o (alentado por el opio) se trata, en efecto. Idea fija que fue adquiriendo ropajes distintos hasta descoyuntarla en el aquelarre. El vals tambi¨¦n tuvo algo de incorp¨®reo, mientras que La marcha del cadalso se abord¨® sin pa?os calientes, al igual que el sabbat. Posiblemente no toque hurtarle a los dos movimientos finales el violento car¨¢cter rom¨¢ntico que tienen. La delicadeza, asimismo rom¨¢ntica, estuvo presente en los tres primeros. Adem¨¢s: es la otra cara de Berlioz.
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