Angelo Dundee, el mentor de los m¨¢s grandes del boxeo
Form¨® a numerosos campeones del mundo, entre ellos, a Muhammad Ali
Las estrellas no siempre son los primeros actores. Detr¨¢s de bambalinas suele ocurrir que alg¨²n genio maneja los hilos. Angelo Dundee fue solo un entrenador. Pero el m¨¢s grande entre los grandes. Si el discutible boxeo ha sobrevivido a su dureza y sus miserias, ¨¦l tuvo una gran parte del m¨¦rito. Fue el mentor de las m¨¢ximas figuras de la historia del pugilismo en las ¨²ltimas d¨¦cadas del siglo XX y, sobre todo, del m¨¢s grande, Muhammad Ali. Pero no se qued¨® ah¨ª y demostr¨® su calidad con todo un rosario de boxeadores que tambi¨¦n marcaron la historia en los cuadril¨¢teros: George Foreman y Jimmy Ellis, tambi¨¦n pesos pesados, o medios y welters como Ray Sugar Leonard, Carmen Basilio o Jos¨¦ Mantequilla N¨¢poles, entre muchos otros.
Puli¨® la t¨¦cnica de pugilistas como Basilio, Foreman o Sugar Ray Leonard
Dundee, al poco tiempo de fallecer Joe Frazier, en noviembre pasado, estuvo en el 70? cumplea?os de Ali. Fue hace dos semanas. A su regreso a Clearwater, en la costa oeste de Florida, tuvo que ser hospitalizado a causa de un co¨¢gulo. Cuando parec¨ªa recuperarse, el mi¨¦rcoles falleci¨® tras sufrir un ataque al coraz¨®n. Ten¨ªa 90 a?os.
Se llamaba en realidad Angelo Mirena, nacido en Filadelfia de origen totalmente italiano. Pero se cambi¨® el apellido cuando lo hizo su hermano mayor, Johnny, por otro que le pareci¨® m¨¢s sonoro cuando empez¨® su carrera como boxeador. ?l prefiri¨® ser preparador y acert¨® de lleno. Puli¨® a grandes pugilistas, desde Basilio, que llen¨® gran parte de la ¨¦pica box¨ªstica de los a?os cincuenta en sus combates con el legendario Ray Sugar Robinson, hasta Foreman, al que volvi¨® a hacer campe¨®n del mundo a los 45 a?os. Curiosamente, 20 a?os antes, Foreman hab¨ªa perdido ante Ali en el c¨¦lebre combate de Kinshasa (Congo) y, tras la derrota, entre las acusaciones de que hab¨ªa sido drogado, incluy¨® otra a Dundee por aflojar demasiado las cuerdas del ring, lo que favoreci¨® la t¨¢ctica de esquivas geniales de su rival.
No hubiera sido extra?o. La estrella de Muhammad Ali brill¨® mucho m¨¢s gracias a Dundee, un sobreviviente de la primera ¨¦poca mafiosa del boxeo, pero que supo sacar partido, adem¨¢s de a su talento, a sus peque?as ma?as. Ali vivi¨® con ¨¦l todos sus mejores a?os, encauzando su car¨¢cter tan particular y sacando a¨²n m¨¢s partido a su enorme calidad innata. Aunque Dundee gan¨® su primer t¨ªtulo mundial -de los m¨¢s de 10 que obtuvo- con Carmen Basilio en 1955, su espaldarazo lleg¨® con Ali. Fue en la pol¨¦mica victoria sobre Sonny Liston en 1964 con el famoso golpe que nunca pareci¨® tan potente como para derribar a su cori¨¢ceo oponente. Pero fue el principio de la leyenda de Ali, que sigui¨® bajo sus ¨®rdenes demoliendo a tantos, como Archie Moore, Floyd Patterson, Frazier o Foreman, entre muchos otros, pero sobre todo construyendo un mito.
Dundee, tras la retirada de Ali, demostr¨® su talento al no desaparecer con su fulgor. Inmediatamente pas¨® a preparar otra estrella, Leonard, considerado uno de los mejores estilistas de la historia. Sus combates con Marvin Hagler o Tommy Hearns, pese a su brutalidad, pueden haber sido los m¨¢ximos ejemplos de por qu¨¦ ha perdurado el boxeo. Desde una est¨¦tica particularmente emocionante, de esgrima, hasta el terrible tel¨®n de fondo del KO.
En su ¨²ltima etapa, Dundee se traslad¨® de Nueva York a Miami, antes de residir en Clearwater, donde con m¨¢s de 80 a?os a¨²n segu¨ªa aconsejando a j¨®venes boxeadores. Incluso viaj¨® a Australia para preparar a Russell Crowe en su interpretaci¨®n del excampe¨®n mundial de los primeros tiempos del boxeo moderno, James J. Bradock. En Cinderella Man: el hombre que no se dej¨® tumbar, aparece como Angelo, el entrenador.
Est¨¢ desde hace m¨¢s de 20 a?os en el Sal¨®n de la Fama del Boxeo, pero era algo obvio. Lo m¨¢s importante es que se trata de uno de sus miembros m¨¢s ilustres. La brillantez de su carrera y lo que hizo por su duro deporte traspas¨® todas las fronteras.
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