En el mapa
Lo conseguimos. Nos ha costado tiempo y mucho dinero p¨²blico, eso es verdad, pero reconozcamos que, en este caso, la bondad del fin alcanzado justifica la enorme magnitud de los medios empleados. La Comunidad Valenciana (y Valencia en particular) es en la actualidad una de las marcas geogr¨¢ficas m¨¢s reconocidas en todo el orbe occidental. Desde Washington a Bruselas, desde el FMI a Standard & Poor's, desde el Financial Times a Le Monde, todos muestran su sorpresa por el fen¨®meno o dedican sendos editoriales y reportajes a la ex¨®tica singularidad exhibida por esta entra?able regi¨®n del sudeste del Mediterr¨¢neo.
Desde la ¨¦poca en la que ¨¦ramos la avanzadilla del dise?o y la innovaci¨®n (all¨¢, a principios de los noventa), cuando presum¨ªamos de ser la regi¨®n con el mayor super¨¢vit comercial de Espa?a y tener una de las industrias de bienes de consumo m¨¢s internacionalizadas y din¨¢micas del sur de Europa, no se hab¨ªa visto nada igual.
Cierto es que ahora nuestra bien merecida fama mundial no se fundamenta, como era de esperar, en el hecho de ser la cuna de Ausi¨¤s March, Joaqu¨ªn Sorolla, Blasco Ib¨¢?ez, Manolo Vald¨¦s o Javier Mariscal, tampoco por ser la capital comercial de Europa en el S. XV, ni por tener el centro hist¨®rico m¨¢s grande de Europa, el mayor parque natural a orillas del Mediterr¨¢neo o la segunda universidad m¨¢s antigua de Espa?a; ni siquiera por poseer el Palacio de la ?pera m¨¢s caro del mundo, la carrera de f¨®rmula 1 m¨¢s guay del campeonato o la prueba h¨ªpica m¨¢s irrelevante del circuito. Hasta el Campus Party, que podr¨ªa haberlo logrado, se ha hecho m¨¢s popular por el estallido ocasional de las puertas de cristal o la presencia de goteras en el recinto, que por el prodigioso manejo del espacio virtual de los cibernautas.
Nada de eso es relevante en estos momentos. La principal causa de nuestra fama reside ahora en el hecho de ser la regi¨®n m¨¢s endeudada de Espa?a; en la que m¨¢s casos de corrupci¨®n por metro cuadrado existen; la ¨²nica que ha sido capaz de dilapidar en un tiempo r¨¦cord todo su entramado financiero aut¨®ctono; en la que existen aeropuertos sin aviones, televisiones sin audiencia y parques tem¨¢ticos sin clientela. Una regi¨®n en donde las empresas cierran porque la Administraci¨®n no les paga, y en donde el inigualable paisaje mediterr¨¢neo de nuestra costa ha sido sustituido por un continuum de cemento y ladrillo para verg¨¹enza de la Humanidad toda.
Es l¨®gico por tanto que llamemos la atenci¨®n del mundo entero. Nunca se hab¨ªa visto una marca territorial tan potente y diferenciada del resto de los pueblos perif¨¦ricos del Imperio. Los pol¨ªticos que nos dirigen, y, sobre todo, los que nos han dirigido durante estos ¨²ltimos lustros debieran estar muy orgullosos de ello.
Naturalmente, a los pocos ind¨ªgenas cr¨ªticos que quedan por la zona no les gusta mucho el motivo de nuestra popularidad actual. Es normal, nunca est¨¢n contentos con nada. Pero lo que ya no podr¨¢n negar es que, ahora s¨ª, estamos por fin en el mapa. Objetivo conseguido.
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