La competencia viene de Oriente
Gracias a una habilidad especial para la copia y a una abundante producci¨®n, el sector textil chino ha inundado los mercados de Occidente. Pero el calco ha dejado paso a la creaci¨®n y algunas firmas empiezan a desarrollar un estilo con car¨¢cter propio. Asia ya no s¨®lo compite en cantidad, sino tambi¨¦n en calidad.
La moda china la conforman apenas unas pinceladas en un horizonte de artesanos y copistas sin igual, cuyos trazos llevan la impronta de la furia del drag¨®n industrial hambriento. En el impresionante viaje de retorno de China hacia su edad de oro —cuando el mundo giraba en torno al Imperio del Centro— florecen, estos d¨ªas como entonces, el arte, la poes¨ªa, la m¨²sica, el drama y el gusto en el vestir.
Al amparo de una sociedad urbana emergente que ha multiplicado varias veces su poder adquisitivo en el ¨²ltimo cuarto de siglo, en las grandes ciudades de Pek¨ªn, Chengdu, Dalian, Cant¨®n, Shenzhen y particularmente Shanghai se ha instalado el fen¨®meno de la marca, y los fabricantes chinos compiten entre s¨ª para hacerse con una parte del jugoso pastel cocinado por las grandes firmas internacionales de la costura. Hasta ahora, el estilo lo marca Occidente, impulsado por la capacidad china para repetir hasta el infinito cualquier modelo que se aventure por sus pasarelas.
Sin embargo, la moda china ya no es un mero calco de las tendencias europeas, japonesas y coreanas, sino que ha comenzado a incluir, por primera vez, sus propios gustos, de manera que se va desarrollando con peculiaridades propias que impone a las marcas internacionales del textil, que pretenden conquistar el mercado del pa¨ªs m¨¢s poblado del mundo. Las tiendas de Zara en Shanghai y Pek¨ªn son un claro ejemplo de lo que est¨¢ sucediendo en el gigante asi¨¢tico.
El mayor escaparate de lo que est¨¢ pasado en la industria textil del Imperio del Centro es la denominada CHIC (Feria Internacional de Ropa y Accesorios de China), que se celebra anualmente desde 1993 y que hoy en d¨ªa es la feria de mayor tama?o y la que registra una mayor afluencia de toda Asia. A CHIC acuden compradores de todo el mundo, si bien la mayor¨ªa de sus expositores son locales, entre los que destacan los mayores grupos chinos de prendas de vestir, como Shanshan y A-You Beido Fashion.
Si se tiene en cuenta que Par¨ªs abri¨® por primera vez sus pasarelas a seis modistos chinos en 2003, no es de extra?ar que los nuevos creadores chinos se desvivan por estar presentes en la mencionada CHIC. Esta feria, con su multitud de desfiles, es la que marca las tendencias del pujante Oriente.
Tal vez uno de los aspectos m¨¢s interesantes de la evoluci¨®n del gusto chino es el inter¨¦s por la calidad. Hasta ahora, el consumidor chino medio s¨®lo ten¨ªa en cuenta la comodidad y el precio a la hora de hacer sus compras y no se fijaba ni en la calidad de los materiales ni en la de los acabados. La nueva clase media adinerada del pa¨ªs asi¨¢tico es mucho m¨¢s exigente, sobre todo los profesionales j¨®venes.
De hecho, el vanguardismo, procedente de los cercanos Jap¨®n y Corea del Sur, se ha instalado en las calles de Hong Kong, la Regi¨®n Aut¨®noma Especial, a trav¨¦s de la cual se exporta la mayor¨ªa de la confecci¨®n china a todo el mundo. Desde la antigua colonia brit¨¢nica, avanza por las vecinas urbes de Cant¨®n y Shenzhen hacia el norte de China y no es de extra?ar que traspase sus fronteras para convertirse en la chinoman¨ªa.
Nueva York y Par¨ªs
De momento, la ¨²nica firma que ha entrado por la puerta grande en Occidente ha sido Shanghai Tang, que ya ha abierto sucursales en ciudades tan destacadas en el mundo de la moda como Nueva York, Par¨ªs, Londres y Singapur. Nacida en 1994 en Hong Kong, de la mano del creativo David Tang, la marca que compr¨® cuatro a?os m¨¢s tarde el grupo suizo Richmont, ha sabido combinar los 5.000 a?os de tradici¨®n china con el misterio y el lujo que envolvi¨® Shanghai en los a?os treinta del pasado siglo.
"Yo soy una apasionada de Shanghai Tang y de los nuevos dise?adores chinos, que se quejan de que quienes compran su ropa son los extranjeros y no sus conciudadanos", afirma la espa?ola Elena Cruz, que lleva cuatro a?os viviendo en Pek¨ªn. Cruz ha sido y es testigo "del cambio impresionante en la forma de vestir de los urbanitas chinos, aunque las mujeres de m¨¢s de 40 a?os siguen siendo muy conservadoras y ni siquiera se ponen faldas", explica.
Seda, organza, lino, algod¨®n, cachemir, lana… Los chinos siguen prefiriendo materiales naturales para su confecci¨®n, aunque las fibras se han adue?ado de parte de los armarios.
Pegados al estilo europeo y estadounidense —los productos con licencia de marca, como Disney, son un aut¨¦ntico ¨¦xito—, los textiles chinos mejoran su imagen, su calidad y sus t¨¦cnicas de venta, aunque todav¨ªa tienen un gran camino que recorrer. Espa?a, para evitar que se produzca a finales de a?o otra avalancha de prendas de vestir chinas como la de 2005, cuando se suspendieron las cuotas —lo que oblig¨® a Pek¨ªn a imponerse una autolimitaci¨®n hasta diciembre de 2007—, pedir¨¢ a la Comisi¨®n Europea que negocie un sistema de doble control, de modo que las autoridades chinas s¨®lo dejen salir las mercanc¨ªas con licencia de exportaci¨®n.
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