Sistema bancario convaleciente
Es dif¨ªcil hacer banca al por menor en una econom¨ªa en recesi¨®n. En mayor medida si, como ocurre en la espa?ola, las posibilidades de crecimiento apenas dependen de sus agentes, autoridades incluidas, sino de las decisiones que se adopten en su m¨¢s inmediato entorno internacional.
La crisis econ¨®mica y financiera de la eurozona no est¨¢ superada, y las bases sobre las que se asienta la recuperaci¨®n de la econom¨ªa global tampoco son demasiado firmes. Que la situaci¨®n sea menos dram¨¢tica que hace un a?o, antes del anuncio por el Banco Central Europeo (BCE) de su disposici¨®n a comprar bonos soberanos en el mercado secundario, no significa que hayan desaparecido todas las amenazas. En los dos frentes, el financiero y el real, la eurozona sigue mostr¨¢ndose vulnerable. Y la econom¨ªa espa?ola y su sistema bancario de forma diferenciada. En ausencia de est¨ªmulos a la demanda que faciliten la reducci¨®n del desempleo, el desendeudamiento privado y la estabilizaci¨®n de la morosidad, no cabe descartar que algunas entidades bancarias requieran m¨¢s capital. La v¨ªa que se utilice para su satisfacci¨®n es de las pocas decisiones que puede adoptar el Gobierno en la gesti¨®n de la crisis. En mayor medida si asumimos que del pr¨®ximo Consejo Europeo no va a salir una inmediata puesta en marcha de la uni¨®n bancaria que permita desvincular r¨¢pidamente riesgos bancarios y soberanos.
1. La econom¨ªa real. Elementos determinantes de la salud de las empresas bancarias. El entorno relevante en el que opera la banca en Espa?a seguir¨¢ siendo el de una econom¨ªa en recesi¨®n, con un dinamismo de las exportaciones menor que en el pasado reciente, debido a la menor pulsaci¨®n de la demanda de nuestros principales socios comerciales. En realidad, el conjunto de la eurozona no superar¨¢ la recesi¨®n hasta el pr¨®ximo a?o.
Aun cuando la demanda dom¨¦stica aten¨²e su ritmo de ca¨ªda, esta seguir¨¢ siendo tributaria de una tasa de desempleo elevada y de un descenso en la renta disponible de las familias consecuente, adem¨¢s, con el de las remuneraciones salariales. Los precios de la vivienda, por su parte, no han concluido su ajuste. No son condiciones que favorezcan una significativa reducci¨®n del endeudamiento de familias y empresas y la correspondiente cesi¨®n de la tasa de morosidad desde los niveles hist¨®ricamente elevados en los que est¨¢ ahora. La natalidad empresarial neta, por su parte, seguir¨¢ acusando las consecuencias de esa ausencia de demanda y de las propias disfuncionalidades del sistema bancario, especialmente acusadas en la canalizaci¨®n de cr¨¦dito a sectores productivos.
Todas las previsiones, incluidas las del Gobierno, anticipan para 2014 una tasa de crecimiento del PIB inferior al 1%, insuficiente para que se registren mejoras significativas en el mercado de trabajo y, por tanto, en la evoluci¨®n de la demanda interna, en la confianza de los agentes y en la calidad de los activos bancarios.
La crisis econ¨®mica y financiera de la eurozona no est¨¢ superada, y las bases sobre las que se asienta la recuperaci¨®n de la econom¨ªa global tampoco son demasiado firmes
2. Las condiciones financieras de la eurozona. La dimensi¨®n estrictamente financiera de la crisis, aunque con menor intensidad, sigue presidida por esa peligrosa interacci¨®n entre la situaci¨®n de los mercados de deuda p¨²blica y la salud de algunos sistemas bancarios. Hemos tenido evidencias de ello en las ¨²ltimas semanas.
El cuestionamiento de la virtualidad del programa OMT (Outright Monetary Transactions), concebido por el BCE el pasado verano para evitar la fragmentaci¨®n de la eurozona, es el exponente m¨¢s destacado. No ha sido solo el Tribunal Constitucional alem¨¢n el que ha debilitado aquel mecanismo disuasorio de los ataques a la deuda p¨²blica espa?ola e italiana, sino tambi¨¦n la presunci¨®n de las dificultades de los sistemas bancarios. Por ello, adem¨¢s de los precios de los bonos, han sido las cotizaciones bancarias las que han sufrido: son los bancos, recordemos, los principales tenedores de deuda p¨²blica de sus respectivos pa¨ªses.
Desde el reconocimiento por el BCE de las dificultades para la transmisi¨®n de la pol¨ªtica monetaria, reflejadas especialmente en la divergencia de tipos de inter¨¦s que pagan peque?as y medianas empresas por operaciones homologables en riesgo en distintos pa¨ªses de la eurozona, no se ha adoptado ninguna decisi¨®n para su eliminaci¨®n. La fragmentaci¨®n sigue siendo una de las notas caracter¨ªsticas de la anormalidad financiera en el ¨¢rea monetaria.
3. Las perspectivas del sistema bancario espa?ol. La recapitalizaci¨®n de algunos bancos y la satisfacci¨®n de las condiciones establecidas en el Memorando de Entendimiento, firmado el pasado julio, asociado al programa de rescate sectorial, permiti¨® el alejamiento de escenarios extremos, pero la continuidad de la recesi¨®n erosiona esas mejoras. Si a ello se le a?ade eventuales exigencias de reclasificaci¨®n contable de las operaciones de refinanciaci¨®n, las posibilidades de concluir el a?o con cuentas de resultados poco vistosas e incluso con necesidades adicionales de capital en algunas entidades no son poco probables. En todo caso, las condiciones actuales tampoco son las mejores para la normalizaci¨®n de la inversi¨®n crediticia del conjunto del sistema bancario.
A lo anterior pueden a?adirse las necesidades que se deduzcan de la realizaci¨®n de nuevas pruebas de resistencia a los bancos realizadas por el BCE como pre¨¢mbulo a la asunci¨®n de sus funciones supervisoras. Para la satisfacci¨®n de esas exigencias de capital adicional no existen muchas posibilidades para las entidades m¨¢s concernidas. Ni las ventas de activos ni la apelaci¨®n a los mercados son en este momento empe?os f¨¢ciles. Probablemente, no habr¨¢ m¨¢s remedio, si esas necesidades de capital emergen, que cubrirlas con fondos p¨²blicos. Y estos podr¨ªan tener dos fuentes b¨¢sicas: la l¨ªnea de cr¨¦dito del MEDE asociada al programa de rescate bancario, que se mantiene todav¨ªa viva, con un saldo no dispuesto de casi 60.000 millones de euros, y la inyecci¨®n directa del FROB.
Este ¨²ltimo se nutre directamente de fondos captados por el Tesoro en los mercados a tipos de inter¨¦s que no son tan favorables como ese 0,5% sobre el que giran las disposiciones de la l¨ªnea de cr¨¦dito supervisada por la troika. Se trata de una diferencia significativa, que podr¨ªa serlo aun mayor si los mercados de bonos registran episodios adicionales de volatilidad. Y las circunstancias que pueden alimentar esta no dependen ni mucho menos de las autoridades espa?olas.
En consecuencia, la pr¨®rroga de ese programa, de la l¨ªnea de cr¨¦dito, se deber¨ªa asumir como una decisi¨®n de prudencia: minimizar¨ªa en condiciones de certeza el coste financiero y constituir¨ªa una red de seguridad con la que afrontar requerimientos de m¨¢s capital en la banca, con independencia de las causas que las motiven. Ese respaldo ser¨ªa favorablemente valorado por los inversores. A cambio de ello, no deber¨ªan existir contrapartidas adicionales a las ya expl¨ªcitas en el memorando vigente, ni tr¨¢mites tan complejos que no compensaran esas ventajas en coste y en seguridad.
Apelar al estigma pol¨ªtico como ¨²nica raz¨®n para dejarla expirar no es un argumento poderoso. La banca espa?ola ya est¨¢ rescatada, con bastante independencia de la cuant¨ªa hasta ahora dispuesta. Y preocuparse ahora por el qu¨¦ dir¨¢n no es precisamente la opci¨®n m¨¢s aconsejable.
Con todo, la actuaci¨®n de las autoridades espa?olas en las instancias europeas no solo deber¨ªa tratar de explicar esas eventuales necesidades del sistema bancario, sino de garantizar fuentes de demanda que desencadenen la normal actividad de las econom¨ªas. Y, con ellas, el saneamiento natural, no asistido, de aquellos sistemas bancarios de la eurozona todav¨ªa convalecientes.
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