Comisi¨®n sobre la desigualdad
Cuando el Gobierno apunta a la salida de la recesi¨®n en Espa?a durante el actual trimestre del a?o, describe un concepto t¨¦cnico: la econom¨ªa de nuestro pa¨ªs dejar¨¢ de decrecer despu¨¦s de estar sufriendo la recesi¨®n m¨¢s larga de la democracia: nueve trimestres seguidos de bajada. Pero no dice nada de lo que mucha gente traduce de esas declaraciones en forma de interrogantes: cu¨¢ndo se recuperar¨¢ el equilibrio previo a la crisis (que, por cierto, no era ¨®ptimo) en materia de empleo, renta disponible y niveles de protecci¨®n social. No dice nada porque acabar con la recesi¨®n no significa terminar con la crisis. As¨ª de emborronado se ha hecho el lenguaje pol¨ªtico.
En la anterior crisis econ¨®mica espa?ola, primera mitad de los a?os noventa, se lleg¨® a una tasa de paro del 24,5% de la poblaci¨®n activa (mucho m¨¢s baja en t¨¦rminos absolutos que la actual) en 1994, y s¨®lo se redujo a un 8% (el porcentaje m¨¢s bajo de la democracia) en el segundo semestre de 2007. As¨ª pues, se tardaron m¨¢s de 13 a?os en obtener lo que se pod¨ªa denominar ¡°normalidad europea¡± en materia de empleo. Una tasa de paro de m¨¢s del 26%, como la actual, es m¨¢s propia de una depresi¨®n que de una recesi¨®n. Y si reducirla a un solo d¨ªgito tardase m¨¢s de una d¨¦cada, como la vez anterior, la cuesti¨®n es qu¨¦ ocurrir¨ªa con el desempleo de larga duraci¨®n, al menos en dos renglones: cu¨¢nta gente mantendr¨ªa el colch¨®n del seguro de paro (en el mejor de los casos estar sin trabajo menos de dos a?os) ¡ªhoy ya est¨¢ fuera de este mecanismo de protecci¨®n m¨¢s de un 30% de los parados¡ª y cu¨¢ntos parados estructurales seguir¨ªan siendo empleables y no resultar¨ªan obsoletos para el mercado de trabajo, como si fueran m¨¢quinas.
Una tasa de desempleo del 26% es m¨¢s propia de una depresi¨®n que de una recesi¨®n
Es en estos t¨¦rminos en los que ha de abordarse el debate central sobre la crisis econ¨®mica. Paro, empobrecimiento y disminuci¨®n de la provisi¨®n de bienes p¨²blicos son las principales consecuencias de la misma, y el factor diferencial espa?ol respecto de la mayor¨ªa de los pa¨ªses de nuestro entorno. En vez de una devaluaci¨®n de la moneda, una devaluaci¨®n del pa¨ªs. Es por ello por lo que se puede hacer a ese debate ¡°una modesta proposici¨®n¡± como la que en el siglo XVIII hizo el escritor irland¨¦s Jonathan Swift (en aquel caso para evitar que los hijos de los pobres supusiesen una carga para sus padres y para su pa¨ªs): que igual que ha habido comisiones para estudiar las pensiones o la reforma fiscal, se constituya otra de seguimiento de estos temas, que podr¨ªa denominarse Comisi¨®n sobre la Desigualdad. La ventaja ser¨ªa que si el Gobierno ¡ªque ha puesto de moda estas comisiones al margen del Parlamento¡ª no la quiere, podr¨ªa organizarla la oposici¨®n con quienes estudian estos asuntos.
Para que las consecuencias de la crisis no queden ¡°ocultas a primera vista¡±, rodeadas de una mara?a de asuntos instrumentales como la prima de riesgo, el d¨¦ficit o el cr¨¦dito. Hay quienes fantasean con la abolici¨®n de este debate pol¨ªtico (las consecuencias de la crisis econ¨®mica en la convivencia de los ciudadanos), pero ello es imposible: ser¨¢ importante si es relevante pol¨ªticamente y la desigualdad de resultados (por el paro, la exclusi¨®n o la ausencia de la protecci¨®n adecuada en la sanidad, las becas, etc¨¦tera) tiene un gran impacto en la igualdad de oportunidades. Por ejemplo, a los ni?os que crecen en la restricci¨®n cotidiana les resulta m¨¢s dif¨ªcil obtener una buena educaci¨®n que a los que se forman en un entorno m¨¢s acomodado y con m¨¢s apoyo. La pobreza arruina tanto las aspiraciones como los logros.
En lugar de devaluar la moneda, se ha tendido a devaluar el pa¨ªs entero
Espa?a se ha convertido en uno de los pa¨ªses m¨¢s desiguales de Europa. Otros han logrado no tener unas diferencias tan dr¨¢sticas. Lo que habr¨¢ que atribuir a las pol¨ªticas econ¨®micas, las instituciones, las regulaciones p¨²blicas, las normas sociales (sin reformas laborales tan desequilibradas a favor del empresario, como la ¨²ltima de nuestro pa¨ªs), etc¨¦tera. Todo modelo econ¨®mico que no corrija estos extremos (y proporcione igualdad de oportunidades y no movilidad social descendente) acabar¨¢ enfrent¨¢ndose a una crisis de legitimidad. Con recesi¨®n o sin recesi¨®n. Que no nos cambien el debate.
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