El que adelante no mira,¡
La indexaci¨®n que se ha practicado en Espa?a no ha sido eficaz para mantener el salario real de los trabajadores
La indexaci¨®n es un acuerdo expl¨ªcito entre las partes de un contrato para ajustar peri¨®dicamente sus precios con la evoluci¨®n efectiva de la inflaci¨®n, sin necesidad de renegociaci¨®n. Por tanto, es un mecanismo para intentar mantener el poder adquisitivo de alguna de las partes, protegi¨¦ndose frente a las sorpresas de inflaci¨®n. Sin embargo, las implicaciones de este tipo de reglas van m¨¢s all¨¢ de defender los intereses leg¨ªtimos de alguien concreto, ya que su existencia o ausencia pueden afectar al comportamiento de otras variables macroecon¨®micas y conllevar costes o beneficios para la sociedad.
Existen ejemplos de reglas de indexaci¨®n en diversas parcelas de la actividad. As¨ª, el IRPF presenta tipos impositivos crecientes para cada escal¨®n de renta, cuyos umbrales est¨¢n fijados nominalmente. Si los umbrales no se indexan, individuos cuyas rentas aumenten menos que la inflaci¨®n podr¨ªan experimentar un incremento de su carga fiscal, con los desincentivos que esto puede generar. Tambi¨¦n en los mercados financieros existen productos, incluso la deuda soberana de algunos pa¨ªses, que protegen al ahorrador del riesgo de inflaci¨®n. Pero es en el mercado de trabajo donde estas reglas han sido m¨¢s utilizadas y despiertan mayor debate.
Espa?a, dada nuestra tradici¨®n de pa¨ªs inflacionista, se ven¨ªa caracterizando por la existencia de ¡°cl¨¢usulas de salvaguarda¡± en una amplia mayor¨ªa de convenios colectivos. Estas cl¨¢usulas, de facto, implican una indexaci¨®n parcial de los incrementos salariales con la inflaci¨®n del a?o precedente. Hist¨®ricamente, la inflaci¨®n ha sido mayor en nuestro pa¨ªs que en el resto de pa¨ªses europeos, que, en general, no utilizan estas cl¨¢usulas. Pero hay que recordar que ahora nos une el euro y el BCE debe velar por la estabilidad de precios en el conjunto del ¨¢rea.
Dado que el coste laboral es un determinante b¨¢sico del precio de los productos que forman la cesta de consumo, esta dependencia del pasado se acaba trasladando a la propia inflaci¨®n. Como resultado, la reducci¨®n de la inflaci¨®n en Espa?a se convierte en un proceso m¨¢s lento que en nuestros socios europeos, generando diferenciales de inflaci¨®n durante periodos dilatados que suponen p¨¦rdidas de competitividad y, por tanto, de actividad y empleo. En muchos casos estas cl¨¢usulas son asim¨¦tricas, activ¨¢ndose solo cuando la inflaci¨®n supera una referencia, pero no cuando es inferior. As¨ª, ¨²nicamente con ajustes m¨¢s acusados de los costes laborales o de la actividad se consiguen diferenciales de inflaci¨®n negativos. Adem¨¢s, la referencia utilizada incluye productos que, como el petr¨®leo, no se producen en Espa?a. Un aumento de estos precios supone una p¨¦rdida de renta para el conjunto de nuestra econom¨ªa, que debe ser asumida por todos los agentes.
En perspectiva hist¨®rica, la indexaci¨®n que se ha practicado en Espa?a no ha sido eficaz para mantener el salario real de los trabajadores, ya que, en definitiva, este depende de la parte del incremento de la productividad que no se traslada a aumentos adicionales de los m¨¢rgenes empresariales. Por eso, m¨¢s all¨¢ de las expectativas de inflaci¨®n incorporadas en la negociaci¨®n colectiva, para elevar el salario real de los trabajadores de forma duradera resulta m¨¢s efectivo implementar pol¨ªticas que incrementen la productividad y la competencia en los mercados de producto.
?ngel Estrada es economista y ex director general de An¨¢lisis Macroecon¨®mico y Econom¨ªa Internacional.
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