Menos samba y m¨¢s paciencia
La burocracia y el proteccionismo frenan las oportunidades que brinda el gigante suramericano
Semifinal de la Copa Confederaciones entre Italia y Espa?a. En el bar que se ha convertido en sede del Real Madrid en Sao Paulo se hablaba espa?ol, espa?ol de Sevilla, de Galicia y de C¨¢ceres. Pero los ¡°buenos d¨ªas¡± y el ¡°vale, t¨ªo¡± tambi¨¦n se escuchan en el centro financiero, en la universidad, en el metro, en la pe?a del Bar?a y en los bares de muchos de los barrios bien de la ciudad.
La idea de que Brasil es la puerta de Latinoam¨¦rica ha calado y, sobre todo en Espa?a, el segundo inversor en el pa¨ªs detr¨¢s de EE UU. Grandes empresas como Telef¨®nica, Acciona o el Santander mantienen un volumen fundamental de su negocio y los peque?os empresarios han visto aqu¨ª, la s¨¦ptima econom¨ªa mundial, el lugar donde ganar dinero. Brasil es una naci¨®n de gente amable donde hay oportunidades para profesionales que en Espa?a trabajan detr¨¢s de una barra. Pero el pa¨ªs, que ha vendido muchos sue?os a¨²n por construir, es tambi¨¦n un lugar proteccionista y burocr¨¢tico. La palabra m¨¢gica aqu¨ª no es ¡°samba¡± ni ¡°caipirinha¡±, es ¡°paciencia¡±. Y ¡°dinero¡±.
A Brasil llegan cuatro tipos de expatriados y cerca del 90% son hombres, seg¨²n la informaci¨®n que maneja el consulado de S?o Paulo y la C¨¢mara Espa?ola de Comercio. El perfil m¨¢s com¨²n es el del ejecutivo o directivo de grandes empresas espa?olas o multinacionales. ¡°Tienen entre 40 y 45 a?os, vienen con la familia y suelen mantener un alto poder adquisitivo. Han aumentado mucho con la crisis. Algunos llegan aqu¨ª ante la perspectiva de perder su estatus en Espa?a¡±, explica Ricardo Mart¨ªnez, c¨®nsul de Espa?a en S?o Paulo, la ciudad que acoge a dos tercios de los espa?oles en el pa¨ªs ¡ªle siguen R¨ªo, Bah¨ªa y Porto Alegre¡ª.
"Dispon¨ªa de una situaci¨®n econ¨®mica buena, pero me interesaba la experiencia internacional que no hab¨ªa en mi curr¨ªculo", cuenta Javier De La Plaza, director comercial de Latinoam¨¦rica de una importante empresa espa?ola. De La Plaza, de 41 a?os, lleg¨® a Brasil hace cinco meses con su esposa y sus dos ni?as de seis y ocho a?os. Con ¨¦l, 70 personas para dirigir el creciente mercado latinoamericano que se controlaba desde Madrid. "La experiencia est¨¢ siendo muy fuerte, la familia se une y disfrutamos de cosas juntos que antes no hac¨ªamos".
Tambi¨¦n llegan j¨®venes muy formados que no consiguen un empleo de su nivel en Espa?a: arquitectos, ingenieros, economistas, inform¨¢ticos y hasta artistas. "Vienen en condiciones muy precarias. Son los verdaderos aventureros. Algunos tienen suerte y otros no", lamenta Mart¨ªnez.
La suerte consiste en que una empresa les contrate y les tramite el visado de trabajo, una pesadilla burocr¨¢tica que se alarga al menos cuatro meses y que invita a muchas compa?¨ªas a renunciar al candidato. "En ingenier¨ªa existen oportunidades, pero casi todas se caen cuando sale la palabra 'visado'", lamenta Miren Izkue. Esper¨® siete meses por un permiso de residencia. Miren, ingeniera de caminos de 27 a?os de Pamplona, encaja en el perfil de aventurera con suerte. Lleg¨® a S?o Paulo el a?o pasado chapurreando portu?ol, con una maleta que no deshizo en meses y una lista de direcciones a las que acudir. Le cost¨® casi un a?o que una empresa le abriese la puerta. Mientras, trabaj¨® de camarera en un restaurante espa?ol. Aunque es dif¨ªcil que el extranjero ocupe puestos de poca cualificaci¨®n en Brasil -sobra mano de obra local y pagan regular-, Miren no era la ¨²nica. Cuando dej¨® el restaurante, otra joven espa?ola reci¨¦n llegada la sustituy¨®.
Brasil en corto
-Tasa de desempleo: 6,0%.
-Crecimiento del PIB previsto para 2013: 3,0%.
-N¨²mero de espa?oles: 97.897 (censo, julio 2013).
-Entre 2008 y 2013, ha habido un incremento del 41,04% en el n¨²mero de espa?oles censados en Brasil.
-Toda empresa de m¨¢s de 3 trabajadores debe asegurar que dos tercios de su personal sea brasile?o. El Gobierno puede establecer excepciones por decreto.
- Para trabajar es necesaria una Tarjeta de Trabajo y Previsi¨®n Social para cuya obtenci¨®n var¨ªan los requisitos en funci¨®n de la duraci¨®n del visado. Los visados pueden ser temporales y permanentes. Los temporales pueden extenderse hasta 4 a?os, y tras ese tiempo se puede solicitar uno permanente.
Ahora tiene un contrato de dos a?os con una de las empresas de ingenier¨ªa ambiental m¨¢s importantes de Sao Paulo, gana 3.500 reales brutos (1.157 euros), la compa?¨ªa invierte constantemente en su formaci¨®n y, por fin, dispone de un armario propio en un d¨²plex donde vive con tres brasile?os. "Estaba sola y sab¨ªa que todo iba a depender solo de m¨ª. Eso me dio v¨¦rtigo, pero me motiv¨®", recuerda Miren.
Quien no tiene esa suerte vive ilegal. Consigue un trabajo fijo o freelance, pero cobra en negro. Aunque no existe una persecuci¨®n al inmigrante 'sin papeles', sin visado no se puede salir y volver a entrar al pa¨ªs, ni abrir una cuenta en el banco, no se tiene acceso a la sanidad y hay que alquilar una casa o dar de alta el tel¨¦fono a trav¨¦s de otros. As¨ª que algunos espa?oles aprovechan sus noviazgos con locales -o los inventan- para casarse y regularizar su situaci¨®n. "Este es otro perfil, el que elige Brasil por su pareja y formaliza su relaci¨®n para que su llegada sea menos complicada", explica el c¨®nsul.
"Yo no ten¨ªa pensado casarme, pero era la manera de poder opositar", reconoce Esther Solano, 30 a?os y profesora de la Universidad Federal de S?o Paulo. Conoci¨® a su actual marido brasile?o en 2008, cursando un doctorado en Ciencias Sociales en la Complutense. "En 2009 ¨¦l consigui¨® una beca coincidiendo con la expansi¨®n universitaria de Brasil. Estaban contratando a miles de profesores, as¨ª que decid¨ª venir", cuenta en la azotea de su edificio.
Para presentarse a las oposiciones Esther necesitaba un visado permanente -que le dio su matrimonio-, la homologaci¨®n de los t¨ªtulos -uno de los principales escollos por los que reclama el Gobierno de Espa?a- y un buen portugu¨¦s. "Lo que me pareci¨® infernal fue la burocracia y el proceso de regularizaci¨®n", recuerda. Esther se convirti¨® as¨ª en funcionaria, da ocho horas semanales de clase y gana 8.400 reales al mes (casi 2.800 euros). Estudia las manifestaciones que est¨¢n agitando el pa¨ªs desde junio.
La gran mayor¨ªa de los espa?oles en Brasil reconocer¨¢ que ha estado ilegal, como m¨ªnimo, unos d¨ªas. Los hay que llevan a?os. El Gobierno ya ha anunciado que prepara cambios para facilitar la llegada de profesionales a Brasil, donde solo un 0,3% de su poblaci¨®n es inmigrante -la media mundial est¨¢ en el 3%-. Son a¨²n medidas t¨ªmidas, como permitir trabajar al c¨®nyuge del trabajador.
Otro perfil, menos numeroso, que aterriza aqu¨ª es el del peque?o empresario afectado por la crisis. "La mayor¨ªa no conoce bien el pa¨ªs. Estamos trabajando mucho para informar" explica el c¨®nsul. "No se llega y se hace dinero, hay que venir con la idea de que uno va a pasar, por lo menos, seis meses gastando sin retorno".
Esa advertencia es la que hace el vitoriano David Gasull, de 37 a?os, a sus clientes, peque?as y medianas empresas que quieren tener presencia en Brasil. La consultora que Gasull manten¨ªa en Espa?a dej¨® de dar dinero y se mud¨® en 2009. "Mis inicios fueron en 30 metros cuadrados durmiendo con mi mujer y su hija en la misma cama". De los cinco pa¨ªses en los que ha vivido, Brasil es el que mejor le ha tratado, aunque no piensa lo mismo de Sao Paulo, una ciudad de 11 millones de habitantes, la m¨¢s cara de Latinoam¨¦rica, seg¨²n la consultora Mercer, y que sufre importantes problemas de circulaci¨®n y seguridad.
Fernando Flores, inform¨¢tico madrile?o, ten¨ªa un negocio de casas de lujo en Portugal antes de que explotase la burbuja. Lleg¨® en 2011 para abrir la filial de T20, una de las agencias de marketing digital m¨¢s importantes de Espa?a. El d¨ªa de la entrevista, Flores llevaba 12 horas en la oficina y a¨²n no hab¨ªa comido. "Mi dedicaci¨®n aqu¨ª es el trabajo. Funcionamos por resultados". Gana un buen sueldo y tiene un desaf¨ªo por delante dif¨ªcil de encontrar en Espa?a a sus 52 a?os, dice. Pero haberse separado de su hija de 11 a?os est¨¢ siendo lo m¨¢s dif¨ªcil. "A veces paseo y me imagino que la llevo agarrada de la mano, es lo m¨¢s doloroso, me estoy perdiendo unos a?os muy importantes en su vida".
La postal que los espa?oles mandan desde Brasil no es la de samba, playas y un lugar para hacer dinero f¨¢cil. Pero s¨ª es la de un pa¨ªs en el que, con paciencia, hay mucho por construir.
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