El vaso no rebosa
Hay evidencias hist¨®ricas de que una recuperaci¨®n mal resuelta puede causar una crisis social y pol¨ªtica
Hace unos a?os, con ocasi¨®n de una estancia en Lima, pregunt¨¦ a mi anfitri¨®n su opini¨®n sobre los efectos sociales que estaba teniendo el crecimiento de la econom¨ªa peruana. ¡°Mire, profesor¡±, me dijo, ¡°el problema es que el vaso no rebosa¡±. La met¨¢fora hac¨ªa referencia al hecho de que los beneficios del crecimiento se estaban acumulando en pocas manos, como si cayeran dentro de un vaso que imped¨ªa que se esparcieran al conjunto de la poblaci¨®n.
A la recuperaci¨®n de las econom¨ªas occidentales les est¨¢ ocurriendo lo mismo, tanto la que est¨¢ experimentando desde hace dos a?os EE UU como la que comienza a manifestarse en la econom¨ªa de la zona euro. En ambos casos, los beneficios se est¨¢n acumulando en pocas manos, en ese 10% m¨¢s rico de la poblaci¨®n. De ah¨ª que los ciudadanos desconf¨ªen cuando los Gobiernos y expertos les hablan del fin de la crisis y de la existencia de se?ales claras de recuperaci¨®n. Ellos no ven que el vaso rebose; lo que observan es que la recuperaci¨®n viene acompa?ada de mayor desigualdad.
?C¨®mo explicar este desacople entre recuperaci¨®n y equidad? Hay, al menos, cuatro factores que pueden explicar este enigma.
1. La pol¨ªtica de austeridad que se est¨¢ aplicando en la zona euro desde mediados de 2010. Por un lado, la austeridad ha inutilizado la capacidad de la pol¨ªtica fiscal para estimular la econom¨ªa y hacer llegar renta a los colectivos que m¨¢s sufren la crisis. Por otro, los recortes de gastos y el aumento de impuestos son transferencias de renta desde las clases medias y trabajadoras a los prestamistas. Los principales tenedores privados de la deuda p¨²blica son el 10% m¨¢s rico de la sociedad.
2. La pol¨ªtica de inyecci¨®n de dinero abundante y barato por parte de los bancos centrales que, aunque necesaria, est¨¢ contribuyendo a aumentar la desigualdad. Eso es as¨ª en la medida en que ese dinero no llega en forma de cr¨¦dito a las familias y empresas, sino que es retenido en los bancos, que lo utilizan para comprar deuda p¨²blica que permite sanear sus balances y beneficiar a los accionistas.
3. El modelo alem¨¢n de recuperaci¨®n, basado ¨²nicamente en la mejora de la competitividad de las exportaciones mediante devaluaciones internas de salarios. Las reducciones salariales generalizadas reducen los ingresos de la poblaci¨®n y concentran el beneficio de las exportaciones en las empresas y sus accionistas. El resultado es un modelo que fomenta una recuperaci¨®n con desigualdad.
4. El empleo cada vez m¨¢s extendido de los llamados contratos de cero horas, que permiten a los empleadores pagar ¨²nicamente por las horas de trabajo que ellos necesitan, pero que a cambio obligan a los trabajadores a estar disponibles en cualquier momento. Se parecen mucho al sistema espa?ol de los temporeros en la agricultura, que se re¨²nen a primera hora en la plaza del pueblo a la espera de que llegue alguien a contratarlos por unas horas, pero con el riesgo de pasar el d¨ªa a la espera sin resultado alguno. Sus partidarios lo defienden como forma de flexibilidad frente a la crisis; sus detractores hablan de explotaci¨®n a la vieja usanza. En cualquier caso, el resultado es una mayor desigualdad.
El efecto de estos cuatro factores no es solo aumentar la desigualdad; afectan tambi¨¦n al funcionamiento de la econom¨ªa. Por cuanto que deprimen la capacidad de consumo de amplias capas de la poblaci¨®n, introducen una tendencia a la deflaci¨®n que hace que las econom¨ªas sean m¨¢s vol¨¢tiles, m¨¢s maniaco-depresivas.
No deber¨ªamos olvidar que hay evidencia hist¨®rica que sugiere que una recuperaci¨®n mal resuelta puede derivar en una crisis social y pol¨ªtica. La historia de nuestro pa¨ªs es ilustrativa. Despu¨¦s de la intensa recesi¨®n de los primeros a?os ochenta, la recuperaci¨®n favoreci¨® especialmente a ciertos grupos. Surgi¨® entonces un cambio repentino en la tolerancia a la desigualdad en la sociedad espa?ola, un cambio de tolerancia que llev¨® a la primera huelga general de la democracia de diciembre de 1988. Ese conflicto dej¨® tocado al Gobierno socialista de Felipe Gonz¨¢lez y bloque¨® las reformas.
?C¨®mo hacer que la recuperaci¨®n venga acompa?ada de equidad? En Estados Unidos se comienza a hablar de subir el salario m¨ªnimo y de vincular los contratos de las Administraciones p¨²blicas con proveedores privados al compromiso de estos de fijar un salario decente a sus trabajadores. En Alemania, las negociaciones para la formaci¨®n de un Gobierno de coalici¨®n giran en torno a la introducci¨®n de un salario m¨ªnimo. En Reino Unido, donde la proliferaci¨®n de los contratos de cero horas ha tenido una gran expansi¨®n, el Gobierno de David Cameron ha comenzado una revisi¨®n del modelo.
Sea cual sea la v¨ªa, o se consigue que el vaso de la recuperaci¨®n rebose, o nos abocamos a vivir en una econom¨ªa inestable, una sociedad permanentemente irritada y una pol¨ªtica bloqueada para las reformas.
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