El consumo privado sigue bajo m¨ªnimos
La propensi¨®n de las rentas bajas a consumir es m¨¢s elevada que la de las altas
La econom¨ªa espa?ola se caracteriza por ser una econom¨ªa de consumo y no de producci¨®n. De ah¨ª que el peso del consumo de los hogares en el PIB sea tan alto, m¨¢s del 65%, a diferencia, por ejemplo, de Alemania. Por ello, todo aquello que distorsione o reduzca el gasto en consumo afectar¨¢ de forma significativa el PIB nacional.
En teor¨ªa, el consumo depende de una serie de variables que sirven para modificar su evoluci¨®n, desde la pol¨ªtica econ¨®mica. Estas variables son la renta disponible, salarios netos de impuestos y tasas, los tipos de inter¨¦s, que explican la compra de bienes duraderos a cr¨¦dito, y la riqueza, que mide el atesoramiento y valor de bienes de inversi¨®n y la cartera de activos financieros que las familias van adquiriendo a lo largo del ciclo vital. La direcci¨®n de causalidad es clara. Cuando mayor sea la renta disponible, mayor ser¨¢ el gasto en consumo. En el caso de los tipos de inter¨¦s, la correlaci¨®n es inversa, es decir, cuando menores sean los tipos, m¨¢s disponibilidad al consumo habr¨¢. Por ¨²ltimo, la riqueza y el consumo tienen correlaci¨®n positiva, o sea, el crecimiento de la riqueza genera mayor consumo.
Una vez analizado el marco te¨®rico, conviene se?alar adicionalmente que el consumo tambi¨¦n depende de la propensi¨®n a consumir que tiene una sociedad, es particularmente por grupos de renta. La evidencia emp¨ªrica nos demuestra que los percentiles de renta m¨¢s bajos son los m¨¢s propensos a consumir una mayor proporci¨®n de las rentas adicionales que perciben, mientras que en las rentas m¨¢s altas dicha propensi¨®n es m¨¢s baja. En t¨¦rminos num¨¦ricos, la propensi¨®n en rentas bajas es casi 0,9%, lo que implica que de cada euro de renta adicional que ingresa un consumidor, se gasta 90 c¨¦ntimos. En el caso de las rentas altas, la proporci¨®n baja al 65%, lo que claramente revela que el consumo lo mueven en t¨¦rminos relativos las rentas medias y bajas.
Con estas premisas, los datos de consumo que presenta la econom¨ªa espa?ola son muy preocupantes. Por un lado, la reforma laboral y la explosi¨®n de la burbuja inmobiliaria han posibilitado una gran purga del mercado laboral, alcanz¨¢ndose una tasa de desempleo del 26%. Solo en el ¨²ltimo a?o han salido del mercado m¨¢s de 570.000 personas. A ello hay que a?adir que los salarios en t¨¦rminos reales han descendido m¨¢s de un 7%. Junto a esto, las pensiones p¨²blicas han visto deteriorar su poder adquisitivo, tras la aprobaci¨®n del copago sanitario y las fuertes subidas en servicios del hogar, como electricidad y gas.
La fuerte ca¨ªda de la renta familiar por el aumento del paro y la bajada de salarios reales continuar¨¢ en 2014
Como corolario, los impuestos han experimentado una brusca subida en el ¨²ltimo a?o, particularmente el IVA, pero tambi¨¦n otras tasas municipales o el propio IBI en muchas ciudades. Estos hechos estilizados ya probar¨ªan la dr¨¢stica reducci¨®n de la capacidad de consumo de los hogares con menor renta, tanto trabajadores en activo, como pensionistas, a cuyas espaldas, adem¨¢s, se han adherido muchos hijos en paro o con serias dificultades de subsistencia.
Los datos objetivos publicados por el INE en el tercer trimestre, con un alza sorprendente del 0,4% trimestral, son un espejismo que luego ser¨¢n revisados a la baja, cuando se estime la Encuesta de Presupuestos Familiares de 2013. En el cuarto trimestre ya han vuelto a caer los indicadores principales de consumo, ventas minoristas, un -1,8% en octubre; las ventas de viviendas siguen su descenso; las ventas de autom¨®viles, salvo por los efectos de las subvenciones, acabar¨¢n como el segundo peor a?o en la ¨²ltima d¨¦cada.
Desde una ¨®ptica de pol¨ªtica econ¨®mica, todos los esfuerzos realizados han ido dirigidos a deflacionar internamente la econom¨ªa espa?ola y lo han conseguido. No hay que olvidar que estamos ante un episodio de deflaci¨®n por deuda, dada la magnitud de la deuda privada de empresas y familias. La fuerte ca¨ªda de rentas familiares, tanto por aumento del desempleo como por rebaja de salarios reales, va a continuar durante 2014. De hecho, en los cada vez m¨¢s escasos convenios colectivos, los acuerdos firmados van en la l¨ªnea de congelaci¨®n nominal o descenso, lo que supondr¨¢ una merma adicional en el consumo privado. Las expectativas sobre el empleo no son mejores, y seguiremos con el goteo a la baja de los ocupados, a lo que hay que unir el fin de las prestaciones por desempleo para muchas familias.
En conclusi¨®n, ni por aumento de salarios, ni por mejora en la ocupaci¨®n, ni por ganancias en riqueza, tenemos argumentos para prever una mejor¨ªa en el consumo privado de los hogares a corto y medio plazo, m¨¢xime dada la capacidad de compra de las rentas medias y bajas. Solo un cambio dr¨¢stico de pol¨ªtica de rentas, de pol¨ªtica presupuestaria y una apuesta por la equidad podr¨ªa emitir se?ales de cambio.
Alejandro Inurrieta es director de la Escuela de Finanzas de Madrid y Granada.
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