Beneficios provisionales
No convendr¨ªa interpretar el comportamiento de los excedentes de las grandes compa?¨ªas como s¨ªntoma de salud empresarial, ni extrapolarlo a la situaci¨®n del resto de las empresas
Puede parecer parad¨®jico que en plena crisis econ¨®mica y financiera, con la econom¨ªa apenas saliendo de una severa recesi¨®n, con una tasa de desempleo en m¨¢ximos y una renta disponible de las familias que no deja de caer, los beneficios empresariales experimenten alzas significativas. La primera precisi¨®n que ayuda a interpretar esa paradoja es que no se trata del comportamiento de los excedentes de los m¨¢s de tres millones de empresas censadas en nuestro pa¨ªs. Esas diferencias entre ingresos y costes corresponden al promedio de las grandes empresas cotizadas, ni siquiera a la totalidad. El grado de internacionalizaci¨®n de muchas de aquellas ayuda a explicar esa coexistencia entre un mercado dom¨¦stico an¨¦mico y el aumento de los beneficios. De las empresas que conforman el ¨ªndice selectivo de la Bolsa de Madrid, el Ibex 35, apenas una tercera parte de los ingresos proviene del mercado espa?ol
La segunda precisi¨®n tiene que ver con la evoluci¨®n de los costes fundamentales de las empresas. Aun cuando esos beneficios tambi¨¦n se extendieran a otras empresas que no cotizan en el mercado burs¨¢til o a las que mantienen inversiones directas en el extranjero, las condiciones para generar beneficios han sido propicias para las empresas con una creciente participaci¨®n en sus ingresos de los provenientes de exportaciones. La ca¨ªda de los salarios en los ¨²ltimos a?os ha sido el reflejo m¨¢s expl¨ªcito de esa suerte de devaluaci¨®n interna, que ha hecho que el grueso del ajuste recaiga tambi¨¦n en este ¨¢mbito sobre el factor trabajo. Si ya antes de la crisis la distribuci¨®n de la renta se hab¨ªa hecho m¨¢s regresiva, las dificultades desde 2007 han acentuado la p¨¦rdida de capacidad negociadora de las rentas salariales. El desempleo y la flexibilidad concedida por la reforma laboral a las empresas han permitido, como acaba de destacar el Banco de Espa?a, una p¨¦rdida de peso espec¨ªfico de los costes del trabajo en la formaci¨®n de precios de los bienes y servicios, con ampliaciones de m¨¢rgenes en muchos casos.
Encontrar explicaciones a esos aumentos de los beneficios no significa que su continuidad est¨¦ garantizada. En primer lugar porque el ajuste en costes del trabajo no puede ser indefinido; despu¨¦s porque los mercados internacionales pueden no ser tan c¨®mplices del aumento de las ventas como hasta ahora. Sin aumentos significativos en la demanda interna, ser¨¢ dif¨ªcil mantener esa tendencia. Y eso nos remite necesariamente a la orientaci¨®n de pol¨ªticas macroecon¨®micas que siguen practic¨¢ndose en la eurozona. La asfixia de numerosas peque?as empresas, la ampl¨ªsima mayor¨ªa del censo espa?ol, depende solo del mercado dom¨¦stico, y de unas condiciones de financiaci¨®n incompatibles en muchos casos con la mera supervivencia. Por ello, no convendr¨ªa interpretar el comportamiento de los excedentes de las grandes como s¨ªntoma de salud empresarial, ni como una suerte de premonici¨®n de lo que puede ocurrirles al resto. Demanda y cr¨¦dito siguen siendo condiciones necesarias para garantizar excedentes e, incluso, para que nazcan m¨¢s empresas de las que mueren. Solo con demanda y normalizaci¨®n del sistema bancario podr¨¢n crecer tambi¨¦n las rentas y ese componente esencial en la conformaci¨®n del PIB espa?ol y en los beneficios empresariales que es el consumo de las familias.
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