La gaseosa tecnol¨®gica
Las operaciones millonarias y la cotizaci¨®n de firmas como Facebook o Twitter avivan el miedo a repetir la burbuja tecnol¨®gica de 2000
?Estamos ante una nueva burbuja tecnol¨®gica a punto de estallar? Las comparaciones son inevitables ante un debate latente que toma cuerpo con la compra de la aplicaci¨®n de mensajer¨ªa WhatsApp. La compa?¨ªa de la red social Facebook est¨¢ dispuesta a pagar por ella hasta 19.000 millones de d¨®lares, es decir, casi 14.000 millones de euros. Todo a cambio de una tecnol¨®gica de Silicon Valley con cinco a?os de vida que funciona gracias a una treintena de ingenieros. A cada uno de esos t¨¦cnicos les corresponde el equivalente a 14 millones de usuarios. Nada se sabe de su cifra de negocio. La valoraci¨®n de WhatsApp es, cuanto menos, extravagante y de ah¨ª que haya despertado los recelos a nueva burbuja como la que vivi¨® el sector de las puntocom en el a?o 2000, y que hizo tambalearse toda la econom¨ªa.
?El precio de compra es exagerado? Si el precio de WhatsApp fuera su valor en Bolsa, ocupar¨ªa el puesto 265 entre las compa?¨ªas del ¨ªndice S&P 500, por encima de la cadena de hosteler¨ªa Marriott o de Southwest Airlines, la tercera aerol¨ªnea m¨¢s grande de EE UU. Facebook desembolsa por su control casi tanto como lo que vale la multinacional del textil Gap, pese a que esta tiene 135.000 empleados y unas ventas declaradas de 16.300 millones.
WhatsApp tiene el mismo precio de venta que el gigante textil Gap en Bolsa
M¨¢s contexto: WhatsApp no ser¨ªa nada sin la infraestructura de compa?¨ªas tecnol¨®gicas como Verizon, el mayor operador de EE UU, que tiene un valor burs¨¢til de 191.500 millones. Es 10 veces m¨¢s que el precio de venta de la aplicaci¨®n para m¨®viles, pero su plantilla y sus ingresos tambi¨¦n son, sin duda, mayores: ronda los 180.000 empleados y la cifra de negocio de 2013 era de 81.000 millones.
El miedo a que lo que se est¨¢ pagando por las empresas de servicios virtuales sea una locura no nace de la mensajer¨ªa instant¨¢nea. Las dudas llegaron con la ola de estrenos burs¨¢tiles que protagonizaron Facebook y otras populares puntocom en el negocio de las redes sociales como LinkedIn o Twitter. Tambi¨¦n giraron algunos ojos cuando Facebook compr¨® Instagram por 1.000 millones de d¨®lares. O con la lluvia de millones que recibieron los creadores de otras aplicaciones como Yammer, Tumblr, Waze y Viber. Aun as¨ª, al contrario que hace 14 a?os, los analistas y los inversores, m¨¢s que una gran burbuja hinchada, lo que temen estar viendo ahora son burbujas dispersas, como las de un refresco.
El miedo es siempre sin¨®nimo de volatilidad. Unas veces, cuando se aprecia el valor, porque no se quiere entrar tarde y otras, cuando baja, porque no se quiere aguantar. En lo que coinciden los analistas es que no hay dudas sobre todo el sector tecnol¨®gico, sino m¨¢s bien sobre un segmento en particular: el de los medios sociales. De hecho, los valores del Global X Social Media Index tienen un mejor rendimiento que el Nasdaq 100.
Precisamente una manera de medir si existe un exceso de presi¨®n ser¨ªa ver la evoluci¨®n del Nasdaq los ¨²ltimos tres a?os. Es el mercado de referencia de los valores tecnol¨®gicos, aunque cada vez m¨¢s de estas firmas miran hacia el New York Stock Exchange. Ahora mismo se acerca a los 4.300 puntos, tras apreciarse un 55% desde inicios de 2011, pero necesita subir todav¨ªa un 15% para tocar el r¨¦cord previo al desplome. Mientras, el Dow Jones y el S&P 500 marcan m¨¢ximos desde hace meses. Tambi¨¦n est¨¢n calientes las adquisiciones en el sector. El valor total de las compras en lo que va de a?o ronda los 42.400 millones, seg¨²n Thompson Reuters. Es su nivel m¨¢s alto en 14 a?os. Sin embargo, est¨¢ a mitad de camino de lo que se vio a comienzos de 2000 y los montantes individuales son peque?os, cuando se mira los 160.000 millones de dolares que supuso la operaci¨®n AOL y Time Warner.
En Sillicon Valley se paga ya m¨¢s a los ingenieros que en la banca de inversi¨®n
Hay m¨¢s elementos que todav¨ªa marcan la diferencia con respecto a la crisis de 2000: Internet era entonces un fen¨®meno incipiente y menos desarrollado. Ahora, en lugar de econom¨ªa emergente, se habla ya de un mundo gestionado por programas, en dispositivos de cientos de millones usuarios reales y que generan ingresos contantes a trav¨¦s de publicidad, comercio, venta de datos y abonados. Adem¨¢s, los estrenos burs¨¢tiles ten¨ªan lugar durante la anterior burbuja al poco de que nacieran las puntocom, sin tiempo para que pudieran demostrar que pod¨ªan crecer y sostenerse. Hab¨ªa mucho m¨¢s entusiasmo entre los inversores por pegar bocado. Ahora, las dos partes se lo piensan, precisamente por ese miedo a estar inflando las cosas.
Marc Andreessen, uno de los evangelistas de Silicon Valley, y que como Mark Cuban supo construir su fortuna sobre los escombros de la anterior crisis, no cree que todav¨ªa haya una burbuja 2.0 y mucho menos que vaya a explotar. Pero Timothy Draper, otra leyenda viva del capital riesgo, s¨ª advierte de que se est¨¢ ya en lo m¨¢s alto de la curva. Sin entrar a valorar si el precio de WhatsApp es correcto o est¨¢ inflado, los analistas prefieren ver la situaci¨®n caso a caso al tratar de identificar por donde se pierde presi¨®n.
WhatsApp, como Snapchat o Pinterest, no cotizan. Por tanto, si la valoraci¨®n resulta ser exagerada ser¨¢ en principio un problema para la direcci¨®n de Facebook, para sus empleados y para sus inversores. El problema est¨¢ en c¨®mo se transfiere ese riesgo al conjunto del mercado, y eso es algo que nadie est¨¢ en condiciones de valorar. Lo que si parece es que las grandes tecnol¨®gicas tradicionales est¨¢n, de momento, al margen, ya que sus operaciones siguen respaldadas por cifras de negocio que los inversores puede ver negro sobre blanco.
El ¨ªndice tecnol¨®gico Nasdaq ha subido un 55% desde 2011
?Est¨¢ el mercado a salvo de otro susto? Aunque se hable solo de posibles microburbujas, las evidencias de que podr¨ªa estar forj¨¢ndose algo mayor sigue ah¨ª. Se pone como ejemplo algo tan simple como el sueldo que cobra de entrada un ingeniero en Silicon Valley, que superan a los criticados en el negocio de la banca de inversi¨®n en Wall Street. Por no hablar de los nuevos j¨®venes multimillonarios como Mark Zuckerberg, creador de Facebook.
El otro elemento que se sigue de cerca es la inversi¨®n en nuevas firmas tecnol¨®gicas que, como se?ala Draper, podr¨ªa estar a punto de alcanzar un nuevo pico incluso antes de que la Reserva Federal suba tipos y encarezca el riesgo. La gravedad podr¨ªa empezar a aplicar su ley tambi¨¦n en Wall Street, si los inversores se lo piensan dos veces y se retiran. La ca¨ªda de las acciones podr¨ªa tener un efecto domin¨®.
Los m¨¢s veteranos en el parqu¨¦, los que vivieron la anterior burbuja, mantienen la calma. Pero les preocupa que, en un mundo de percepciones, se anticipen futuros ingresos sobre la base de usuarios o visitas potenciales, y un peque?o viraje en esas previsiones encienda la chispa. Por eso, aunque el dinero sigue fluyendo, est¨¢n atentos. No sea que reviente la burbuja (o las burbujas), y se lo lleve todo por delante. Otra vez.
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