Hacia la deflaci¨®n
La amenaza de una tercera recesi¨®n est¨¢ ah¨ª y sus consecuencias podr¨ªan ser irreversibles.
Si nadie lo evita, la Eurozona camina hacia la deflaci¨®n y Espa?a ser¨¢ arrastrada hacia el mismo fin. Las arenas movedizas de la trampa deflacionaria comienzan a llegar a la cintura y, sin pies para correr, las manos de la estructura institucional europea se mueven lentamente intentando buscar socorro. Ahora se convoca una cumbre por la recuperaci¨®n y el empleo que seguramente se producir¨¢ a principios de octubre. Pareciera que de ese modo se recoge el guante que Mario Draghi lanz¨® hace d¨ªas a los gobiernos de los estados miembros para coordinar las pol¨ªticas fiscales y el impulso por la recuperaci¨®n, adem¨¢s de acelerar las reformas. Teniendo en cuenta los precedentes, esa convocatoria llega tarde y es probable que genere escasa ilusi¨®n. Ya en el pasado hubo situaciones de urgencia resueltas con declaraciones m¨¢s o menos profundas pero acciones superficiales. ?Qu¨¦ esperar de una Europa donde el nombramiento de altos cargos consume dos meses cuando hay problemas muy urgentes?
La recurrencia de cifras de inflaci¨®n menores de lo esperado revela debilidades estructurales?
La salida de esta crisis a este lado del Atl¨¢ntico est¨¢ siendo peor que en otros episodios hist¨®ricos similares y el riesgo de entrar en una trampa deflacionaria es elevado. La amenaza de una tercera recesi¨®n est¨¢ ah¨ª. Sus consecuencias podr¨ªan ser irreversibles. Lo peor es que cunde esa sensaci¨®n de inercia y falta de reacci¨®n que sugiere que ya puede ser tarde. El problema hoy es la (casi) deflaci¨®n como s¨ªntoma. En poco tiempo, ser¨¢ la deflaci¨®n como causa que generar¨¢ un hundimiento m¨¢s persistente.
Actualmente, la recurrencia de cifras de inflaci¨®n menores de lo esperado revela debilidades estructurales muy importantes en la Eurozona que s¨®lo pueden combatirse con reformas profundas y algo de coordinaci¨®n fiscal para identificar y corregir los excesos de los ¡ªpor otra parte necesarios¡ª esfuerzos de contenci¨®n presupuestaria all¨ª donde sea preciso. Sobre todo en los pa¨ªses que supuestamente deber¨ªan tirar del carro y que, a fuerza de tirar de s¨ª mismos, acabar¨¢n rompiendo los ejes del veh¨ªculo europeo.
?Qu¨¦ esperar de una Europa donde el nombramiento de altos cargos consume dos meses?
La cuesti¨®n de la deflaci¨®n encierra un peligro enorme, que se deriva de la falta de sinceridad en el diagn¨®stico. Los pa¨ªses del euro siguen la pelea sobre la necesidad de la austeridad o de expansi¨®n fiscal, como si no hubiera alternativas intermedias. Lo cierto es que ninguno de los dos extremos ofrece una soluci¨®n y que para un n¨²mero importante de pa¨ªses la verdad sigue escociendo entre la inacci¨®n pol¨ªtica: hacen falta reformas urgentes, claras y convincentes. El epicentro de este problema est¨¢ ahora en Francia y volver¨¢ pronto a Italia. As¨ª, aunque el BCE actuara y consiguiera dar un impulso a los precios hacia finales de a?o, ser¨ªa muy peligroso interpretar esa tendencia como un alejamiento del fantasma de la deflaci¨®n. Los gobiernos europeos lo considerar¨ªan una victoria pol¨ªtica y volver¨ªan a aplazar el necesario ejercicio de honestidad que conllevan los cambios estructurales. Sin las reformas necesarias, cualquier impulso monetario es temporal. Ya lo deber¨ªamos haber aprendido antes de caer por tercera vez en esta situaci¨®n. A la tercera va la vencida (en este caso, el abismo).
El tiempo en que una expansi¨®n cuantitativa sin cortapisas hubiera sido realmente efectiva para la eurozona puede haber pasado. Y, de hacerse ahora, ser¨ªa como una lluvia torrencial en una tierra yerma. En todo caso, hace tiempo que Draghi se conforma con soluciones temporales y habr¨¢ que ver hasta d¨®nde nos alcanza con el ingenio de las acciones monetarias. Porque, con los procedentes, no cabe esperar un milagro de esa cumbre de octubre.
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