C¨®ctel con Friedman, Keynes y Hayek
Vienen tiempos de soluciones heterodoxas y radicales. Esperemos que la Comisi¨®n se adapte a ellas
Los ¨²ltimos datos confirman lo que algunos economistas ven¨ªan diciendo, entre ellos el que escribe, pero era un tab¨² oficial: la econom¨ªa europea ha entrado en una depresi¨®n. Los s¨ªntomas son claros: el crecimiento se ha estancado y algunos pa¨ªses han vuelto a la recesi¨®n. El desempleo y la ca¨ªda de salarios han alcanzado niveles nunca vistos antes. Y la inflaci¨®n en la zona euro era en el mes de julio del 0,4 %, muy lejana del objetivo oficial del 2%.
Los riesgos son enormes. A nivel econ¨®mico de una o m¨¢s d¨¦cadas perdidas, como Jap¨®n desde los a?os noventa. Pero van m¨¢s all¨¢. Hasta ahora ha sido una sorpresa la capacidad de la sociedad para soportar el deterioro econ¨®mico y social sin grandes protestas. Pero muchas se?ales de alerta se han encendido, desde la aparici¨®n del populismo en las elecciones europeas hasta las tensiones independentistas en Escocia y otros lugares.
Ahora la cuesti¨®n es ver en qu¨¦ medida las autoridades reconocen esta realidad.
Hay se?ales esperanzadoras. El primero en reconocer abiertamente esta sombr¨ªa realidad ha sido Mario Draghi, el presidente del Banco Central Europeo. Su intervenci¨®n, a finales de agosto, en la conferencia anual de gobernadores de bancos centrales en Jackson Hoole (Wyoming, EE UU) marcar¨¢, de nuevo, un antes y un despu¨¦s en la econom¨ªa europea.
Digo de nuevo, porque recuerda la que el propio Draghi hizo en Julio de 2012 en Londres. En aquella ocasi¨®n, reconociendo el riesgo de ruptura del euro, y dirigi¨¦ndose a los mercados, prometi¨® que el BCE har¨ªa todo lo necesario (¡°Whatever it takes¡±) para evitarlo. Esa expresi¨®n ha pasado a la historia. De hecho, ha sido como un b¨¢lsamo milagroso que ha hecho desaparecer las tensiones que ten¨ªan los pa¨ªses europeos para financiarse.
Su an¨¢lisis en Jackson Hole no es novedoso, pero es relevante por venir de quien viene. Reconoci¨® que existe un riesgo grave de deflaci¨®n y estancamiento. Y que su causa es un problema de insuficiencia demanda agregada. Y, coherente con este an¨¢lisis, se?al¨® la necesidad de actuar por ambos lados de la econom¨ªa: con pol¨ªticas de est¨ªmulo a la demanda agregada, acompa?adas de pol¨ªticas nacionales de reforma estructural por el lado de la oferta.
Hasta ahora qui¨¦n se atrev¨ªa a mencionar que hab¨ªa un problema de demanda se expon¨ªa a ser expulsado de la tribu. Por eso, imagino que debe haber ca¨ªdo como una traici¨®n en Bruselas, Berl¨ªn y otras capitales donde los gobiernos han defendido, con un celo digno de mejor causa, medidas como la austeridad en el gasto y el recorte de salarios que son da?inas para la demanda agregada.
A la vez, Draghi ha hecho una promesa que recuerda el ¡°whatever it takes¡± de julio de 2012: el BCE usar¨¢ todos los instrumentos necesarios para asegurar la estabilidad de precios en el medio plazo, fijada en el 2%. Es decir, compromete su reputaci¨®n en que el BCE ser¨¢ capaz de generar inflaci¨®n en los pr¨®ximos a?os.
Para ello ha puesto en marcha un paquete de medidas monetarias orientadas a aumentar la liquidez de la econom¨ªa. Medidas que me recuerdan la met¨¢fora del helic¨®ptero de Milton Friedman, padre del monetarismo y premio Nobel. Friedman sostuvo que la inflaci¨®n era siempre un problema monetario, de exceso de dinero en la econom¨ªa. Y, a la inversa, que la deflaci¨®n era tambi¨¦n un problema monetario, de liquidez insuficiente. Por eso, cuando se trata de cortar una depresi¨®n, recomend¨® a los banqueros centrales subirse a un helic¨®ptero lleno de dinero y esparcirlo. Draghi est¨¢ siguiendo esta recomendaci¨®n. Como antes lo hicieron Ben Bernanke en la Reserva Federal y Mark Carney en el Banco de Inglaterra.
?Ser¨¢ suficiente? Probablemente no. Draghi lo sabe. Por eso, en su conferencia, sugiri¨® que las autoridades europeas pongan en marcha una pol¨ªtica fiscal activa que act¨²e, como inyecci¨®n en vena, de forma directa sobre la demanda. Eso se podr¨ªa hacer mediante una combinaci¨®n de mayor inversi¨®n p¨²blica y una rebaja de impuestos, especialmente en los pa¨ªses con margen de maniobra fiscal. Es decir, lo que recomend¨® John Maynard Keynes en los a?os treinta para combatir la Gran Depresi¨®n y el paro masivo.
En contrapartida, y como complemento a estas pol¨ªticas de est¨ªmulo directo a la demanda a corto plazo, Draghi defendi¨® la necesidad de reformas estructurales nacionales que fortalezcan la capacidad de crecimiento potencial a largo plazo. Es decir, aquellas pol¨ªticas de oferta que tienen su inspiraci¨®n en las recomendaciones de la escuela austr¨ªaca de Friedrick Hayek. Enfoque estructuralista que hasta ahora constitu¨ªan la ¨²nica medicina recomendada por las gentes de Bruselas y Berl¨ªn.
Como vemos, algo est¨¢ cambiando en el an¨¢lisis oficial de la situaci¨®n europea y en las recomendaciones de pol¨ªticas. C¨®mo los m¨¦dicos, que cuando se enfrentan al riesgo de una epidemia grave de causas no bien conocidas utilizan un ¡°coctel de f¨¢rmacos¡± con diversos principios activos, Draghi est¨¢ sugiriendo utilizar un coctel de pol¨ªticas basadas en principios econ¨®micos procedentes de escuelas diferentes y parcialmente enfrentadas.
Dicho de forma coloquial, se trata de utilizar un coctel de pol¨ªticas que mezclen el monetarismo de Friedman, el fiscalismo de Keynes y el estructuralismo de Hayeck. Lo nunca visto en Europa. Nunca sabremos cu¨¢l de los tres principios activos ha sido el m¨¢s eficaz, pero, a cambio, las probabilidades de cura son mayores.
Vienen tiempos de soluciones heterodoxos y radicales. Esperemos que la nueva Comisi¨®n Europea se adapte a ellos.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la Universidad de Barcelona
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