Enchufismo y corrupci¨®n
La sociedad, como la manada de lobos, se degenera por la endogamia
Es curioso comprobar c¨®mo muchas empresas proh¨ªben en los clausulados de sus normas internas la contrataci¨®n de m¨¢s de un miembro de una misma familia, pero luego colocan a sus allegados en todos los puestos de responsabilidad. Hace tiempo, un buen amigo y prestigioso economista me dijo que la teor¨ªa del enchufe ven¨ªa de la posibilidad de reclamar al enchufante si el enchufado la pifiaba, pero sinceramente, no creo que sea tan sencillo. Despu¨¦s de todo, parafraseando el pr¨®logo de nuestro socorrido Quijote, a un padre siempre le parecer¨¢ hermoso un hijo suyo, y sus faltas las contar¨¢ por donaires (se refiere al libro, del que dice ser padrastro, por lo que lo critica socarronamente, no afectado por subjetividades). En este sentido todos los empresarios deber¨ªan de ser padrastros.
En Espa?a siempre se ha dicho que quien tiene padrino se bautiza, en una muestra palpable en el refranero popular de que la endogamia sist¨¦mica est¨¢ fuertemente arraigada en el pensamiento del espa?ol como un mal necesario que no tiene soluci¨®n posible. La corrupci¨®n se percibe como un mal end¨¦mico, sin darnos cuenta de que sus manifestaciones son poli¨¦dricas, y se extienden a conductas institucionalizadas en m¨²ltiples ¨¢reas del conocimiento empresarial. En la gesti¨®n de personas, o recursos humanos, como se ven¨ªa llamando hasta ahora, la corrupci¨®n se representa por medio del enchufismo, que en el sector p¨²blico se denomina nepotismo.
Desde los anales de la historia, con la sedentarizaci¨®n del ser humano nacieron los conceptos de propiedad privada, y asociados a la acumulaci¨®n de riqueza, los de jerarqu¨ªa y poder. Ya en la China de Confucio se promovi¨® la meritocracia como el sistema de elecci¨®n de cargos p¨²blicos, en lo que puede considerarse como el primer conato de reconocimiento de la necesidad de separar a la camarilla real de los puestos de poder.
Desde 1789 el enchufe se contempla en la declaraci¨®n de Derechos del Hombre y el Ciudadano, que en su art¨ªculo 6 estableci¨® ¡°[...] todos son igualmente elegibles para todos los honores, colocaciones y empleos, conforme a sus distintas capacidades, sin ninguna otra distinci¨®n que la creada por sus virtudes y conocimientos¡±.
El enchufe es una reminiscencia del antiguo r¨¦gimen que debe ser sustituida por criterios m¨¢s justos y eficientes?
En Espa?a, ya el profesor Tamames dej¨® clara la cuesti¨®n en su famoso libro Estructura econ¨®mica de Espa?a. En una sociedad casi post-feudal, en la que en muchas regiones se llama al jefe patr¨®n, y en el que hasta hace no mucho no era extra?o el derecho de pernada sobre las criadas de la casa, no se le pueden pedir peras al olmo. Hasta que no se produzca la transici¨®n hacia modelos modernos de toma de decisiones, m¨¢s all¨¢ del cl¨¢sico ¡°la empresa es m¨ªa y aqu¨ª mando yo¡± (no olvidemos que el nuevo C¨®digo Penal exige en compliance especificar el m¨¦todo de toma de decisiones), muchas de las peque?as empresas seguir¨¢n condenadas a ser ¡°chiringuitos¡± de sus propietarios.
Si seguimos esta l¨®gica con las cotizadas de la Bolsa nacional, comprobamos c¨®mo la gran mayor¨ªa son compa?¨ªas nacidas de privatizaciones de las llamadas ¡°estrat¨¦gicas¡± en sectores monopolizados sometidos al oligopolio de los poderes f¨¢cticos, que han prosperado al amparo de pol¨ªticas clientelistas ben¨¦volas, m¨¢s que por su hipot¨¦tica solvencia y competitividad.
Lo que est¨¢ claro, sin lugar a dudas, es que el enchufe es una reminiscencia del antiguo r¨¦gimen, que debe ser sustituida por criterios m¨¢s justos y eficientes de elecci¨®n de candidatos. No ya, que tambi¨¦n, porque se pueda incurrir en posibles delitos de corrupci¨®n por cohecho, de funcionario extranjero o entre particulares; ni porque vaya contra la ¨¦tica m¨¢s elemental que dicta contratar al m¨¢s apto, lo cual suele ¡ªo deber¨ªa¡ª estar incluido en el C¨®digo ?tico de la organizaci¨®n. Ni tampoco porque atente contra la prohibici¨®n de discriminaci¨®n de la persona presente en la mayor¨ªa de Constituciones del mundo.
En mi opini¨®n, la verdadera raz¨®n de ser de la prohibici¨®n del enchufismo como pr¨¢ctica de selecci¨®n de personal es la competitividad empresarial, que ve seriamente da?ada si dirigimos la empresa con criterios caprichosos en lugar de aplicar la l¨®gica econ¨®mica y contratar al que mejor se ajuste al puesto.
En pos de la sostenibilidad, no ya del sistema, sino del propio Programa de Prevenci¨®n Penal, es recomendable que la meritocracia se implemente como criterio de calidad en las empresas, proclamado en su cuerpo autorregulatorio y vigilado su cumplimiento a fin de evitar la temida falla en la cultura empresarial de cumplimiento, que es lo que habr¨¢ que probar llegado el funesto caso.
?Con qu¨¦ cara vamos a defender la eficacia de un programa de prevenci¨®n penal si se descubre que la empresa sigue criterios clientelistas en RRHH? Pensemos por ejemplo, en el reciente caso, muy sonado, de la universidad con endogamia del 90% en la plantilla ?Se puede defender que se cumple en este caso? Tengo mis dudas. La sociedad, como la manada de lobos, se degenera por la endogamia, pero las crisis sist¨¦micas, como ¨¦sta, suponen un cambio radical, que tambalea los cimientos de lo existente, y favorece la erradicaci¨®n de procesos viciados, o viciosos en este caso.
Pero me temo que, en este tema, la m¨¢xima tone from the top (compromiso de alta direcci¨®n) ser¨¢ la que marque la pauta. Son los altos niveles de la organizaci¨®n los que tienen la ¨²ltima palabra; o colocar a los enchufados o la sostenibilidad de la empresa.
Ricardo Seoane Rayo es abogado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.