El juego del gallina
En la negociaci¨®n entre Grecia y Alemania ambas partes amenazan con la destrucci¨®n mutua
Las elecciones griegas del pasado domingo han sido la primera batalla de una nueva etapa en la guerra pol¨ªtico-econ¨®mica de la eurozona. La novedad es la entrada de nuevos contendientes: los nuevos partidos populistas de izquierda y los nacionalistas de derecha. Unos, cuestionan la pol¨ªtica de austeridad; otros, el propio proyecto europeo y el euro. De momento, la sangre no ha llegado al r¨ªo. Se ha evitado el p¨¢nico financiero que se tem¨ªa si ganaba Syriza. Y las cosas pueden avanzar hacia un compromiso razonable.
Esa batalla continuar¨¢ a lo largo del 2015 con las elecciones en Portugal, Espa?a, Dinamarca, Finlandia, Polonia, Estonia y Reino Unido. Seguidas de las de Irlanda en 2016 y las de Francia e Italia en 2017. El resultado de estas otras batallas estar¨¢ influido por lo que suceda en Grecia. Vale la pena, pues, interesarse por lo pueda ocurrir en los pr¨®ximos meses en la batalla griega.
El partido es diferente al jugado hasta ahora. Lo van a jugar, b¨¢sicamente, Grecia y Alemania. El motivo es que Alexis Tsipras y los votantes griegos han cuestionado la pol¨ªtica de inspiraci¨®n alemana de la austeridad y del pago total de la deuda. Los griegos han cambiado de equipo. El nuevo tiene una nueva estrategia. No quiere salir del euro, pero si negociar la austeridad y la deuda. Desde Berl¨ªn se amenaza con la salida del euro (Grexit). Desde Atenas creen tener cartas a jugar. Piensan que si se les echa, el euro caer¨¢ y el principal perjudicado ser¨¢ Alemania. Los expertos hablan de Teor¨ªa de Juegos. En lenguaje coloquial, se le conoce como el juego del gallina: a ver qui¨¦n se asusta antes y cede.
?Es racional el miedo de Alemania a la inflaci¨®n? No. La inflaci¨®n no est¨¢ ni se la espera en la eurozona
?C¨®mo acabar¨¢? Es dif¨ªcil hacer un pron¨®stico, aunque me inclino por el compromiso. Pero, a la espera del resultado, podemos plantear algunas preguntas que nos ayuden a entender su din¨¢mica.
?Por qu¨¦ Grecia, que representa s¨®lo el 2 % del PIB de la eurozona, tiene capacidad de amenazar a Alemania? Porque la permanencia del euro depende de que los mercados lo vean como algo irreversible. Si alguien sale, aunque sea un pa¨ªs peque?o como Grecia, los mercados tendr¨¢n la mosca detr¨¢s de la oreja y pensar¨¢n que otro pa¨ªs tambi¨¦n puede tener que abandonar y lanzar¨¢n nuevos ataques especulativos contra la deuda de ese otro pa¨ªs. Esa es la carta de amenaza que tiene Alexis Tsipras: Id con cuidado con lo que hac¨¦is conmigo, ?porque pod¨¦is tirar piedras sobre vuestro propio tejado!
?Puede sostenerse el euro en un escenario europeo de estancamiento prolongado, elevado paro y deflaci¨®n? No. El consenso entre economistas es bastante general. Tarde o temprano, algo har¨ªa descarrilar el euro. A pesar de la decisi¨®n de Mario Draghi de hacer todo lo necesario (¡°whatever it takes¡±) para salvar el euro ¡ªincluyendo las operaciones de transfusi¨®n masiva de sangre a la econom¨ªa¡ª un escenario de desempleo y deflaci¨®n prolongado har¨ªa insostenible el euro.
?Por qu¨¦ Alemania no es consciente de este riesgo y flexibiliza su postura respecto de la pol¨ªtica monetaria, la austeridad y la pol¨ªtica fiscal? Es dif¨ªcil responder a esta cuesti¨®n. El pensamiento macroecon¨®mico alem¨¢n es muy nacionalista. Est¨¢ dominado por las ideas ordoliberales. En el manual de esa filosof¨ªa no existe ning¨²n cap¨ªtulo dedicado a las recesiones y como hacerles frente. De forma ir¨®nica, el columnista del Financial Times Wolfgang M¨¹nchau dec¨ªa hace unos meses que a los economistas y responsables econ¨®micos alemanes se les pod¨ªa clasificar en dos grupos: los que no hab¨ªan le¨ªdo a Keynes, y los que no lo hab¨ªan entendido. Realmente es dif¨ªcil comprender la pobreza de su pensamiento macroecon¨®mico. Quiz¨¢ tenga que ver con su historia.
?Es racional el miedo de Alemania a la inflaci¨®n? No. La inflaci¨®n no est¨¢ ni se la espera en la eurozona. Lo que tenemos delante es la deflaci¨®n. Por eso Draghi ha movido ficha. El miedo alem¨¢n a la inflaci¨®n viene de una mala lectura de su historia: la hiperinflaci¨®n alemana de los a?os 20 caus¨® unos cientos de miles de parados. La deflaci¨®n de los treinta, debido al ¡°error¡± del canciller Heinrich Br¨¹ning de mantener la austeridad en medio de la Gran Depresi¨®n, provoc¨® millones de parados y el triunfo del partido nazi. El comportamiento alem¨¢n actual se ajusta m¨¢s al de los prestamistas, temerosos siempre de la inflaci¨®n.
?Flexibilizar¨¢ la canciller ?ngela Merkel su postura? S¨ª. Ya lo hizo en otras cuestiones. Pero esperar¨¢ a que los electores alemanes comprendan que pueden perder m¨¢s con la salida de Grecia del euro que con un compromiso razonable de ayuda.
?Ser¨¢ Alexis Tsipras capaz de buscar un compromiso razonable que, a la vez que aplica pol¨ªticas que devuelvan a los griegos un sentido de autoestima y dignidad, lleve a cabo las reformas que le piden desde Europa para acabar con el d¨¦ficit, el clientelismo, la corrupci¨®n, el despilfarro y la elusi¨®n de impuestos de las ¨¦lites de su pa¨ªs? Tsipras y Syriza son hoy m¨¢s profesionales que en las elecciones de 2012. No creo que se imponga el sentimiento de revancha. Su programa se ha moderado y ofrece margen para un compromiso razonable para ambas partes. Pero no ser¨¢ r¨¢pido.
En todo caso, la negociaci¨®n ser¨¢ como la de la ¨¦poca de la guerra fr¨ªa, basada en la amenaza disuasoria. Pero ambas partes saben que el primero que apriete el bot¨®n rojo har¨¢ saltar todo por los aires. Este temor har¨¢ que ambas partes se comporten de forma razonable y no lleven el juego del gallina al l¨ªmite. Y as¨ª ganaremos todos.
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