Savia nueva en el campo
La vuelta de los j¨®venes al mundo rural trae una agricultgura m¨¢s ecol¨®gica
Debajo de todo gran caudal siempre discurre una corriente subterr¨¢nea. Las cifras b¨¢sicas de la agricultura en Espa?a dejan una tierra herida. La renta agraria cay¨® un 7,1% el a?o pasado y los precios del suelo de labor tienen su propia idiosincrasia. De los n¨²meros elevados que se manejan en algunas zonas y cultivos (en Ribera de Duero el valor de una hect¨¢rea de vi?as oscila entre 30.000 y 70.000 euros y en Toro va de los 20.000 a los 30.000 euros) a la, aut¨¦ntica, fotograf¨ªa general. El coste medio de una hect¨¢rea r¨²stica en 2013 fue de 9.633 euros. M¨¢s o menos lo mismo que los ¨²ltimos tres a?os. ¡°Las fincas de labor mantienen su precio porque es el agricultor el que las compra para trabajarlas con su familia. Es lo ¨²nico que se vende¡±, describe Antonio Ojeda, del intermediario Inmancha. Con unos precios planos en secano y regad¨ªo, el campo sufre.
Sin embargo, esta misma tierra, hist¨®ricamente cultivada por personas envejecidas y demasiado dependiente de las subvenciones p¨²blicas, ha encontrado una nueva savia que circula en dos direcciones. J¨®venes urbanitas que buscan en el campo una salida frente al paro y, tambi¨¦n, otros j¨®venes, los de los propios pueblos, que toman el relevo de sus padres y deciden quedarse en vez de marchar. Gustavo Duch, experto en soberan¨ªa alimentaria, asegura, ante la pujanza del movimiento, que estamos frente a una ¡°(re) vuelta al campo¡±.
?Pero c¨®mo ponerle n¨²meros a un sentimiento? Fernando Fern¨¢ndez, miembro de la ONG Mundubat, sostiene que entre 2012 y 2014 aument¨® un 69% la petici¨®n de ayudas de incorporaci¨®n al campo por parte de j¨®venes en comparaci¨®n al periodo precedente. Es un porcentaje alto, pero que todav¨ªa no se deja sentir en las cifras de ocupaci¨®n agraria del Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE), que para los chicos de entre 20 y 24 a?os se mantiene estable en algo m¨¢s 36.000 personas. Aun as¨ª, Fern¨¢ndez ha trazado su particular topograf¨ªa de qui¨¦nes regresan a la tierra. J¨®venes urbanos con una formaci¨®n acad¨¦mica elevada (40%); hijos de agricultores que deciden explotar la unidad productiva de sus padres (40%), algo que antes no hubieran hecho; y chicos que se marcharon del medio rural a la ciudad y estos d¨ªas vuelven convencidos de que ah¨ª hallar¨¢n m¨¢s calidad de vida (20%).
El sector da trabajo a 36.000 personas de entre 20 y 24 a?os en Espa?a
¡°El movimiento es real, necesario e imparable¡±, relata Jeromo Mart¨ªn, un agricultor de las tierras altas y fr¨ªas de Palencia. ¡°Es una tendencia global que va m¨¢s all¨¢ de la crisis y en la que hay j¨®venes universitarios sin trabajo pero tambi¨¦n personas que sienten, sin idealizar el campo, la necesidad del reencuentro con la tierra¡±.
Este viaje lo han emprendido dos j¨®venes ingenieros, Pablo Mart¨ªnez, 30 a?os, y Rub¨¦n Iglesias, 29. Su proyecto se llama Huerta Madre Vieja y es una respuesta que surge en 2010 ante ¡°la falta de perspectivas laborales¡±, recuerda Mart¨ªnez. A partir de unos terrenos (cinco hect¨¢reas) familiares en Ciempozuelos (Madrid) se han lanzado a cultivar hortalizas. Lo interesante de este cultivo es que ¡°con poca inversi¨®n puedes generar un par de sueldos¡±. Aunque no lo ven como un negocio. Al contrario. ¡°La agricultura es una herramienta pol¨ªtica de cambio¡±, aseguran estos emprendedores.
Esa misma energ¨ªa de transformaci¨®n inspira el proyecto La Revolica. En predios murcianos, en Puente Tocinos, Adri¨¢n Ballester, 32 a?os, y sus socios, se han decidido por un policultivo de temporada en el que mandan la verdura y los frutales. Para ellos han utilizado unos terrenos cedidos (6.000 metros cuadrados) y otros (7.000 metros cuadrados) en arrendamiento social. Y esa mirada hacia su comunidad lo impregna todo. ¡°Comercializamos los productos al precio m¨¢s bajo que podemos; queremos que lleguen al mayor n¨²mero de personas¡±. Al fin y de cuentas, como reconoce Ballester, ¡°el proyecto surgi¨® despu¨¦s del 15M y bebe de su energ¨ªa¡±.
Porque este retorno a la tierra tiene unas se?as de identidad distintas de lo que hab¨ªamos visto hasta ahora. No es solo ese agricultor neorural con propuestas gourmet, tambi¨¦n hay, un perfil profesional preocupado por recuperar las tierras familiares que dejaron de explotarse un d¨ªa y que busca unos circuitos de comercializaci¨®n alternativos para sus productos.
¡°No piensan en exportar o en los grandes mercados (Mercamadrid, Mercabarna, Mercavalencia), prefieren la venta directa en el espacio local y a trav¨¦s de grupos de consumo. Y, desde luego, no desde?an Internet¡±, desgrana Patricia Dopazo, de la revista Soberan¨ªa Alimentaria.
¡°Es una tendencia global que va m¨¢s all¨¢ de la crisis¡±, dice un joven agricultor
La otra cara de esa interpretaci¨®n ¡ªigual de reveladora¡ª la explica todo ese universo cada vez m¨¢s presente de lo ecol¨®gico y lo biodin¨¢mico. Myriam Beltr¨¢ (36 a?os) trabajaba en el mundo de la arquitectura. En la direcci¨®n y dise?o de obras. Lleg¨® la crisis y la construcci¨®n casi desapareci¨®. Hab¨ªa que reinventarse. Su familia ten¨ªa unas tierras en el campo de Elche (Alicante) y, ¡°por qu¨¦ no intentarlo¡±, admite Beltr¨¢. Asisti¨® a varios cursos y le convenci¨® la propuesta ecol¨®gica y biodin¨¢mica. Y junto a su actual pareja, Vicente Bordera, se lanzaron. Hoy cultivan 1,1 hect¨¢reas de frutales y casi otra de huerto. Adem¨¢s, ha creado en una casona del siglo XVII la iniciativa CultivArte, que recupera saberes antiguos: c¨®mo podar un ¨¢rbol o elaborar masa madre de pan.
Precisamente el tiempo es uno de los elementos con los que Miguel ?ngel Mart¨ªnez, 29 a?os, quien ha llegado a la vi?a a trav¨¦s de la Formaci¨®n Profesional (FP), moldea su presencia en la agricultura. Ha recuperado un vino dulce que se elaboraba en la Rioja, el ¡°supurao¡±. Una uva que antiguamente se pasificaba en pajares y que con el paso de los meses superaba su mosto. De ah¨ª su nombre. Pues bien, partiendo de unas cepas (ocho hect¨¢reas) que su familia conservaba en Sojuela (La Rioja) ha vuelto a producir ¡°supurao¡±. Unos 4.000 kilos de uva que se transforman en 2.000 botellas. Su primera a?ada fue en 2009. ¡°Ahora que los pol¨ªticos insisten en que los j¨®venes debemos de emprender¡±, narra, con una sonrisa, Mart¨ªnez, ¡°me pregunt¨¦: ?Por qu¨¦ no recuperar la tradici¨®n?¡±. Esa misma mirada es la que ha llevado a Gemma Flores, 29 a?os, doctorada en psicolog¨ªa social, y a sus dos socios, a crear en Santa Coloma de Queralt (Tarragona) la cooperativa L'Aresta, que ya elabora 200 panes artesanales a la semana a partir de variedades olvidadas de cereales aut¨®ctonos como la espelta o la xeixa.
Al final todas estas historias y este retorno al campo, ya sea por cualquiera de las dos v¨ªas, es el reflejo de un tiempo nuevo. Al menos as¨ª lo cree Gustavo Duch. Esta vuelta a la tierra supone ¡°reducir el consumismo con iniciativas aprendidas de la sana sobriedad rural; desdibujar econom¨ªas de crecimiento perpetuo con otras que son virtuosos c¨ªrculos inagotables; olvidar negocios especulativos frente a proyectos verdaderamente productivos y necesarios ¡ªcomo todo el sector primario¡ª; y romper con el paro, porque es imposible estar parado con tanto por hacer¡±.?
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