Confesiones de una ¡®zaradicta¡¯
![Interior de una tienda de Zara.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/WHN624NYN2GPMGUUZXL5H2VDUU.jpg?auth=faf4e1ca4aa6a110e2fb1f72e2e922f1ea78d6a35e19a0e08a48ecf040d33922&width=414)
Hola, me llamo Luz Mar¨ªa del Mar, tengo cuarenta y equis a?os ¡ªtampoco es cosa de entrar en detalles accesorios¡ª, y soy adicta a Zara. El caso es que, despu¨¦s de la ¨²ltima sobredosis navide?a, que me dej¨® el armario como un agujero negro y la tarjeta en n¨²meros rojos, dije hasta aqu¨ª hemos llegado. Me estaba quitando yo sola, sin ayuda profesional ni nada. Llevaba casi un mes sin consumir, desde que desapareci¨® de las tiendas el ¨²ltimo pingo pisoteado de las rebajas de invierno, exactamente, y me las promet¨ªa muy felices.
Cre¨ªa que ten¨ªa el mono controlado, hastiada de tanto pa?o oscuro, tanta parca con capucha de peluche, y tanto jersey de punto gordo. Ilusa. Fue irse la pen¨²ltima ola de fr¨ªo, salir el sol por Antequera, ponerse el mercurio a 25 grados, y recaer en el vicio hasta las cejas. Porque, a ver, una puede ser fuerte y poner todo de su parte. Pero si te tientan con las nuevas rayas marineras, el nuevo rollo africano y los nuevos vestidos blancos o sea, lo de siempre pero versi¨®n 2015, a ver qui¨¦n es la hero¨ªna que no reincide. Ese, y no otro, es el secreto del ¨¦xito del imperio Inditex, Zara y sus Hermanas para las iniciadas. Saben lo que quieres, o lo que deseas fervientemente aun sin saberlo. Lo producen antes que nadie. Te lo meten por los ojos expuesto como alhajas en sus salones dos veces por semana. Y pasas por caja quieras o no quieras.
Dicen que Amancio Ortega ingresar¨¢ este a?o su mayor dividendo hist¨®rico con cargo a los beneficios del grupo: 961 millones de euros, concretamente. No me extra?a nada. Solo con lo que me he dejado yo en esa cadena desde que, siendo adolescente, abri¨® el primer Zara de la calle Carretas de Madrid, y todo cambi¨® para todas, podr¨ªa haber liquidado mi hipoteca hace ya unos lustros.
Lo de Zara con sus esclavas fue amor a primera vista. Ofrec¨ªan lo nunca visto anteriormente en un pa¨ªs dividido entre las boutiques pretenciosas, los locales de firma prohibitivos y las tiendas de barrio llamadas Modas Mari Puri. Ropa bonita, buena y barata. Bueno, seamos realistas. La segunda y la tercera be?fluct¨²an bastante, dependiendo de la oferta y la demanda, supongo, como fluct¨²a la belleza de las prendas seg¨²n lo que hayan decidido que tenemos que ponernos los gur¨²s de la moda cada temporada.
Lo que permanece indeleble es la discutible amabilidad y eficiencia de las dependientas, que dependen, como su propio nombre indica, de m¨²ltiples variables. De la cantidad de adeptas que abarroten ese templo del consumo. Del volumen de la monta?a de trapos que tengan que doblar a destajo en ese preciso momento. Y, sobre todo, de si, en el instante cr¨ªtico en que las abordas tan impertinentemente, est¨¢n comentando con una compa?era alguna incidencia del cuadrante de turnos de la semana. Entonces, date por contenta si te dignan a contestarte con un definitivo: ¡°solo queda lo que hay colgado¡± a cualquiera de tus preguntas.
El caso es que nos da lo mismo. Un mal d¨ªa lo tiene cualquiera. Por eso mismo, para consolarse de los malos d¨ªas, semanas o d¨¦cadas, caemos muchas en la Zaradependencia. T¨² te levantas con mal pie, te dejas caer por el imperio, te pruebas media tienda, te compras un top de 9,95 ideal aunque sea para devolverlo ma?ana, y sales de all¨ª tan ancha. Lo malo es cuando te llega el saldo de la tarjeta Affinity, de afinidad con la marca, obviamente, hay nombres bien puestos. Entonces vienen los madres m¨ªa. Y eso que Internet ni me lo trabajo, porque me tengo bloqueada a m¨ª misma.
Para m¨ª Zara.es es como la metadona virtual para una yonqui anal¨®gica. Te consuela de momento, pero luego te dan unas ganas locas de consumir el producto original ya mismo, en vivo y en directo. As¨ª llevo el maletero del coche: lleno de bolsas con fulares que alguna vez cre¨ª que no pod¨ªa vivir sin ellos y que ahora tengo pendientes de cambio. Otra cosa igual: son tan ladinos, que te obligan a ir al lugar del crimen a que te devuelvan el dinero, y as¨ª no hay quien pueda desengancharse.
Una cosa te digo, Amancio, cuidado conmigo que con mi fondo de armario zarista podr¨ªa vestirme hasta el ¨²ltimo d¨ªa de mi existencia, calculando mi esperanza media de vida en los 90 a?os seg¨²n las ¨²ltimas proyecciones del INE. Adem¨¢s, pasada la novedad de la primavera-verano, me quito de tu droga cuando quiera. Yo controlo.
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Sobre la firma
![Luz S¨¢nchez-Mellado](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F8fa6d141-6327-4b3a-ba1c-06d47dfc5fb2.jpg?auth=83e5f118677c09bcd05b5e7c3bd2bd322707e7e9095295e6017bde16d9ee2d96&width=100&height=100&smart=true)