Draghi reclama a Espa?a que haga otra reforma laboral en a?o electoral

El indisimulado optimismo del Gobierno sobre la recuperaci¨®n y la creaci¨®n de empleo a unos meses vista de las elecciones no acaba de encontrar el eco esperado en las instituciones europeas. Espa?a es el ejemplo en Bruselas, Fr¨¢ncfort y Berl¨ªn por las reformas aprobadas, pero con la boca peque?a: algunas de las grandes cifras econ¨®micas se resisten a mejorar y hacen imposibles las alegr¨ªas m¨¢s all¨¢ de ese certificado de buena conducta en lo relativo a las medidas estructurales. El presidente de la Comisi¨®n Europea, Jean-Claude Juncker, asegur¨® en marzo que con las cifras de paro en la mano ¡°no podemos decirle a la gente que la crisis se ha acabado¡±. En estos d¨ªas de intemperie en los que la situaci¨®n econ¨®mica lo ti?e todo de ganadores y perdedores, tambi¨¦n Fr¨¢ncfort se resiste a proclamar el fin de la crisis para Espa?a. El jefe del Banco Central Europeo, Mario Draghi, dej¨® este mi¨¦rcoles un nuevo elogio envenenado para Madrid. Asegur¨® que Espa?a ¡°ha hecho incuestionables progresos¡±, entre los que destac¨® la creaci¨®n de medio mill¨®n de empleos desde finales de 2013. Pero a rengl¨®n seguido reclam¨® una nueva reforma laboral, que ser¨ªa la cuarta desde mayo de 2010; la tercera del PP.

Draghi pidi¨® ¡°acciones adicionales¡± en lo relativo a las pol¨ªticas de empleo y, sobre todo, ¡°la reducci¨®n de la a¨²n elevada dualidad¡± en el mercado laboral ¡°para hacer sostenible la reactivaci¨®n del empleo¡±. Espa?a ha abaratado ya con claridad el coste del despido. Ha puesto en marcha todo tipo de subvenciones a la contrataci¨®n. No queda mucho m¨¢s por hacer: de las palabras de Draghi se desprende que el BCE estar¨ªa a favor de ensayar con Espa?a el denominado contrato ¨²nico, algo que no se ha atrevido a aplicar ning¨²n otro pa¨ªs. Todo ello, a ocho meses escasos de las elecciones.

Esa dualidad es el eufemismo en boga para describir la enorme brecha que existe entre los trabajadores temporales y los indefinidos, muy superior en Espa?a que en el resto de Europa, y que provoca tremendos da?os colaterales: menor estabilidad y trabajos en general m¨¢s precarios, con empleados menos formados, en los que las empresas tienen menos inter¨¦s en invertir. La tasa de temporalidad espa?ola es del 24%. El subempleo asciende al 12,5%. Uno de cada seis empleos es a tiempo parcial. Y los nuevos contratos, tal y como cont¨® el propio Draghi a finales de 2014, se hacen con ¡°sueldos de los a?os ochenta¡±.

Espa?a se col¨® en una rueda de prensa de transici¨®n, tras el arranque hace apenas un mes de las compras de deuda a gran escala por parte del BCE, en medio de las negociaciones con Grecia y, en fin, con una recuperaci¨®n que va echando ra¨ªces t¨ªmidamente. Draghi dej¨® ese recado sobre el mercado de trabajo ¡ª¡°pa¨ªses que ten¨ªan tasas de paro superiores al 20% en crisis anteriores no deber¨ªan tener dudas a la hora de aplicar ambiciosas reformas estructurales¡±¡ª, pero a cambio tranquiliz¨® al sector financiero, en la mejor tradici¨®n de los banqueros centrales: mano dura en el mercado laboral y guante de seda con los bancos. Preguntado por la investigaci¨®n de Bruselas sobre los avales p¨²blicos ¡ªen pa¨ªses como Espa?a o Grecia¡ª para los cr¨¦ditos fiscales, que podr¨ªan ser ayudas de Estado ilegales, se mostr¨® confiado en ¡°la profesionalidad¡± de las instituciones involucradas en ese caso. ¡°No provocar¨¢n una nueva crisis bancaria¡±, zanj¨® sin dar m¨¢s detalles.

Draghi sobrevol¨® por los temas m¨¢s delicados de la agenda del BCE, excepto en un caso. Frente a las voces de los ortodoxos que piden ya la retirada o la desaceleraci¨®n del programa de compra de deuda (60.000 millones mensuales al menos hasta septiembre de 2016 por el riesgo de deflaci¨®n), mostr¨® su sorpresa por la aparici¨®n de ese debate cuando el QE europeo lleva apenas unas semanas en marcha. ¡°Es como si alguien decide correr un marat¨®n y al primer paso se pregunta si va a acabar la carrera¡±, critic¨®.

Los riesgos siguen ah¨ª, ¡°pero han disminuido¡±, indic¨® el italiano, por la devaluaci¨®n del euro, el abaratamiento del petr¨®leo y la pol¨ªtica monetaria ultraexpansiva. Entre los riesgos, el m¨¢s inminente es Grecia. Pero ah¨ª Draghi sigue en sus trece: el BCE no ayudar¨¢ a Atenas hasta que no est¨¦ claro que el programa actual va a concluir satisfactoriamente. ¡°La ayuda a Grecia depende de lo que haga su Gobierno¡±, repiti¨®. La supervivencia a corto plazo de Grecia depende de Draghi; cualquier decisi¨®n sobre la liquidez de emergencia podr¨ªa precipitar las cosas. Ese poder en manos de Fr¨¢ncfort no gusta a todo el mundo por igual: ¡°Acabad con la dictadura del BCE¡±, grit¨® una joven que fue capaz de burlar las medidas de seguridad e interrumpir la rueda de prensa.