Tramposos en Wall Street
El supervisor burs¨¢til de EE UU destapa los fraudes por el uso de informaci¨®n privilegiada
El uso de informaci¨®n privilegiada es un mal end¨¦mico de todas las Bolsas. La diferencia es que en algunos mercados como el estadounidense el supervisor (SEC, seg¨²n sus siglas en ingl¨¦s) es mucho m¨¢s activo a la hora de perseguir a aquellos inversores que hacen trampas. En Wall Street se recompensa con sumas millonarias a los chivatos, es decir, a los que denuncian pr¨¢cticas ilegales que sirven al polic¨ªa burs¨¢til para destapar tramas corruptas. Adem¨¢s, la SEC sabe que el insider trading, como se conoce en la jerga a la informaci¨®n privilegiada, es muy f¨¢cil de detectar (la cotizaci¨®n de un valor cae o sube de forma sospechosa antes de que se comunique una noticia), pero dif¨ªcil de demostrar. Por eso, y a modo de aviso a navegantes, el organismo presidido por Mary Jo White publica con todo detalle c¨®mo maniobran los tramposos del parqu¨¦. Estos son algunos de los ¨²ltimos casos destapados por la SEC.
Un f¨¢rmaco fallido. Genta es una empresa farmac¨¦utica que experimentaba con un nuevo producto para tratar el melanoma. La doctora Loretta Itri era la responsable del equipo de investigaci¨®n de la compa?¨ªa y sab¨ªa que los resultados de las pruebas eran negativos. Un d¨ªa antes de publicar las conclusiones, Itri llam¨® a un amigo, Neil Moskowitz, para avisarle de lo que iba a ocurrir. Ambos vendieron sus acciones de Genta justo antes de que la compa?¨ªa perdiese el 70% de su valor.
El auditor sab¨ªa demasiado. Donald S. Toth era socio de una firma de auditor¨ªa con sede en Atlanta. Uno de sus clientes era O¡¯Charley¡¯s, una cadena de restaurantes cotizada en Bolsa. En una reuni¨®n para analizar una serie de temas fiscales, los directivos de O¡¯Charleys confesaron a Toth que otro grupo, Fidelity National Financial, iba a presentar una oferta para hacerse con la compa?¨ªa. Nada m¨¢s termin¨® el encuentro, Toth dio ¨®rdenes a su agente de comprar acciones y aconsej¨® a varios amigos que hiciesen lo mismo. Dos meses despu¨¦s, cuando la oferta se hizo p¨²blica, los t¨ªtulos de O¡¯Charley¡¯s se dispararon un 42%.
Una cascada de tramposos. Christopher Saridakis era uno de los principales directivos de GSI Commerce, una compa?¨ªa de comercio electr¨®nico con sede en Filadelfia. Como alto ejecutivo, Saridakis estuvo al corriente desde el principio de la oferta de eBay para hacerse con la compa?¨ªa. Rompi¨® su compromiso de confidencialidad cont¨¢ndoselo a unos familiares que compraron acciones. Luego avis¨® a dos amigos que a su vez fueron extendiendo el soplo. En total, 15 personas se lucraron de la subida en Bolsa de GSI cuando se materializ¨® la compra.
Confesiones en la estaci¨®n de tren. Steven Metro trabajaba en Simpson Thacher & Bartlett, una firma de abogados de Wall Street. A escondidas, Metro acced¨ªa a la informaci¨®n confidencial sobre algunas compa?¨ªas cotizadas que trabajaban en diferentes operaciones corporativas. El abogado se reun¨ªa con un contacto regularmente en una cafeter¨ªa y le daba el chivatazo. Este intermediario a su vez se citaba con Vladimir Eydelman, un br¨®ker que trabajaba en Oppenheimer, debajo del reloj de la estaci¨®n de ferrocarril Grand Central de Nueva York. En estos fugaces encuentros, le ense?aba en una servilleta o un post-it el s¨ªmbolo del valor que iba a protagonizar una compra e inmediatamente lo tiraba o se lo com¨ªa. Con esa informaci¨®n, el agente compraba acciones. Este esquema se alarg¨® durante cuatro a?os y los participantes ganaron 5,6 millones de d¨®lares en una docena de fusiones.
Dos maridos indiscretos. La SEC descubri¨® dos casos sin relaci¨®n entre ellos pero con el mismo modus operandi: los hombres espiaban a sus mujeres, ejecutivas ambas de empresas de Silicon Valley. En el primer fraude, Tyrone Hawk escuchaba las conversaciones telef¨®nicas de su esposa, alta ejecutiva de Oracle, acerca de la compra de otra compa?¨ªa, Acme Packet, de la que compr¨® acciones. Por su parte, Ching Hwa Chen vendi¨® t¨ªtulos de Informatica Corp, donde trabajaba su mujer, al escuchar que la empresa iba a incumplir los objetivos de beneficios por primera vez en 31 trimestres.
Traici¨®n en el club de golf. Eric McPhail jugaba al golf en un club de Waltham (Massachusetts). All¨ª se gan¨® la amistad de un alto ejecutivo de la empresa American Superconductor, especializada en tecnolog¨ªa energ¨¦tica. Entre green y green, hablaban sobre la marcha de la compa?¨ªa, los contratos que iban a firmar y los movimientos corporativos previstos. Esa informaci¨®n McPhail la compart¨ªa a trav¨¦s del correo electr¨®nico con otros seis jugadores de golf.
Notas de prensa. Michael Dupr¨¦ trabajaba en una firma especializada en relaciones con inversores que prestaba servicios a empresas cotizadas. Su puesto le abr¨ªa las puertas a datos sensibles de las compa?¨ªas, entre ellos las notas de prensa. Dupr¨¦ acced¨ªa a los comunicados de la sociedad antes de que se hicieran p¨²blicos, y en funci¨®n de la informaci¨®n que estos conten¨ªan compraba o vend¨ªa acciones. En total, se aprovech¨® de m¨¢s de una docena de clientes y obtuvo unas plusval¨ªas superiores al mill¨®n de d¨®lares.
Un analista y un agente de Bolsa, compinchados. Gregory Bolan era analista de valores en Wells Fargo. Su trabajo consist¨ªa en estudiar una compa?¨ªa y emitir un informe a sus clientes con la recomendaci¨®n de comprar o vender acciones de la empresa. Como sab¨ªa que estos informes, cuando eran p¨²blicos, ten¨ªan un impacto en la cotizaci¨®n del valor, Bolan le filtraba previamente el contenido de los mismos a un compa?ero que trabajaba en la mesa de intermediaci¨®n del banco para que operase anticip¨¢ndose al resto de inversores.
Subidos a un ¡®hedge fund¡¯. Jordan Peixoto era analista en el hedge fund Pershing Square. Sab¨ªa que el gestor del fondo iba a hacer p¨²blicos unos comentarios muy negativos sobre Herbalife y comparti¨® esa informaci¨®n con su compa?ero de piso, Filip Szy. Ambos compraron derivados para aprovecharse de la ca¨ªda que iba a tener Herbalife en Bolsa cuando se conociese la noticia.
Un restaurante de Manhattan. William Redmon era el consejero de la compa?¨ªa de ingenier¨ªa GenTek. Sol¨ªa ir a cenar a un restaurante italiano de Manhattan regentado por Stefano Sinorastri. Con el tiempo ambos se hicieron amigos y charlaban de cosas personas, pero tambi¨¦n del trabajo de Redmon. En funci¨®n de las confesiones que le hac¨ªa su cliente, Sinorastri fue comprando y vendiendo acciones de Gentek y logrando importantes plusval¨ªas.
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