La negocia y los negocios
Una lectora de ¡®Negocios¡¯ recuerda cu¨¢ndo descubri¨® el suplemento
Alguien pregunt¨®: ?d¨®nde est¨¢ Manolo? Respuesta: con los negocios.
-Nooooooooo, grit¨¦, desliz¨¢ndome de la mano de mi madre, porque mi mente infantil proces¨® una l¨®gica deducci¨®n: si "la negocia" era lo que hac¨ªan a las mujeres para cambiar en rizos ensortijados los pelos lacios, "los negocios" ser¨ªa lo que les pondr¨ªan a los hombres.
E imagin¨¦ a mi t¨ªo Manolo, que me invitaba al cine los domingos, con la cabeza llena de chuflos de los que sal¨ªa humo y un olor medicamentoso y asqueroso. Pero lo m¨¢s misterioso y que no lograba descifrar era c¨®mo le sujetar¨ªan "los negocios" si mi t¨ªo era calvo.
Es por eso que veo cual ayer ese domingo oto?al estando en la Redacci¨®n c¨®mo alg¨²n que otro redactor cog¨ªa EL PA?S, echaba un vistazo r¨¢pido, sacaba unas p¨¢ginas y ?zas! derechas a la papelera. Curiosa me acerqu¨¦ y la palabra estaba ah¨ª: Negocios.
Con la avidez del ni?o en su ma?ana de Reyes empec¨¦ a desenvolver los comentarios y reportajes y me encontr¨¦ con dos regalos inesperados: uno, el peri¨®dico hab¨ªa cambiado la forma de titular y dos, por primera vez en mi vida entend¨ªa las noticias de econom¨ªa. Ya no tuve que descifrar m¨¢s la siguiente ecuaci¨®n:
titular pesti?o = texto no le¨ªdo
titular inexplicable = texto infumable
Que este suplemento ha hecho m¨¢s por la "popularizaci¨®n" de la econom¨ªa que cualquier plan estatal o universidad, los lectores lo saben. Que ha abierto sus p¨¢ginas a mucha gente corriente y emprendedores que nos han ense?ado que con imaginaci¨®n y esfuerzo, se puede, tambi¨¦n lo saben.
Pero lo que el lector no sabe es que las dos noticias que han generado m¨¢s llamadas ¨Cestoy hablando de miles y miles durante m¨¢s de dos a?os- e inter¨¦s en la historia del peri¨®dico, ambas han sido publicadas en el suplemento de Negocios. A saber: la cr¨ªa de caracoles y c¨®mo ganar dinero poniendo publicidad en el coche.
Nota: "La negocia" fue la palabreja que se invent¨® mi abuela Felipa incapaz de recordar lo que su hija Juanita hab¨ªa aprendido a hacer en Madrid: la permanente.
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