Sube la marea, no para todas las barcas
El futuro depende m¨¢s de la renta de los padres que de los estudios que se tienen
EE UU es uno de los pa¨ªses m¨¢s desiguales del mundo. Como en la mayor¨ªa, la crisis econ¨®mica ha conllevado desde 2007 un declive de la igualdad de oportunidades, esencia de la democracia. La escalera social se ha detenido, y cuando se ha recuperado el crecimiento y ha subido la marea, esta no levanta todas las barcas del puerto. La desigualdad de oportunidades se manifiesta, por ejemplo, en la educaci¨®n universitaria.
Algunos datos se han hecho p¨²blicos recientemente: solo la mitad de los estudiantes estadounidenses que se matricularon en 2009 han conseguido graduarse ahora. Dado que dos terceras partes de estos ¨²ltimos han arrastrado deudas por valor, como media, de unos 28.900 d¨®lares, quedan encadenados a las mismas durante a?os. Siete de cada 10 universitarios solicitan alg¨²n tipo de ayuda financiera para completar su formaci¨®n. Se calcula que la deuda acumulada por estos estudiantes se ha doblado desde el inicio de la Gran Recesi¨®n, y asciende al equivalente a 1,2 billones de euros, m¨¢s de lo que produce un pa¨ªs como Espa?a en un solo a?o. Aunque hay pleno empleo, las condiciones del mercado de trabajo (escasa remuneraci¨®n, nula seguridad) implican que los reci¨¦n licenciados tienen que dedicar mucho tiempo de su iniciada vida laboral a pagar los cr¨¦ditos a los bancos. Si las cifras aportadas incluyeran los pr¨¦stamos de los progenitores para auxiliar a sus hijos, ser¨ªan un 33% m¨¢s altas.
La ley de quiebras de 2005 hizo imposible que se pudieran cancelar las deudas por estudios aun en el caso de bancarrota personal. Dice Stiglitz en El precio de la desigualdad (Taurus) que ello anula cualquier incentivo que pudieran tener los bancos y las universidades con ¨¢nimo de lucro para estimular y proporcionar una educaci¨®n que acabe teniendo rendimiento econ¨®mico. Aunque el estudio universitario carezca de valor, el prestatario no se libra de pagar: "En vez de 'satisfacci¨®n garantizada o le devolvemos el dinero', la realidad es 'la insatisfacci¨®n est¨¢ garantizada, pero usted tendr¨¢ que cargar con esas deudas el resto de su vida".
En el caso de los cr¨¦ditos a los estudiantes, los bancos consiguieron durante a?os sacar beneficios casi sin riesgo: en muchos casos, el Gobierno avalaba los cr¨¦ditos; en otros, el hecho de que los cr¨¦ditos nunca pudieran cancelarse ¡ªpor la citada ley de quiebras¡ª los hac¨ªa m¨¢s seguros que cualquier otro tipo de cr¨¦dito de caracter¨ªsticas similares. En 2014, Obama, sorteando a los republicanos, trat¨® de ampliar el alcance de una ley de 2010 que permit¨ªa que los estudiantes solo tuviesen que pagar mensualmente un m¨¢ximo del 10% de sus ingresos para devolver el pr¨¦stamo que adquirieron y que se perdonase la deuda restante cuando el estudiante llevase 20 a?os pag¨¢ndola.
El hecho es que la coyuntura sigue siendo desfavorable para la igualdad de oportunidades. Seg¨²n diversos proyectos de movilidad econ¨®mica, aunque consigan una licenciatura universitaria los hijos de los pobres siguen siendo m¨¢s pobres que los hijos de los ricos con menos estudios; que quienes tienen la suerte de tener unos padres m¨¢s ricos y mejor educados tienen mejores perspectivas, ya que el nivel de ingresos de los progenitores ha devenido en el factor m¨¢s decisivo ya que el coste de los estudios universitarios est¨¢ aumentando m¨¢s deprisa que las rentas medias; y que el acceso a una buena educaci¨®n universitaria encarecida en sus tasas (sobre todo en los centros privados elitistas, muy vinculados a Wall Street) y con escasas becas depende, cada vez m¨¢s, de los ingresos, riqueza y educaci¨®n de los padres de los estudiantes. Ello genera el declive de la movilidad social por una insuficiente inversi¨®n en el inter¨¦s general, incluida la educaci¨®n p¨²blica.
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