La revoluci¨®n conservadora: tercera fase
Reagan fue keynesiano, Bush nacionaliz¨® bancos y aseguradoras. ?Har¨¢ Trump lo que dice?
Con Donald Trump comienza la tercera fase de la revoluci¨®n conservadora. Contradictoria: por muchas medidas anunciadas por el presidente electo de EE UU que no se puedan aplicar, predominar¨¢ la tensi¨®n restauradora del pasado. Habr¨¢ continuidades con las pol¨ªticas aplicadas en los ochenta del siglo pasado por Ronald Reagan (y Margaret Thatcher), y en la primera d¨¦cada del siglo actual por la camarilla de neocons, liderada por George Walker Bush. Reagan, Bush, Trump, personajes simplistas que tienen que tomar decisiones complejas: populismo.
A?o 1980: Reagan gana la presidencia y estar¨¢ casi una d¨¦cada en la Casa Blanca. Su Administraci¨®n tiene dos fases: adelgazar el Estado, y m¨¢s conservadurismo pol¨ªtico. Al final ser¨¢ uno de los presidentes m¨¢s keynesianos de la historia de EE UU (keynesiano bastardo, le hubiera llamado la economista Joan Robinson, disc¨ªpula predilecta del maestro de Cambridge) por la mezcla de una reducci¨®n de la presi¨®n fiscal (disminuci¨®n de los impuestos de la clase alta y media alta) y un incremento extraordinario del gasto, sobre todo del gasto militar. Resultado: un aumento sensacional del d¨¦ficit y de la deuda p¨²blica, que heredaron sus sucesores y las generaciones posteriores. EE UU pas¨® en esa etapa de ser el primer acreedor del mundo a ser el principal pa¨ªs deudor neto, lo que no ocurr¨ªa desde la Primera Guerra Mundial. Dick Cheney, el neocon que poco despu¨¦s ser¨ªa vicepresidente con Bush hijo, declar¨®: "Reagan demostr¨® que el d¨¦ficit no importa".
Cambio de siglo: George W. Bush llega a la Casa Blanca apoyado en un grupo creado tres a?os antes, llamado Proyecto para un Nuevo Siglo Americano (PNAC en sus siglas en ingl¨¦s). Lo preside el intelectual William Kristol, director de la revista The Weekly Standard, propiedad del magnate Rupert Murdoch. Son el coraz¨®n de los neocons que luego formar¨¢n parte de la Administraci¨®n Bush, incrustrados en casi todos los departamentos, sobre todo en la Secretar¨ªa de Defensa (Donald Rumsfeld, Paul Wolfowitz). Tratan de acabar con los restos del New Deal de Roosevelt y de la Great Society de Lyndon B. Johnson. Renuncian al protocolo de Kyoto para reducir las emisiones venenosas, firmado por Clinton; no aceptan el programa antiminas personales para acabar con este arma de destrucci¨®n masiva entre civiles; deslegitiman la Corte Penal Internacional, germen de la justicia universal. Luego llegan los atentados del 11 de septiembre de 2001; un d¨ªa despu¨¦s Wolfowitz, establece una vinculaci¨®n directa entre "la guerra al terrorismo" con el ataque a Irak. Hoy sabemos bien c¨®mo acab¨® esa aventura. En 2007 llega la Gran Recesi¨®n, y Bush y los neocons-neolib nacionalizan bancos, compa?¨ªas hipotecarias y empresas aseguradoras. El ¨²nico momento en que practican lo que dicen (que cada palo aguante su vela) es cuando dejan caer a Lehman Brothers y el sistema est¨¢ a punto de irse por el desag¨¹e.
Tercera fase de la revoluci¨®n conservadora: contra todo pron¨®stico, Donald Trump gana las elecciones presidenciales. Su discurso es proteccionista en lo econ¨®mico; vuelve a las andadas de las reaganomics con la idea de bajar los impuestos y aumentar el gasto; es antiigualitario en relaci¨®n a las pol¨ªticas de g¨¦nero (machismo) y de raza (persecuci¨®n a los inmigrantes sin papeles); es negacionista del cambio clim¨¢tico; en lo internacional considera a la Rusia de Putin una aliada, pero se confronta con China, a la que quiere imponer aranceles alt¨ªsimos. Parece una pesadilla.
?Le pasar¨¢ lo mismo que a sus antecesores, que para sobrevivir tuvieron que practicar lo contrario de aquello en lo que dec¨ªan creer?
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