Las multas son un espejismo
Las sanciones desde Bruselas por la estabilidad presupuestaria ya no se impondr¨¢n jam¨¢s
Las sanciones por violar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) que dicta la senda del d¨¦ficit hacia el 3%, primero, y hacia el equilibrio presupuestario, despu¨¦s, ya no se impondr¨¢n jam¨¢s a nadie. Salvo tsunami.
?Por qu¨¦? Porque el PEC se ha incumplido centenares de veces en casi 20 a?os y nunca hubo una sanci¨®n. El primer caso estent¨®reo fue en 2003. Bruselas culmin¨® el expediente sancionador a Par¨ªs y Berl¨ªn, los capitostes del club. Que armaron una mayor¨ªa pol¨ªtica en el Consejo para tumbarlo, y reescribir el propio PEC, pro domo sua.
Se evapor¨® la posibilidad de sancionar a otros: se habr¨ªa roto el principio de igualdad ante la ley. Hasta que Espa?a (flanqueada por Portugal) abus¨® tanto que roz¨® el abismo este verano: tras 4 a?os de incumplir, 10 meses de enga?ar con alevos¨ªa y dos a?os de crecer su PIB a una intensidad que le permit¨ªa honrar los acuerdos, no ha sido multada. ?Y menos mal!
Pero dos sentencias crean jurisprudencia. Las sanciones son ya un espejismo. Pueden funcionar como factor disuasorio, para convencer a todos de que pasarse tiene un coste moral y pol¨ªtico. Para castigar con desprestigio a quien peque, estigmatiz¨¢ndolo por fr¨ªvolo y falto de rigor. Pero desde ahora ser¨¢ a¨²n m¨¢s imposible (o casi) aplicar sanciones de coste econ¨®mico.
Son como la bomba at¨®mica en la guerra fr¨ªa. Sirve hasta el filo de usarla, siempre que no se llegue a dispararla. Porque sus efectos disolventes, divisivos y litigiosos, sobre todo en tiempos de debilidad de la Uni¨®n, ser¨ªan letales. Y porque su coherencia econ¨®mica es muy mejorable: pagar una multa no ayuda a rebajar el d¨¦ficit (que es lo que se pretende), sino que lo aumenta.
Una sanci¨®n impuesta por un organismo pol¨ªtico ¡ªno por un tribunal¡ª como lo son tanto la Comisi¨®n como el Consejo no es al cabo un acto adminsitrativo, sino pol¨ªtico. Francia y Alemania la contrarrestaron orquestando aquelarres pol¨ªticos.
Espa?a (y Portugal), gracias a una conjunci¨®n astral. Este verano, el presidente de la Comisi¨®n, Jean-Claude Juncker, estaba casi desahuciado por el Brexit; la inquina oriental a su (buena) pol¨ªtica inmigratoria; y el nein alem¨¢n a su flexibilidad.
Y la Espa?a en funciones era un ejemplo a lucir por Bruselas... y por Berl¨ªn, no por su (falta de) rigor, sino por su crecimiento. Hallaron un aliado de cine en el presidente del Parlamento, el socialdem¨®crata y antiausteritario Martin Schultz, que ech¨® el resto y de paso salv¨® a Juncker. El y Mariano le devolver¨¢n el favor. Pol¨ªtico. Pol¨ªtica.
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