El fin de la placidez
La salud de la econom¨ªa no siempre se refleja fielmente en las cotizaciones de sus mercados burs¨¢tiles
No faltar¨¢n quienes interpreten la correcci¨®n en las cotizaciones burs¨¢tiles del lunes como un escarmiento a la exhibici¨®n que hizo semanas antes Donald Trump del nivel r¨¦cord alcanzado por las mismas como principal exponente de su primer a?o en la Casa Blanca. El sentimiento de los mercados se habr¨ªa manifestado con modales no menos exagerados, advirtiendo de que los fundamentos econ¨®micos de la proclamaci¨®n de esa victoria no son tan s¨®lidos. Al menos no tanto como para continuar desafiando algunas leyes de la gravedad financiera, como las impl¨ªcitas hasta el viernes en algunos m¨²ltiplos y criterios de valoraci¨®n.
La salud de la econom¨ªa no siempre se refleja fielmente en las cotizaciones de sus mercados de acciones, desde luego no de forma contempor¨¢nea. Estos, se supone, recogen toda la informaci¨®n relevante susceptible de condicionar la capacidad de generaci¨®n de beneficios de las cotizadas. Pero no siempre lo hacen de forma eficiente ni, desde luego, proporcionada. Los espasmos, las sobrerreacciones, pueden sorprender al m¨¢s avezado de los inversores, en especial tras un largo periodo de placidez, como los dos a?os que ahora se cierran.
Las amenazas a la inflaci¨®n asociadas al crecimiento de los salarios, o las derivadas de las reducciones impositivas, no eran se?ales informativas precisamente nuevas. Como no lo es la continuidad en las elevaciones de tipos de inter¨¦s por la Reserva Federal. Pero es muy probable que la asimilaci¨®n de ese horizonte con dinero m¨¢s caro, ya insinuado por los precios de los bonos p¨²blicos, haya sido uno de los detonantes de la correcci¨®n burs¨¢til en EE UU.
En un contexto de sobrevaloraci¨®n de las acciones, el repunte en los rendimientos de los activos de menos riego es algo m¨¢s que una invitaci¨®n a huir de la renta variable. Esas ventas se han amplificado por las propias estrategias de inversi¨®n program¨¢ticas, sujetas a algoritmos que desencadenan ¨®rdenes a gran escala a partir de un detonante. El comportamiento de manada, con una extensi¨®n global, es algo caracter¨ªstico de los mercados de acciones desde hace varias d¨¦cadas.
Pero no deber¨ªa ser una huida permanente, dadas las favorables previsiones de crecimiento. Es altamente probable que esa ca¨ªda de las cotizaciones sea aprovechada para recomprar acciones a precios m¨¢s compatibles con una percepci¨®n del riego m¨¢s ponderada. Tambi¨¦n mucho m¨¢s sensible a episodios que puedan alterar la estabilidad econ¨®mica y financiera. Es el caso de las decisiones que adopte el Gobierno de EE UU en relaci¨®n con la correcci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico adicional que generar¨¢n sus decisiones fiscales, o aquellas otras que puedan aumentar las amenazas de guerras comerciales o de divisas, o el alcance de la desregulaci¨®n financiera prometida.
La renovada volatilidad que ha perturbado la placidez de los inversores, y ha generado p¨¦rdidas de riqueza financiera equivalentes a las ganadas en el primer a?o de presidencia de Trump, tambi¨¦n ser¨¢ el punto de partida con el que el nuevo presidente de la Reserva Federal abordar¨¢ las importantes decisiones del pr¨®ximo mes. Abr¨®chense los cinturones.
Emilio Ontiveros es el presidente de Analistas Financieros Internacionales.
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