Poder de mercado en ascenso
La existencia de suficiente competencia entre las empresas es una de las condiciones necesarias para que funcione el sistema econ¨®mico basado en el mercado. Los libros de econom¨ªa nos dicen que, en condiciones de competencia, el precio de un bien se iguala a su coste marginal, al resultante de producir una unidad adicional de producto. Pero tambi¨¦n aqu¨ª la realidad queda lejos de los manuales. La diversidad de barreras de entrada a los mercados y la capacidad de diferenciaci¨®n de la oferta de las empresas acaban permiti¨¦ndoles fijar precios bien distintos de ese coste marginal y hacerlo con amplia discreci¨®n, generando beneficios propios de conformaciones monopolistas.
En los ¨²ltimos a?os se suceden las evidencias de que esa competencia se est¨¢ reduciendo en un buen n¨²mero de sectores en las econom¨ªas avanzadas. Est¨¢ aumentando el poder de mercado, la capacidad para fijar m¨¢rgenes de las empresas, especialmente de las muy grandes. Adem¨¢s de las autoridades reguladoras y supervisoras de la competencia, los gobiernos han de prestar especial atenci¨®n a esa deriva monopolista, en la medida en que sus implicaciones afectan al bienestar general y a la necesaria eficacia en la asignaci¨®n de recursos en cualquier econom¨ªa. Si una econom¨ªa no es perfectamente competitiva, los factores de producci¨®n no son asignados ¨®ptimamente. Las empresas que disponen de discrecionalidad para fijar precios acaban produciendo menos.
Las evidencias son importantes, aunque dependiendo de las investigaciones, la prioridad causal del fen¨®meno var¨ªa. As¨ª, una investigaci¨®n de F. J. D¨ªez, Daniel Leigh y S. Tambunlertchai, en el seno del Fondo Monetario Internacional, ha estimado la evoluci¨®n de las ratios del margen sobre el coste de producir una unidad adicional de su producto en las empresas cotizadas en 74 pa¨ªses, desde 1980 hasta 2016. La conclusi¨®n es inequ¨ªvoca: en las econom¨ªas avanzadas esos m¨¢rgenes, la m¨¢s expresiva de las medidas del poder de mercado, han aumentado en una media del 39% desde 1980 en pr¨¢cticamente todas las industrias y sectores econ¨®micos. No solo en las grandes empresas tecnol¨®gicas, donde se ha centrado buena parte de la atenci¨®n reciente sobre las tendencias a la concentraci¨®n.
Esos autores encuentran una relaci¨®n positiva entre m¨¢rgenes y otros indicadores, tales como beneficios o concentraci¨®n industrial. Tambi¨¦n es destacable que en las industrias m¨¢s concentradas detectan una relaci¨®n negativa entre m¨¢rgenes e inversi¨®n e innovaci¨®n, al igual que es negativa la asociaci¨®n entre m¨¢rgenes y la participaci¨®n de las rentas del trabajo en el total.
El excesivo poder de mercado es otra forma no menos inquietante de esa menor igualdad de oportunidades
Esa ca¨ªda en la participaci¨®n de las rentas del trabajo ya hab¨ªa sido detectada por otras investigaciones. Aquellas como las de Piketty que hab¨ªan identificado la acumulaci¨®n del capital como causa fundamental, o las que lo explican por la automatizaci¨®n creciente de tareas desempe?adas tradicionalmente por los trabajadores o el ascenso de las empresas denominadas superstars, aquellas capaces de extraer m¨¢rgenes crecientes dada su posici¨®n dominante en determinados mercados, no solo en el de las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y la comunicaci¨®n (TIC).
A confirmar esa tendencia se a?ade una de las investigaciones m¨¢s ampliamente difundidas recientemente, de la que son autores Jan De Loecker y Jan Eeckhout ( The Rise of Market Power and the Macroeconomic Implications, NBER). Atribuyen a ese creciente poder de mercado de las dos ¨²ltimas d¨¦cadas no solo la ca¨ªda en la participaci¨®n de las rentas del trabajo y el aumento en las participaciones de las rentas del capital. Tambi¨¦n el descenso de los salarios de los trabajadores con menor cualificaci¨®n, el de los flujos migratorios y, en definitiva, el de la producci¨®n agregada. Ello tambi¨¦n explicar¨ªa el descenso observado en la inversi¨®n privada, a pesar del aumento de los beneficios empresariales tras la superaci¨®n de la crisis. Esto ¨²ltimo hay que tomarlo con cautela, dado el ascenso en los ¨²ltimos a?os de la inversi¨®n en activos intangibles, mucho menos f¨¢cil de medir.
Aunque, por otro lado, el car¨¢cter escalable de esas inversiones inmateriales, desde luego del software, han podido facilitar un aumento del grado de concentraci¨®n en la industria, seg¨²n Nicolas Crouzet y Janice Eberly (Understanding Weak Capital Investment: the Role of Market Concentration and Intangibles). De hecho, esos autores destacan que el ascenso de los activos intangibles est¨¢ determinado en gran medida por los l¨ªderes en la industria y coincide con aumentos en su cuota de mercado y en la concentraci¨®n del sector correspondiente.
Una nueva explicaci¨®n es la propuesta por Gene Grossman, Elhanan Helpman, Ezra Oberfield y Thomas Sampson (The Productivity Slowdown and the Declining Labor Share, CEPR Discussion Paper 12342). El descenso de la productividad, documentada tambi¨¦n ampliamente para varios pa¨ªses, ha debido ser la causa principal de esa menor participaci¨®n de las rentas del trabajo a favor de las del capital. Algo que no se limita a la experiencia estadounidense y que tampoco es precisamente reciente. Por su parte, David Baqaee y Emmanuel Farhi (Aggregate Productivity and the Rise of Mark-ups) argumentan que aproximadamente la mitad del crecimiento de la productividad agregada en los ¨²ltimos 20 a?os puede ser atribuida a empresas con elevados m¨¢rgenes. Ello ayudar¨ªa a explicar el relativamente bajo progreso tecnol¨®gico, ya avanzado por Robert J. Gordon, y el de la productividad, que habr¨ªa sido significativamente superior si esa capacidad para elevar m¨¢rgenes hubiera sido menor. Algo que vuelve a subrayar el debilitamiento del dinamismo empresarial como una de las implicaciones m¨¢s gen¨¦ricas y relevantes del ascenso del poder de mercado.
Las implicaciones inquietantes no terminan ah¨ª. La significaci¨®n de esas evidencias justific¨® que la ¨²ltima convenci¨®n de banqueros centrales de Jackson Hole se ocupara de las consecuencias de la concentraci¨®n empresarial sobre la definici¨®n e instrumentaci¨®n de las pol¨ªticas econ¨®micas y, en concreto, las monetarias (Changing Market Structure and Implications for Monetary Policy). Ese v¨ªnculo entre la estructura competitiva de los mercados de productos, la macroeconom¨ªa y la definici¨®n de la pol¨ªtica monetaria es, sin embargo, un ¨¢mbito menos investigado y necesitado de m¨¦tricas m¨¢s afinadas en las estimaciones de m¨¢rgenes y costes marginales. Eso explica que las conclusiones de algunas de las investigaciones presentadas en ese foro sean m¨¢s cautelosas, pero no menos relevantes, para la correcta aplicaci¨®n de las pol¨ªticas monetarias.
En definitiva, no es solo la protecci¨®n del consumidor la que est¨¢ en juego si se afianzan las evidencias acerca de las distorsiones generadas por el mayor poder de mercado. La probada habilidad y celeridad con que algunas empresas encuentran v¨ªas creativas para conseguir beneficios monopolistas deber¨ªan encontrar debida respuesta en las autoridades reguladoras y supervisoras de la competencia. En un reciente art¨ªculo, el prestigioso profesor de la Universidad de Chicago Eric Posner y la profesora de Yale Glen Weyl, autores de un libro que promete ser interesante, Radical Markets: Uprooting Capitalism and Democracy for a Just Society, nos recuerdan el comentario del comediante Chris Rock: ¡°Si la gente supiera cu¨¢n ricos son los ricos, habr¨ªa disturbios en las calles¡±, para concluir que el ascenso del populismo que estamos observando en buena parte del mundo, aunque no cuenta como disturbios callejeros, ¡°refleja el desencanto no solo con los Gobiernos, sino con la propia democracia liberal¡±. El excesivo poder de mercado, en definitiva, es otra forma no menos inquietante de esa menor igualdad de oportunidades que est¨¢ minando los fundamentos del sistema y de sus principales instituciones.
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