Un a?o de postureo
Para la mayor parte de inversores, 2018 ser¨¢ un ejercicio para olvidar
No parece que los mercados vayan a encontrar este a?o a su James Stewart superando todas las adversidades para recuperarse en el ¨²ltimo y m¨¢s navide?o momento de ?Qu¨¦ bello es vivir! Para la mayor parte de inversores, 2018 ser¨¢ un a?o para olvidar. Han sido doce meses de tr¨¢nsito monetario, marcados por el desmantelamiento progresivo de la expansi¨®n cuantitativa en Estados Unidos. Y de anuncios para seguir la misma senda en la Eurozona en 2019. De proteccionismo comercial y, sobre todo, de fanfarria y falta de credibilidad en las estructuras pol¨ªticas y financieras como para generar expectativas s¨®lidas a largo plazo. La respuesta al Brexit, el af¨¢n arancelario de Trump, la pretendida intenci¨®n pero falta de contundencia y concreci¨®n sobre un presupuesto europeo o la debilidad de unas econom¨ªas emergentes sobre las que se hab¨ªa esperado demasiado y siguen sobre pilares muy d¨¦biles¡ Demasiado postureo y poca referencia cre¨ªble.
Se percibe en los mercados de renta fija y variable una resistencia al cambio que responde tanto a la comodidad de vivir de la metadona del dinero oficial de los bancos centrales como a la falta de referencias que aplaquen el mono que causa la ausencia de rentabilidades como las de antes de la crisis. Han sido a?os en los que se ha cabalgado a lomos de Facebook, Apple, Amazon, Google y Netflix, reunidos en un acr¨®nimo Faang que, en 2018, ha devenido en lo que se ha denominado ir¨®nicamente como ¡°De-Faang¡± al retroceder su valoraci¨®n. Una primera correcci¨®n sobre empresas claramente exitosas, con recorrido, con obvio poder de mercado sobre el oro del siglo XXI (la informaci¨®n) pero con, tal vez, algo de sobrevaloraci¨®n.
Tanta ha sido la costumbre de vivir a lomos del binomio de la expansi¨®n cuantitativa y el BigTech que ahora incluso hay cierto enojo inversor cuando la Fed no se arruga ante los decepcionantes datos macroecon¨®micos y se mantiene (de momento) firme en las subidas proyectadas de tipos de inter¨¦s. Se percibe lo dif¨ªcil que es volver a la normalidad.
Los mercados de bonos est¨¢n afectados por un virus de dudas de ida y vuelta en el que el 3% del t¨ªtulo norteamericano a 10 a?os parece el l¨ªmite de temperatura por debajo de la fiebre. Ha habido esc¨¢ndalos (en los que no se ha profundizado lo suficiente) relativos a robos de identidades (como el acceso de Cambridge Analytica a 50 millones de cuentas de Facebook). Meses en los que Italia o Argentina han despertado fantasmas que nunca se fueron. En los que el precio del petr¨®leo ha tratado de subir pero se ha dado varias veces de bruces con el muro de la realidad de un cambio energ¨¦tico. Finalmente, no ha habido la deseada recuperaci¨®n a finales de a?o.
No hay una estructura pol¨ªtica y econ¨®mica asentada. Predomina esa inc¨®moda y ruidosa pose. Se impone a la informaci¨®n s¨®lida que ser¨ªa realmente la ¨²nica que podr¨ªa dar una verdadera referencia al mercado, que est¨¢ algo perdido. Y las plazas europeas especialmente castigadas. Porque, por estos lares, si sobra algo, es postureo.
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